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Por Marcos Rodríguez Velo

Lo que en el año 2007 amenazaba con ser una vuelta al pop de los 80, a la electrónica de la vieja escuela, a los instrumentos vintage reorientados hacia los gustos de la generación de las redes sociales, dio lugar finalmente a algo más, a unos experimentos más novedosos: la vuelta del funk, del italodisco, de unos sonidos más oscuros, menos liberadores, más claustrofóbicos. Todo esto sin perder de vista que en 2008, con In Ghost Colours, Cut Copy se las apañaron para mostrar al mundo su versión (por lo que tenía de revisionista) del electropop. Y lo hicieron sin caer en la trampa de las listas de éxitos, al contrario que otros coetáneos como Hercules and Love Affair o Empire of the Sun. Y no hay que olvidar el paso por las fantasías arty de los años 70 y 80 de Zonoscope (2011) que se perdía de vez en cuando en referencias a grupos como Talking Heads o XTC entre otros.

El consejo para aquel que se acerque a Free Your Mind es que se pierda por un instante en las fantasías lisérgicas del Summer of Love. Y es que el disco, como predica su título, pretende no sólo ser un homenaje a ese periodo, sino también un viaje en equilibrio entre la psicodelia de los hijos de las flores y la psicodelia más sintética del Madchester de The Haçienda que finaliza con la pérdida momentánea de los sentidos, para acabar recuperando una relación directa con las pasiones, con las cosas importantes. Nadie mejor que un experto en caleidoscopios sonoros para dirigir este viaje: un Dave Fridmann que ha puesto sus manos en discos como los de Tame Impala, MGMT o Flaming Lips.

Resulta, en consecuencia, interesante el acercamiento no sólo filosófico, sino también sonoro al acid house, a los colores neon (con la portada como ejemplo más emblemático), a los bajos profundos, a la world music, a los destellos étnicos, con la voluntad de hacer de éste un viaje interestelar. Basta escuchar Free Your Mind, Footsteps o Walking in the Sky para apreciar todo esto, como una versión actualizada del Screamadelica de Primal Scream. También se ponen a prueba las capacidades vocales de Whitford (We Are Explorers, Meet Me in the House of Love), un Whitford que suena tan armónico y profundo que llega a recordar a Bernard Sumner de New Order, grupo que también inspira ciertas partes de este disco.

Una vez escuchado el álbum en su totalidad, nos queda una sensación de bienestar. El viaje acid es exitoso, sin tener que recurrir a referencias como Happy Mondays (más desordenados), Stone Roses (más densos) o Inspiral Carpets (más alegres). Free Your Mind es un disco que se deja aceptar, a pesar de su pretencioso punto de partida. Y es que en el fondo, aunque no escuchemos nada nuevo, a pesar de que torcemos el gesto cuando nos damos cuenta de la aparente facilidad con la que crean sus canciones, a todos nos gusta que nos mimen con un puñado de melodías pegadizas.

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