La ensalada de actuaciones que llenaron la Complutense se ganó el título de «Festival con transiciones más radicales» de la temporada. Pasar de Eagles of Death Metal a Zara Larsson es uno de esos cambios que solamente se explican con el modo aleatorio de algunos dispositivos electrónicos. Es uno de los festivales más cómodos que conozco, pero si hoy muchos tenemos una sonrisa postfarra como hay pocas es porque tuvimos a Bunbury subido en el escenario y con la vocación de dejarnos contentos.
Los que son padres y concierteros no tienen problemas en levantarse pronto, y estar a las 11 viendo el partido de la liga DCode era la excusa para llegar a primera hora. Liguilla en la que los jugadores lo daban todo, en el indie español estaban los miembros de Love of Lesbian y Delorean en medio del césped. Antes de la hora de la siesta se podía disfrutar de Belako y León Benavente. Un premio para los tempraneros que igual se planteaban irse antes de Bunbury, pero un horario incompatible con los que venían de un viernes de juerga. León Benavente estupendos como siempre a pesar de que entonces el calor derretía las ganas de cualquier cosa.
Bear’s den sorprendidos de encontrarse con tanta gente y M. Ward empezaron a intentar animar la tarde, pero hasta Jimmy Eat World el calor impedía centrarse en otra cosa que no fuera buscar sombra o hidratarse. Éstos últimos ya tenían a fans, suyos, de los que les seguían desde Bleed American. Ellos pudieron disfrutar de sus temas de siempre, que además fueron los más coreados y saltados por sus incondicionales. Guitarreo indie, ganas, buen directo, la cosa seguía yendo bien.
En otro de esos cambios tan propios de este festival les siguió Oh wander como ejemplo de banda con chica de dulce voz y alguien más. Y justo después llegaron los Eagles of Death Metal, con I want you so hard sin sonido en el micrófono para el cantante Jesse Hughes, con esas maneras que no te lo imaginas comprando el pan. Sus amplificadores eran una presencia en sí misma en el escenario. Y David Catching, con su barba y sus guitarras. Californianos y con pinta de reírse de sí mismos y de todo en general.
Y Zara Larsson, bailarinas estupendas, currazo en el escenario… Si se cierran los ojos suena como Rihanna, pero esta chica sabe bailar. Aun así ese mercado se mueve por dos cosas. Tendrá que elegir entre que ser sexo en movimiento y/o la otra opción. Que es tener unos temazos/vídeos que la gente no pueda dejar de mirar o escuchar. Veremos que pasa.
Las ventajas de sentir un grupo como fan es que si te dan lo de siempre das palmas con las orejas. Con Love of Lesbian nos pasa eso, el concierto es participativo porque los temazos te los sabes. La añadimos una sorpresa en forma de Domingo Astromántico con la requetebonita voz de Carla Morrison. Ese Santi Balmes terminando el concierto con la camiseta con el dibujo de Joy Division y el cartel de como una ola. La poesía de sus canciones es la de siempre. Tocan fenomenal a pasar de haber tenido más festivales este verano que todos los demás juntos. Santi Balmes aguanta el concierto con su característica voz y carisma, El repertorio está ajustado a que ya sí, hasta nos sabemos las canciones de su último álbum, El Poeta Halley. Muy bien, entrada bien invertida, veamos si el festival nos regala además algún bonus.
Ese bonus no fue Kodaline, y además ya se notaba que muchos Bunbury-adictos estaban cogiendo posiciones. Otros Dcode tenían público más veinteañero, eran las 10 de la noche y hasta se echaba de menos el grupo de emocionados de los empujones o la lluvia de cerveza.
Y entonces llegó la sorpresa. Dentro de cualquiera que haya pisado un bar a los finales de los 90 con un mínimo de sensibilidad musical hay un fan de Bunbury. Tenemos las letras tatuadas en una parte de nuestro cerebro que hemos olvidado.
Porque nunca le hemos visto en directo. Porque es un músico libre que se ha hecho un álbum cada vez distinto pasando de todo. Porque hacía conciertos de dos horas y media y cantaba tan poco de Héroes del Silencio, igual solo alguna una versión descafeinada, que no servían ni para empezar a quitar el mono de sus adoradores.
Bunbury elevó el festival él solito, con sus Santos Inocentes. Lo reconozco, fui a verle porque estaba por allí, y sin esperarlo, en menos de dos horas acabé siendo parte del público que coreaba Maldito Duende con más ganas que la cualquier quinceañera aleatoria que pisaba los bares a finales de los 90, y después…ese temazo que es Lady Blue. Tirando de recursos que lo hacen único. Para él somos fáciles, nos ganó con versiones extrañas, con un tipo tocando un acordeón, con sus gestos y sus maneras. No sé como pasó.
Luego vinieron las dudas de la noche, elegir entre Triángulo de Amor Bizarro y Jungle, los gallegos tiraron y estuvieron en el escenario de la complutense intensos, energéticos, estupendos.
Terminando el día con un paseo desde Delorean a 2 Many Dj’s. Y vuelta a casa en bus hasta moncloa. Igual menos que en otros festivales, pero somos felices. Y todos tenemos a un Bunbury en estado de gracia en la retina.Yo a los reyes les voy a pedir ver otra vez a Bunbury, lo tengo claro