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Por Marcos Nebreda | cómics Crepax; Ana Miralles; Laura Pérez; Antonio Altarriba

“Hay cosas de mí en Valentina aunque yo no llegaría a hacer las osadías que se le pasan por la cabeza”. La que habla es Luisa Crepax, viuda del talentoso dibujante italiano e inspiradora de uno de los grandes mitos eróticos del cómic del siglo XX, Valentina Roselli que cambió la forma de entender la historieta y revolucionó el lenguaje del cómic. En el Salón Internacional de Viñetas desde O Atlántico celebrado el pasado agosto en A Coruña, se exhibió una retrospectiva única e inédita en España sobre la mujer que se convirtió a través de la tinta y del papel en precursora de ideales femeninos y abanderada de una sexualidad propia y poco asumida en los 60, época de su creación.  Así, no todos entendieron la filosofía del personaje y algunos lo tacharon de representar la mentalidad masculina y la forma de sentir del hombre.

Pero Crepax supo captar la verdadera psicología femeninaa través de Valentina, mucho antes de que el cómic erótico se instalase en España como algo más que una simple anécdota. El género evolucionó en nuestro país desde las furtivas siluetas femeninas en algunos episodios del TBO a menudo importados de fuera, al fin de la censura y el “boom” de publicaciones como “El Víbora” que marcó un hito en la historieta española. Hoy el género se asume de forma más serena y cotidiana integrado dentro de la novela gráfica y con una perspectiva más intelectual que sexual. La mujer como protagonista de cómic también ha sufrido un cambio sustancial, ha pasado de objeto del deseo masculino a protagonista con experiencia vital sin perder por ello la carga erótica. A pesar de todo, en la actualidad siguen siendo pocas las autoras que se decantan por dibujar este tipo de historietas.

De las curvas insinuantes a la revolución postcensura

El dibujante y premio a la divulgación del Salón del Cómic de Barcelona 2007, Toni Guiral recuerda la “gran censura” ejercida sobre el erotismo en España donde “los escotes o los bustos desaparecían con tinta negra”. En los 50 aparecieron algunas revistas que “mostraban las curvas femeninas” y en 1958 el famoso TBO de Bruguera lanzó la serie “Can Can” que no llegó a triunfar. En los 60 la escena se contagió de un “erotismo soft” y obras de ciencia ficción como “5 por infinito” de Esteban Maroto “incluían algo de erotismo”, asegura Guiral.

reportaje AchtungSin embargo, el panorama internacional era sustancialmente diferente y el cómic erótico comenzaba su “etapa dorada” con personajes como la sensual gala Barbarella o la norteamericana Vampirella mientras en nuestro país despuntaban revistas de cómic de esta temática como “Creepy” y “1984”. Guiral recuerda también la llegada en los 70 de Valentina “pero sólo con las historias menos atrevidas” y revistas como “Zeppelin” con obra para adultos del cómic europeo y americano. En Estados Unidos el género se ha desarrollado menos por las dificultades para la publicación y son España, Italia, Francia y países escandinavos los pioneros en la historieta erótica.

Hasta el fin de la censura en 1976 “no había un cómic erótico propiamente dicho” pero el panorama mutó con la llegada de la revista “El Víbora”, donde “los autores asumieron el erotismo como algo normal”, dice Guiral. Una publicación que resistió casi 30 años y que supuso el comienzo del “boom” del cómic para adultos y la “explosión del erotismo” en España junto a otras publicaciones como “Tótem”, “Boomerang”, “Trocha” o “El Jueves”, entre otras. Pero a finales de los 80 y 90 comenzó el declive de estas publicaciones y hoy sólo se mantienen dos de escasa tirada, se trata de “Eros Cómix” y “Penthouse Cómix”. Hasta hace unas semanas subsistía también “Kiss Cómix” de Ediciones La Cúpula que acaba de cerrar tras 20 años y 239 números publicados. Sobreviven también colecciones como La sonrisa vertical, una de las pocas del género.

El cómic erótico español ha ido evolucionando pues “de carnal a más elegante” dice este dibujante que recuerda que en los 70 y 80 “todavía se etiquetaba como un medio con mucho sexo” pero que ha sido asumido con naturalidad y los autores tratan ya el erotismo como algo cotidiano.

La novia del héroe reafirma su identidad

En este periplo la carga femenina ha sido una constante del género y su rol ha sufrido transformaciones en la historieta parejas a la evolución de la propia mujer en la sociedad. “Ha pasado de ser la novia del héroe en apuros a un personaje con iniciativa propia”, sentencia Guiral . Una teoría que también respalda el ganador del Premio Nacional del Cómic 2010, Antonio Altarriba. “La mujer era una excusa para poner al héroe a prueba, como la novia del Guerrero del Antifaz que siempre estaba en apuros para que él la rescatase y reforzase su posición”. Por tanto define a esa primera mujer de la historieta como “pasiva, sumisa y subsidiaria del protagonista” aunque con algunas raras excepciones como Sigrid, la novia del Capitán Trueno.

En los años 40 y 50 muchas publicaciones, los tebeos dedicados a chicas, reforzaron esa figura dependiente del hombre. “Predicaban que si la mujer era buena, obediente y se resignaba a la desgracia vendría esa figura masculina de prestigio a rescatarla”, recuerda Altarriba.

En los 60 y 70 se produjo una reivindicación feminista a través de autoras como Nuria Pompeia, Marika o Montse Clavé que denunciaron el esclavismo al que la mujer estaba sometida, un punto de inflexión en el género no sólo en España. En países como Francia la aparición de Barbarella en 1962 “que reivindicó su propia sexualidad” supuso una gran revolución y se puede considerar “el primer personaje femenino protagonista de la historia del cómic”, apunta Altarriba que la califica como “desinhibida, valiente y con iniciativa”.

Un nuevo subgénero

Las mujeres que se decantaron por dibujar historietas eróticas fueron y siguen siendo pocas, entre ellas algunas lo llevan haciendo desde los años 80. Es el caso de Laura Pérez Vernetti que comenzó colaborando con “El Víbora” y ha desarrollado su carrera de la mano de guionistas como Felipe Hernández Caba o el propio Antonio Altarriba. “Las mujeres son ahora mucho más protagonistas”, reconoce al tiempo que el género en la actualidad se caracteriza por ser “más sosegado y menos dramático que en décadas anteriores e incide en el aspecto más literario”. Laura -así firma sus historietas- defiende siempre que detrás haya buenas historias y personajes sólidos y aboga por explorar por igual el deseo masculino y femenino. “Es fácil caer en lo banal y en estereotipos y difícil hacer algo diferente porque se ha hecho ya mucha basura”, subraya sobre el erotismo, “un tema tan trágico como la vida y la muerte”.

reportaje AchtungLa artista y dibujante Ana Miralles, que se introdujo en el mundo del cómic erótico a finales del “boom” de los 80, se posiciona en la misma línea y bajo la necesidad de abordar el género desde un punto de vista diferente, alejada de la “visión ginecológica”. “Creé personajes con cierta lógica psicológica, diálogos…elementos básicos que habitualmente se echan en falta en este tipo de producto, más orientado a ser leído con una sola mano”, comenta Miralles. Después de esta primera aproximación, la autora incorporó el erotismo como algo natural en sus historias. “Intento que mis personajes sean eróticos siempre, no sólo cuando se aman”, confiesa.

Esa tendencia de introducir a la mujer como protagonista y al erotismo como algo intrínseco a la historieta de forma estética y creativa también la destaca Antonio Altarriba que propone autoras del calibre de Marjane Satrapi o Jessica Abel como ejemplos. Asegura que esta nueva forma de abordar el erotismo femenino es ya un “subgénero” desde finales del los 90 que contribuye también a “feminizar” el cómic, un género al que de por sí se acercaban pocas mujeres como público.

La escasez de autoras

Aunque Laura reconoce que siempre ha seguido sus intereses y que ningún editor le ha marcado una línea más o menos machista en su trazo, recuerda con ironía lo sorprendido que se quedó el primer editor francés que contactó con ella al descubrir que era una mujer, “porque firmaba con un pseudónimo”. Las autoras que actualmente se decantan por la historieta erótica son muy pocas y Laura lo explica así. “La gente piensa mal si una mujer dibuja cómic erótico o pornográfico, piensan que es puta o algo así”. Por ello comprende que haya pocas autoras que traten el tema “porque te sientes insultada”. En su caso su cabezonería le ha llevado a consolidarse como dibujante de historias eróticas, que no pornográficas, aunque “nunca se consiga alcanzar una diferencia clara entre ambas y la línea sea muy difusa”. Es un tema “peliagudo y complicado incluso para los hombres”, dice -muchos se dedicaron a plasmar historias picantes por pura necesidad económica-. Al respecto Laura reproduce un encuentro con el dibujante italiano Milo Manara, representante indiscutible del cómic erótico, en el que le dijo; “la gente cree que soy un salido pero siempre he sido fiel a mi mujer”.

Le extraña a Antonio Altarriba, dibujante de novela erótica junto a Laura y colaborador en La sonrisa vertical que “un tema tan esencial en nuestras vidas sea tan poco tratado en la actualidad por los autores” que se decantan más por incluirlo de forma más sutil en sus obras no estrictamente eróticas. Para Altarriba se ha perdido el tratamiento “más desenfadado” y se ha regresado a un período de cierto puritanismo.

María Colino o Clara Tanit son otros de los nombres femeninos que suenan en la escena española. En el ámbito masculino encontramos a autores como Jordi Bernet, autor de la popular “Clara de noche” en las páginas de “El Jueves” . Lejos de aquí grafistas norteamericanas como Roberta Gregory, Carol Lay o la citada Jessica Abel aportan también su visión del cómic erótico y autores como Tom de Finlandia, Ralf Köning o el español Nazario se han hecho un hueco en la temática gay.

Y por último el insondable mundo del cómic erótico oriental, donde a pesar de la censura sobre los órganos sexuales, la temática está asumida como algo normal incluso en el cómic infantil. “Su concepto del género es otro”, apunta Toni Guiral coordinador de la colección “Del tebeo al manga”, donde también tiene un hueco el género erótico. Guiral lamenta que apenas existan publicaciones sobre el tema y casi no se hayan llevado a cabo retrospectivas que pongan al cómic erótico español en un lugar destacado, fuera del “ghetto” en el que estuvo y al nivel de cualquier otro género.

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