Durante tres noches de aforo completo, Jorge Drexler utilizó toda su magia para refugiar dentro de la caja de su guitarra al teatro Nuevo Apolo de Madrid.
Desde la calidez de este espacio, tan suyo, nos hizo partícipes de su música, su poesía y su buen hacer (y el de su banda). Da gusto ver a un artista tan entregado y tan cercano que sigue asombrándose cuando el público se vuelca y le demuestra su afecto.
Tres años esperando su nuevo trabajo Salvavidas de hielo, un disco lleno de guiños, en el que habla de las contradicciones de la vida, de hecho el propio título es pura contradicción, y por ello sus temas defienden argumentos encontrados. Pero también es un compromiso con el planeta defendiendo el uso de las cosas que utilizamos cotidianamente hasta el desgaste, podrían ser una botas o unos calcetines pero también la guitarra que le acompaña en su día a día. Drexler exprime este instrumento y explora cada una de sus facetas (materiales, formas, sonido…) hasta el límite, una demostración musical, sin duda alguna, del “menos es más”. Y así la guitarra está presente en todos y cada uno de los instrumentos que utilizan los músicos de la banda, en la escenografía de sus conciertos (ejercicio de abstracción que no vamos a desvelar para que siga sorprendiendo a lo largo de la extensa gira que tiene programada), y en el cimbrear de las tres mujeres que son las únicas colaboraciones que incorpora en la grabación: Julieta Benegas (Abracadabras), Natalia Lafourcade (Salvavidas de hielo) y Mon Laferte (Asilo).
El Nuevo Apolo con aforo completo (todo vendido desde hace meses para los tres días dedicados a Madrid 13, 14 y 17 de diciembre), acompañó al cantautor uruguayo en un viaje en el que los nuevos temas se mezclaron con recuerdos de trabajos anteriores.
Abrió con Movimiento (2017, Salvavidas de hielo), Bolivia (2014, Bailar en la Cueva), Abracadabras (2017, Salvavidas de hielo) y Transoceánico (2006, 12 segundos de oscuridad). Cada canción tiene una historia detrás que el compositor nos iba revelando, y entre secreto y secreto compartió con nosotros un lejano lugar que nunca le falla: Cabo Polonio (2006, 12 segundos de oscuridad), un espacio perdido en la costa de Uruguay en donde la luz del faro se convierte en referente no solo para los navegantes sino para los paseantes ya que es la única luz que baña sus noches. Ayudado por su técnico de iluminación (Carlos Fajardo) nos trajo esa la luz con cadencia de 12 segundos, se sentó en el borde del escenario y convirtió las filas del patio de butacas en olas que bañaban su playa tan especial.
Tras un momento tan íntimo y al ritmo de Estalactitas (2017, Salvavidas de hielo) nos presentó al resto de refugiados: Campi Campón (programación, guitarras y percusión), Borja Barrueta (percusión y batería), Martín Leiton (bajo, guitarra y leona), Marín Garza (xilófono que acompaño en el concierto de Madrid) y Javier Calequi (guitarra eléctrica) componente del dúo La Loba, que se estrena en la gira como parte de la banda.
La freudiana Universos paralelos (2014, Bailar en la Cueva) dio paso a un recuerdo emotivo a Leonard Cohen. De poeta a poeta, le dedicó Despedir a los glaciares (2017, Salvavidas de hielo), canción que condena la desaparición debido al calentamiento global de seis de los siete glaciares más septentrionales del planeta que rodean la Mérida de Venezuela. Momento reivindicativo que también aprovecho para cambiar saludos con los venezolanos que nos acompañaban.
La banda volvió a escena y rodeo a Jorge mientras este nos descubría el refugio que nos albergaba y nos hacía contemplar el discurrir de las nubes al exterior, y así al margen de las inclemencias externas escuchamos dos de sus nuevos temas, Asilo y Salvavidas de hielo (que canto de nuevo solo en el escenario sentado en un taburete de batería), y Sea tema que daba título al albúm que edito en 2001, una canción que le enseño como cantar Mercedes Sosa a quién se la dedico, «…Yo llevo tu sonrisa como bandera, y que sea lo que Sea…”.
Y así solo en el escenario se arrancó con la Milonga del moro judío (2004, Eco) su primera composición en décimas basada en unos versos de Chicho Sánchez Ferlosio que le paso Joaquín Sabina en un bar, y que él se llevó apuntados en un posavasos circular en el que apenas cabían. Compartió con nosotros esos recuerdos y también el agradecimiento hacia aquel que le invito a venir a España y le abrió las puertas de su casa un 1 de febrero de 1995, “sabes que ese regalo que me hiciste me cambió la vida”, Pongamos que hablo de Martínez (2017, Salvavidas de hielo) tema que cuenta lo que se puede contar de una bendita noche de farra con Joaquín Sabina en Montevideo en la que decidió cambiar la medicina por la música y que le trajo a Madrid.
Asentado en el centro de esta ciudad hace ya casi 22 años (residió antes en la localidad vecina de El Escorial), se declara apegado a ella y a sus amigos, muchos de ellos vecinos del barrio, como los componentes del grupo La Loba (Javier Z Calequi y Guadalupe Álvarez, conjunto argentino de folk-pop) con los que interpreto el tema del dúo Bailemos (2017, Disco Hermoso) arropados por el resto de la banda.
Alto al fuego (1996, Frontera), zamba que cantó por primera en vivo, con arreglos de Eduardo “Toto” Méndez, guitarrista del gran cantautor y defensor de la música popular uruguaya Alfredo Zitarrosa (Montevideo 1936-1989 )y Mundo abisal (2010, Amar la trama) precedieron a un nuevo homenaje. Javier Calequi voz y guitarra en mano entono el Free Fallen de Tom Petty y sobre esta base rítmica el “…en caída libre, en caída libre…” se transformó en “…antes de mi tú no eras tú…” del Antes de Drexler (1998, Llueve). La trama y el desenlace (2010, Amar la trama), desenlazó en Silencio (2017, Salvavidas de hielo), regalo con el que nos dijeron por primera vez adiós.
Dos bises terminaron por levantar a todo el teatro y la caja de la guitarra protectora se llenó de fiesta. Con Telefonía (2017, Salvavidas de hielo), Bailar en la cueva, La luna de Rasquí (ambos de Bailar en la Cueva, 2014), “…la pena no llega hasta aquí, la pena no llega aquí…”, se despidió la banda, y con Quimera (2017, Salvavidas de hielo) dedicada a los todos los que escriben poesía o la llevan dentro, Drexler y su guitarra cerraron definitivamente el concierto no sin antes contarnos que la primera vez que toco este tema fue en casa de unos amigos que viven a menos de 50 metros del teatro, que fue el primero compuesto para el nuevo disco y que tras él rodaron las otras diez composiciones.
Rodeado nuevamente de todos los suyos y casi pisando el foro (pensamos que ganas no les quedo) nos dijeron hasta pronto. Nadie menciono que tuviésemos que abandonar el refugio…, Jorge quizás ahora tu guitarra pesa un poco más.