#Cine en Achtung! | Por Pablo Cerezal
Todos podemos, en mayor o menor medida, reconocer que los motivos de cualquier fracaso, por mínimo que éste sea, serán de todo punto incomprensibles una vez se haya consumado. Así debió entenderlo Sidney Lumet cuando decidió abordar el guión de la obra que nos ocupa para intentar explicarnos qué es lo que ocurre Antes de que el diablo sepa que has muerto.
Y sin duda lo consiguió con esta notable cinta que, inexplicablemente, pasó de puntillas por las salas de medio mundo, y a la que el mercado del alquiler y la descarga legal tampoco parecen estar tratando como merece.
Decíamos, al inicio, de la dificultad para comprender los pequeños pero insoslayables pasos que una vez comenzados a dar conducen, inevitablemente, al más absoluto fracaso, al hundimiento y la desgracia. Es por ello que nos sumerge, el director, desde los primeros planos, en la cotidiana vida de dos hermanos que, sin duda, han tocado fondo.
El filme se inaugura con una cruda y seca escena de cama en que el protagonista masculino contempla en el espejo del dormitorio la repetición de la escena. Ignoramos lo que pretende hallar en su reflejo, y los tiernos arrumacos conyugales que culminan la escena no pretenden, intuimos, más que despistar al espectador.
Pero advierten, los títulos repentinos, de que no ha hecho más que comenzar la caída libre
may you be in Heaven half an hour…
before the devil knows you’re dead
Y nada mejor para desmenuzar los entresijos de un abismo existencial que comenzar narrando la historia por el desenlace, para proceder despues, con una precisión narrativa demoledora, a desentrelazar los múltiples nudos que han convertido la tragedia en consecuencia imprescindible de los actos consumados por unos personajes que suponen el más puro reflejo de la desesperación.
El filme parece querer narrarnos, en sus compases de inicio, de trepidación asfixiada por primeros planos cuajados de seco grano, las consecuencias de un atraco frustrado. Pero nos relata también, y mejor, si cabe, sus causas.
Somos conscientes de que pocos de los que se asomen a estas líneas habrán tenido la oportunidad de disfrutar esta pequeña joya que fue la digna carta de despedida de un realizador que ha proporcionado no pocas alegrías a los aficionados a ese cine cuya pretensión no va más allá de narrarnos, con elegancia y nervio, historias de gente normal a la que le ocurren cosas normales que pueden convertirse en la esencia perfecta del buen thriller.
Por ello evitaremos desmenuzarla la narración que de manera tan precisa nos ofrece la película.
Sólo decir que nos enfrentamos a una narración no lineal, que va y viene en el tiempo con lo que, a primera vista podría parecer caprichoso pasatiempo pero al final se descubre magnético mecanismo.
También (no se puede ignorar) que nos regala, esta pequeña delicia cinematográfica, unas memorables actuaciones que nos permiten recuperar la fe en el trabajo actoral lejos de los relumbrones de plásticas bellezas huecas con que pretenden eliminar el criterio del espectador los grandes estudios hollywoodienses a día de hoy.
Genial Ethan Hawke modelando la ansiedad y el desgaste psicológico a la manera de los grandes representantes de “el método”.
Inconmesurable Philip Seymour Hoffman en su retrato de un hombre cruelmente acosado una vez ha llegado al inevitable callejón sin salida.
Increíble Marisa Tomei (¿cuántos años dicen que tiene esta mujer?) en su ñoño papel de muñequita abandonada a sus frustrados sueños de felicidad de cuento de hadas.
Grande Albert Finney evidenciando, con amargura rayana en la violencia, las agrestes pero inevitables fisuras del amor paterno-filial.
Una película de narración, de actores, carente de todo alarde que no se ciña a los estándares clásicos de las grandes historias creadas a partir de mínimas vivencias. Una película que consigue mantenernos, sin pestañear, frente a la pantalla, y a la que, a pesar de sus evidentes pero despreciables carencias, apetece volver para mejor recomponer el puzzle de pequeñas y grandes miserias humanas que nos propone.
Tomad asiento, ponéos cómodos. La incomodidad y la sorpresa ya la pone Sidney Lumet.
Asistiréis al puro espectáculo del desastre, exhaustivamente observado desde todos los puntos de vista posibles. Y, especialmente, a la puesta en escena de sus motivos, esos que tanto y tan a menudo decidimos olvidar.
Antes que el diablo sepa que has muerto Trailer… por ent18
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IMPRESIONANTE PELÍCULA DE UNO DE LOS MAS GRANDES DIRECTORES DE LA HISTORIA DEL CINE, SYDNEY LUMET. IMPRESIONANTE JOHN PHILIP SEYMOUR, UN ESPLÉNDIDO ACTOR. ESTA PELÍCULA ES UNA DE LAS GRANDES. YO LA VI EN VERSION ORIGINAL EN LOS CINES PRINCESA DE MADRID Y ME IMPACTÓ ENORMEMENTE. MUY BIEN ETHAN Y MARISA TAMBIÉN.
Imprescindible verla! Brillante análisis!!!!