Por Javier Vayá
Sólo el hecho de pronunciar el nombre de Quentin Tarantino ya produce encendidos debates entre legiones de seguidores y detractores. Curiosamente los primeros acusan a los segundos de menospreciar todo lo que hace el director y estos, a su vez, de ensalzar las chifladuras del ya maduro enfant terriblede Hollywood. Antes de comenzar esta crítica me veo obligado a posicionarme, armado con un buen arsenal como manda la ocasión, en el bando de los amantes del cine que pergeña el genio de Tennessee.
Django desencadenado es una obra maestra, una pura delicia y disfrute cuyas tres horas transcurren de manera tan endiablada que uno se queda con las ganas de una hora más de metraje de absoluto entretenimiento. Tarantino ha realizado un maravilloso homenaje no al género del Western, si no al subgénero del Westernsucio, crepuscular y setentero cuyo máximo exponente fue el llamado Spaguetti Western. Sergio Corbucci (autor de la primera y mil veces copiada Django) y Sergio Leone son los principales elementos de inspiración, pero no sólo ellos, también el recientemente desaparecido director Michael Winnery ese otro genio llamado Sam Peckinpah están en la película.
En realidad sería casi imposible ponerse a analizar los innumerables guiños y homenajes que Tarantino inserta tanto en esta como en todas sus cintas, además de ser uno de los grandes placeres de todo fan que se precie. Django desencadenado es Tarantino en estado puro, violencia, humor, largos y sublimes diálogos y sobre todo ese amor descomunal por el cine que representa toda su obra. Sin embargo en este su último film se descubre cierto grado de madurez que ya se apuntaba en su anterior trabajo, Malditos bastardos, con la que tiene mucho en común. La violencia, aunque existe como marca endémica de la casa, ya no aparece de manera gratuita, sino contextualizada y se denota un cierto cariño por alguno de sus personajes del que antes carecía, algo que ya pudimos percibir en esa maravilla a redescubrir llamada Jackie Brown.
La manera de rodar es también mucho más depurada, huyendo de su anterior gusto por el feísmo, algo que en Django desencadenado pone de manifiesto en algunas escenas como las de espacios abiertos que harían enmudecer a cualquier director de nombre menos vilipendiado, ayudado, eso sí, por una fotografía encomiable. Sorprende que el guión sea posiblemente uno de los menos complejos de su carrera, dejando de lado sus acostumbradas intrahistorias o historias paralelas. Sus grandiosos diálogos sin embargo permanecen intactos.
Por supuesto mención aparte merece el elenco, ya que Tarantinoes, sobre todo, uno de los mejores directores de actores que existen. CristophWaltz repite la jugada de Malditos bastardos y se convierte desde la primera y magnífica escena de la película en el amo de la función, con un personaje que evoluciona hasta ese acto final digno de Grupo salvaje. Su (aparente) anacronismo en el entorno del salvaje Oeste provoca alguno de los mejores gags de la cinta. Samuel L. Jackson, casi irreconocible, consigue una de sus mejores actuaciones, algo ya difícil, con un personaje tan oscuro como divertido y que además da mucho que reflexionar como verdadera némesis de Django, un JamieFoxx muy solvente al que tal vez las actuaciones de sus compañeros dejen un poco por abajo.
Aparte de la tradición de recuperar a un actor semi-olvidado como Don Jhonson y de contar con un grupo de excelentes secundarios, el que verdaderamente se lleva el gato al agua en cuanto a alarde de actuación es Leonardo Dicaprio dando vida a uno de los mejores villanos que se recuerdan en mucho tiempo y demostrando que es uno de los mejores actores—y más infravalorados— de la actualidad. Su duelo interpretativo, lingüístico y moral con Waltz es, simplemente, espectacular.
La banda sonora es, como siempre deliciosa, desde el arranque con el tema original Django de Luis Bacalov para la cinta de Corbucci pasando por EnnioMorricone hasta temas de R&B o Rap compuestos, por primera vez, especialmente para la película. No entiendo por qué a Tarantino se le ha echado en cara el anacronismo de estos temas que quedan muy bien en el conjunto y que es algo que otros directores ya han hecho con menos fortuna.
Django desencadenado es cine de entretenimiento puro y duro y bien hecho que además denuncia esa etapa tan oscura de la historia americana como fue la esclavitud. Muchos han tachado la forma de denunciar este episodio como frívola o pueril, como ya hicieron con el tratamiento del holocausto de Malditos bastardos. Sin embargo Tarantino sabe que el cine es una fábrica de sueños y por ello se permite el lujo de soñar con improbables héroes afro-americanos como símbolo de la lucha de todo un pueblo para romper sus cadenas.Algo mucho más divertido y tan poco realista como ensalzar a presidentes de la época cuyo nombre se ocupó de limpiar la supuesta “verdadera” historia.
El cine es tanto John Ford como Jean Luc Godard, Tarantino como Leo Carax y existe lugar para todos a este lado del Mississipi. De Quentin Tarantino se podrán decir muchas cosas pero pocos directores han hecho tanto por el séptimo arte como él y además llenando salas a rebosar y consiguiendo que los espectadores disfruten, se rían, piensen y aplaudan.
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