La tórrida noche de agosto en el CAAC requería de frescura musical para aliviar el calor…y eso es lo que nos ofreció St Peter Square. De aquella plaza, la de San Pedro, lugar de reunión Rockabilly en Sevilla durante los 80 y 90, provienen los tres componentes del grupo: Ismael Lojo –guitarra y voz, con larga experiencia en formaciones como Hot Clover Club y Uncle Williams-, Juan Luis Núñez – al contrabajo tiburonesco- y Jose Carlos Oria -batería-.
Ritmo, energía y buen rollo en mayúsculas. Esto es lo que el trío transmitió desde el principio al final transitando entre temas propios como Rockin Swarm, She Only Likes That o su gran himno Shit or Lizard –Chronicle Disease, 2013–, grandes clásico como el Folsom Prisom Blues de Johnny Cash o versiones en clave rockabilly de This Boots Are Made for Walking – Nancy Sinatra – o The House of the Risin Sun.
Resumiendo, más de hora y media de concierto, más que entretenido, más que optimista, más que divertido, que dejó al público con las caderas engrasada para el plato fuerte de la noche. Y este no era otro que…The Milkyway Express.
Sobran las presentaciones para el quinteto sevillano, que tras sus tres primeros trabajos y un generoso parón compositivo, siguen siendo santo y seña de la escena musical hispalense. Su cuarto disco – Malinche, 2017-, el que presentaban esa noche, es una muestra de lo que es este “Expreso de la Vía Láctea”: rock sureño de aires fronterizos, blues, folk, country, psicodelia, canciones potentes, compactas, directas, que se alternan con grandes desarrollos instrumentales altamente evocadores.
El repertorio del directo, muy bien elegido. Dentro de esa burbuja espacio-temporal en la que te sumerge The Milkyway Express, pudimos saborear una Budweiser en el porche de madera con Olivia, emborracharnos con Jack Daniel´s a la orilla del rio con Rye Whiskey, pelearnos en cualquier taberna de Jacksonville con Ambush at Midnight o The Lover sonando de fondo y pegarnos un viajecito lisérgico con Voodoo Doll. Todo ello convenientemente salpicado de temas insignia que han forjado el sonido de la locomotora durante la última década: One Day in Summer, Lost Dogs o Granfather 5, que nos dejó el mejor sólo de batería de toda la velada, recordando pasajes del In-A-Gadda-Da-Vida de Iron Butterfly.
En definitiva, de una plumazo, y en unas horas, nos divertimos en dos décadas diferentes: mientras St Peter Square nos trasladaba a los 50 haciéndonos bailar y contornearnos pasándolo realmente bien, los Milkyway Express, nos dieron nuestra ración de rock sureño sesentón de pura cepa, ese que necesitamos escuchar con cierta frecuencia. Cierto es que, esta vez, echamos de menos ese sonido redondo al que nos tienen acostumbrados, pero por eso, precisamente por eso, estamos deseando volver a verlos.