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Texto y Fotos Antonio Jesús Reyes

Ducan Dhu durante su actuación en el Palau de la Música

El tiempo es un juez implacable. Que las canciones y algunos versos de Duncan Dhu pervivan aún en nuestras vidas, por algo ha de ser… y que sus dos integrantes sigan en la industria de la música por separado y ahora de nuevo juntos, debe indicar algo.

Formada por dos vascos, Diego Vasallo y Juan Ramón Viles, y un venezolano de nacimiento, Mikel Erentxun, el trío debutó con Por Tierras Escocesas (1985), poco a poco ganándose el aplauso de crítica y sobre todo público, llegando a ser uno de esos grupos abanderados del fenómeno fan, etiqueta agridulce, quizá. Resaltemos entre su discografía que en 1989 publicaron la primera grabación española en CD, el doble Autobiografía, que anécdota a un lado, sin lugar a dudas es una de las cúspides de la música popular española. Luego Supernova (1991) fue grande en ventas, y gigante en producción para unas canciones que no necesitaban tanto. Lección aprendida; Piedras (1994) y Crepúsculo (2001) y con este la que iba a ser su disolución y los homenajes.

Aquel rift llamado Autobiografía, haría de Mikel y Diego dos músicos conocedores de sus potencialidades, de ahí que Diego formara un grupo paralelo en 1992 con Cabaret Pop, un lamentable álbum música de discoteca que dio paso a más de una obra maestra de esas que quitan el sentido, pasando del funk a ser un brillantísimo Tom Waits o Leonard Cohen de identidad propia. Su último trabajo se llamó Canciones en ruinas (2010). Reservado, y fuera de los focos, la carrera de Vasallo es digna de repasar una y otra vez. Mikel desde Naufragios (1992)  hasta 24 Goldpes (2012) ha coqueteado con sonidos a ambos lados del atlántico y con los medios de comunicación como aliado.

Los rumores se hacían cada vez más altos y claros este verano. Así Duncan Dhu volvían, con recopilatorio, disco, gira y hashtag. Diego Vasallo y Mikel Erentxun habían evolucionado por caminos opuestos, y ahora quizá estén en una línea donde los dos puedan decir algo afín. El 27 de agosto tocaron el Palacio Miramar de San Sebastián para la prensa. Para el tema “Casablanca” apareció el miembro fundador restante, Juan Ramón Viles. Detalles como este de mirar tanto hacia atrás y de esta forma, hacen pesnar que la vuelta de Duncan Dhu tiene mucho de marketing… y si es así pues muy bien, extremo que confirmamos al escuchar el EP El Duelo, y con el recital en el Palau de la Música Catalana de Barcelona.

El Palau estaba tan lleno que al día siguiente tocaron de nuevo allí mismo. El marco modernista que se llenó de claros de colores y oscuros estaba repleto sobre todo de gente que creció con la música de Duncan Dhu, y les dejaron muy claro por número, por entrega y hasta verbalmente a los músicos en el mismo escenario, que llevaban mucho tiempo esperando el evento. Mikel y Diego fueron tremendamente ovacionados, y comenzaron con el nuevo single “Cuando Llegue el Fin” al que siguió el que abrió Crepúsculo, “Nada” y el primer single del mismo álbum, “Siempre”. “No Dejaría (de Quererte)” de nuevo de El Duelo confirmaba el buen recibimiento de estos temas de sus últimos dos álbumes. Y casi se podría afirmar que mientras más hacia atrás se remontaban los temas, mejor recibimiento, dejando clara la huella que el tiempo ha dejado. Sin embargo, y al mismo tiempo, se notaba un crescendo, sobre todo en el hecho de que se formaban grupúsculos de gente que no podía evitar levantarse de sus butacas… ¡Aquello era para bailar! Sin embargo, una figura siniestra con linterna, llegaba raudo a iluminarte y pedirte que te sentaras. Claro, que la situación no podía durar mucho. Hacia la mitad del concierto, todo el público de pie. Detrás ya habían quedado canciones de siempre y para siempre, como “Rozando la Eternidad”, “A Tientas”, “A Tu Lado”, “Lobos”, (esa canción tan, tan de Diego Vasallo y de su universo de nubarrones y criaturas nocturnas), “La Herida” y “Una Calle de París”. Cuando tocaron “La Casa Azul”, el señor de la linterna desistió de tanto ir y venir. Sobre todo a partir de este instante, se sucedieron tan predecibles como agradecidos de que sonaran, como “Palabras sin Nombre”. Primer adiós de la banda, que volvió con “Llora guitarra (Plora guitarra)”, la versión de José Luis Ortega Monasterio, de El Duelo, conformando el tercer momento solemne de Diego Vasallo, que había estado a la harmónica, y al bajo, claro. “Cien Gaviotas” hubiera sido un gran (y segundo) adiós, pero había más, y si te parece bien, mejor; “Esos Ojos Negros”, “Jardín de Rosas” y “Mundo de Cristal”, sonaron con la intensidad que banda y público generaron. De esta, destacamos la presencia de Joseba Irazoki, a la guitarra eléctrica, que a veces parecía estar en un concierto de algún grupo de prog-rock. Mikel, Diego y compañía dieron un largo adiós, acabando cuando Mikel repartió púas entre las muchachas que había en primera fila.

Con los oídos llenos de música, ¿qué más da a dónde fueran aquellas cien gaviotas? Duncan Dhu estarán recorriendo la península hasta que acabe el año hasta que den un salto a Palma de Mallorca, y otro bien grande a La Scala de Londres, al menos esto es lo que hay confirmado. Si pasan cerca de ti, no lo dudes.

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