Se representó en el Teatro La Fundición (Sevilla), El Abrazo, de la mano de Cía. Provisional Danza. Un trabajo que supo ir más allá de lo esperado, por más que los “riesgos” que asumieron Carmen Werner y Leyson Ponce, hubiesen dejado a más de uno de sus seguidores algo desorientados.
Si uno se toma en serio un montaje sobre el tema del abrazo, entonces lo más natural es documentarse, reflexionar sobre experiencias vividas con este gesto universal, y demás cosas por estilo, de las cuales podría generarse una ontología del abrazo. No obstante ¿Ello supone, necesariamente, que uno como espectador espere un trabajo tan exhaustivo que cumpla como mínimo estos parámetros? ¿Hemos de esperar que en escena se exponga todo el material que habrán recabado estos experimentados profesionales en las investigaciones que habrá recorrido, en este proceso de creación de El Abrazo?
Si asumimos lo anterior, entonces hay numerosas maneras en cómo Carmen Werner y Leyson Ponce pudieron haber resuelto este reto al que se enfrentaron mano a mano. Desde luego esta pieza que fue representada el día 9 de febrero del presente año, está estructurada de tal manera que de varias de las cosas que he mencionado han estado reflejadas. No tanto como si se tratase de una yuxtaposición de escenas enlazadas con más o menos maestría; sino más bien lo he leído, como que las diversas escenas nos exponen el qué tipo de relación tienen estos dos personajes el uno con el otro, la relación consigo mismos y el contexto en el que están enmarcados los mismos en El Abrazo.
De tal manera, que cualquier acción que se suceda en escena podría ser abordada desde diversas interrogantes condicionando así el tipo de respuestas con las que nos toparíamos. Pues, ante esta tesitura conviene que nosotros los espectadores, escojamos la “ruta” que consideremos más adecuada a la hora de analizar esta pieza llena de multitud de senderos a los cuales acogerse. Les hablo de un trabajo multidimensional en la que sus intérpretes y creadores, se hubiesen podido permitir situar las escenas con un orden diferente sin que ello, necesariamente, hubiera alterado el sentido y el significado del mismo.
Ahora bien, identifiqué tres “elementos sustentantes” a los cuales se apoyaron para el desarrollo creativo de El Abrazo. Esto es: Ya bien en la sinopsis de esta pieza, estos profesionales nos avisan de que la obra del pintor estadounidense Edward Hopper ha sido una referencia. Luego lo anterior se articula con un clásico más no menos valioso, el trabajo de gestos cotidianos que son estilizados hasta tales extremos, que se convierten en recursos para componer; y también, las posibilidades que nos ofrece el espíritu lúdico a la hora de experimentar y hacer “pruebas de estrés” con los recursos disponibles.
Con estos tres “elementos sustentantes” se desplegó una pieza que consigue diferenciarse de otras fórmulas, que aunque hubiesen sido efectivas, quizás nosotros los espectadores nos hubiéramos ido a nuestras casas con la sensación de que esta obra ya la hemos visto. Es decir: sea en alguna de las que forman parte de las respectivas trayectorias de estos dos bailarines, o bien de otras que apostaron por lo accesible en vez permitirse jugar. El citado “espíritu lúdico” fue lo que consiguió que al público se le arrancase sonrisas, llevarle a lugares inesperados e incluso surrealistas, entre otras cosas, que de un modo u otro nos emplazan a que estos profesionales dejaron entre paréntesis planteamientos canónicos de la composición escénica contemporánea, dando paso a cosas que me esperaría más de jóvenes creadores con sentido del humor.
Ese derroche de frescura que emana de varias escenas y pequeños gestos, nos mantenía atentos de lo que iba a pasar a continuación, a la par de que no había manera de predecir el qué sucedería entre estos dos peculiares personajes. Personajes de lo más bizarros, aunque no menos sobrios para que la obra tuviese margen a que los espectadores no le pasen por desapercibidos, otros momentos hechos con suma elegancia, sutileza y sabiduría. Por tanto, El Abrazo es un trabajo equilibrado que, probablemente, muchos veteranos de la danza no se hubieran embarcado, dado que cuando uno ya está consolidado es de lo más tentador y legitimo, seguir ahondando en la línea de trabajo en la cual uno se ha encomendado.
Lo anterior me da esperanza, quizás sea un signo de que las redes entre profesionales de lo escénico donde hay personas de distintos registros, formaciones, generaciones, etc…, están dando muestras también en lo más veteranos. Por eso celebro este trabajo, que además ha tenido el acierto de hacer lo que hace, sin ruidos ni reclamos.
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