Mònica Subidé expone El deseo de ser ciervo en la Galería Bea Villamarín de Gijón. Formada en la escuela de arte y diseño La Massana, su obra incluye referencias artísticas al paso del tiempo de Louise Bourgeois o Lucian Freud y su interés en descubrir lo que hay debajo de la carne.
Por Mònica Subidé
No vamos a hablar de pintura, hablemos de sensaciones, de cuando nos tumbamos en la cama y atendemos a nuestra respiración y nos percatamos de que permanecemos vivos, y el tiempo transcurre sin parar y el ajetreo del vivir nos permite suspender el morir.
Dialoguemos entonces de cuando ofrecemos, rogamos dar nuestra alma al ciervo, deseando su libertad, tumbados boca arriba esperando ser excarcelados. Hablemos de la libertad en lo cotidiano, en nuestras relaciones, trabajo, vida, intentemos permanecer quietos y mirar a nuestro alrededor y ver el vacío de la memoria, el momento en el que el animal salvaje nos abandonó. Aquel momento en que pasamos de la niñez a la adultez, siempre presente, siempre de luto, persiguiendo, explorando un viaje interior, recorridos y travesías familiares que nos guían un camino.
Hablemos del intervalo a través del lenguaje de los sueños, dejando un espacio a la ausencia. No hablemos más de pintura, siempre mejor el silencio y dejar paso al sentir; que hablen los otros, aquellos que entienden y estudian aquello del arte, yo solo me permito hablar del minuto donde olvide estar presente.
El deseo de ser ciervo, un recorrido lento de, principalmente, piezas medianas que obligan al espectador a acercarse y tener un momento íntimo con mi trabajo, permanecer en el silencio y desear el vacío.