El 25 de marzo se representó en el Teatro Enrique de la Cuadra (Utrera, provincia de Sevilla), El Festín de los Cuerpos, de la mano de Danza Mobile. Uno de esos trabajos que aunque hayan pasado unos años de su estreno, uno debe salir de dudas para saber del porqué ha sido tan estimado, por los profesionales y los espectadores que lo han visto representado.
Es curioso como una sinopsis que nos subraya que uno de sus puntos de partida es El Banquete de Platón, pueda llegar antojarse insuficiente para si quiera acercarse a la profundidad del asunto. Empezando por el hecho de que El Festín de los Cuerpos no es una especie “adaptación teatralizada” de dicha obra filosófica; más no significa, que los integrantes de esta veterana compañía andaluza, se hayan privado de resguardarse en diversos mitos albergados en este texto platónico (por ejemplo: El mito del ser andrógino que es de donde, entre otras cosas, se puede extraer una referencia fundacional a la cual nos acogemos cuando hablamos de “buscar nuestra media naranja”, o el porqué nosotros los seres humanos tenemos ombligos). Con el cometido de ir enmarcando unos parámetros más o menos reconocibles a nosotros los espectadores, y así dar cabida a desarrollar un discurso y una sucesión de imágenes, que se correspondan con todo una alegato político por nuestro derecho a disfrutar de nuestros cuerpos y de los otros.
No nos confundamos, esta pieza de ningún modo hace apología de la lujuria o promueve la invasión del espacio personal del otro. Más bien diría, que el roce del cuerpo de uno con el del otro, puede transcender a una muestra de cariño o de atracción afectivo-sexual. A tales grados de que semejante acto compartido, nos permite conocer nuestra facultades comunicativas, o porque no mencionar, que nos facilita el descifrar el cómo nos comportamos en situaciones límite donde no tenemos el control del todo, de lo que sucede y sucederá. Situaciones que ponen a prueba el qué tan “civilizado” está el ser humano en varios sentidos. Esto es: Por un lado, nosotros los seres humanos nos hemos dado un artificio tan sofisticado a nivel político, como lo es la moral al respecto del uso de nuestra sexualidad, que al parecer estar dentro de todo este tinglado, nos diferencia radicalmente del resto de los animales. Al mismo tiempo, sus mecanismos a lo largo de la historia de occidente, han oscilado entre la contención de las apetencias sexuales, y el cumplimiento estricto de una serie de condiciones materiales para que un acto tan natural y necesario (como es el acto sexual o la muestras de afecto física), se practique sin dar indicios de que uno se está “sobrepasando”.
Dicho lo anterior, me atrevería a afirmar que El Festín de los Cuerpos nos muestra que el erotismo contenido de una relación física con el otro, no debería asociarse con algo vulgar o pornográfico. Incluso yo añadiría, que transitar la misma senda que los integrantes de Danza Mobile, no implica la ultrasexualización del cuerpo al que uno acaricia, abraza o desea tener cerca. He allí que considere lamentable que el “legalismo” de nuestros usos y costumbres de origen judeo-cristiano (por más que con el paso de los últimos años, su proceso de secularización no ha hecho más que acelerarse), no nos hayan permitido diferenciar las cosas más allá de lógicas binomiales y autoexcluyentes.
Es que gestionar el cómo usamos nuestro cuerpo con respecto a nosotros mismos y los otros, ha de plantearse desde la responsabilidad. No desde evitar habitar contextos que son mucho más transitables de lo que parecen. Allí es cuando cobra más sentido esa amplia escena de esta pieza, en la que los personajes de Paqui Romero y Arturo Parrilla le pregunta el uno al otro, qué hacía allí y a qué han venido. Escena que de un modo surrealista y cómico, nos expone las complejísimas realidades que sorteamos en nuestro cotidiano.
Todos los seres humanos necesitamos dar y recibir afecto, todos necesitamos tener relaciones sexuales. Sin embargo, partimos de muchas carencias en incontables ámbitos, de muy poca educación afectivo-sexual, y encima, hemos llevado hasta el delirio el cómo nos empezamos a relacionar con personas que van más allá de nuestro círculo familiar. Por ejemplo, en la ya mencionada escena, se representa el cómo se recurre con relativa frecuencia acudir a tipos de bailes como el tango (en el que el contacto físico es inevitable y a la vez no se le asocia, necesariamente, con un acto proveniente de “vicio sexual”), para así conocer gente y que sucedan “accidentes” que propicien situaciones que de otra manera, serían impensables. O qué decir, de que el personaje interpretado por Manuel Cañadas nos ofrecía una exhibición de su “sevillana deconstruida”, como síntoma de la de veces que nosotros los seres humanos, nos abalanzamos por hacernos los interesantes porque en esto de relacionarnos los unos con los otros, todo es indirecto y es susceptible de ser interpretado de miles de maneras.
Una de tantas cosas a las que animaría centrar nuestra atención de esta pieza (salvo en los momentos que nos pueden resultar más familiares con nuestro día a día), es que la interacción entre los personajes de El Festín de los Cuerpos se despliega sobre el escenario con tal vitalidad y naturalidad. Fue tan hermoso ver cómo se generaba una danza a través de esas muestras de afecto y deseo entre los personajes de esta pieza; habrán sido tan ricas las conversaciones y los momentos de investigación por los que habrán pasado los integrantes de Danza Mobile, que casi diría que haber presenciado ello hubiese sido más interesante, que haber sido espectador de la representación de esta pieza. Pues, no nos olvidemos que detrás de trabajos tan elaborados por los profesionales de lo escénico, llevan en su espalda numerosas horas de formación, de reflexión, de montaje, de ensayos… En fin, una concatenación de elementos que nos hace ser unos privilegiados a nosotros los espectadores, que en un “aquí y ahora”, se nos da la oportunidad de presenciar en qué punto de su camino están.
Una de tantas cosas bonitas de lo anterior, es que los profesionales de lo escénicos nos necesitan para dotar de sentido y significado todo el trabajo que ejercen, siendo que a nosotros los espectadores, es a quiénes van dirigidos todos estos esfuerzos y ganas de indagar. De verdad, que da gusto que compañías como lo es Danza Mobile, sepan compartir con tal respeto a su profesión cosas que de otra manera, no nos llegarían con tal intensidad y calidez.