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Viena, Austria, VIajes, reportaje

Viena en Achtung! | Por Marcos Mosquera

Viena, de entrada, impone. Ciudad culta, capital de la música clásica, centro de un imperio pasado -controlado, como todos, desde las armas-, monopoly de palacios barrocos con lujosos interiores recargados, orden, salchichas, chocolate, empacho de Sissi… A Viena (www.wien.info/es), a menudo, se la compara con París por su arquitectura, que invita a mirar sin atreverse a tocar. Viena, en cambio, no avasalla. Resulta más manejable, las distancias son abarcables a pie, cuando el cansancio aprieta uno se sumerge en una eficiente red de transporte –metro, autobús y tranvía- y ofrece oasis verdes donde reposar y cafés de cine negro en los que matar el rato.

Carol Reed reservó, en 1949, un pedazo de historia del cine a la histórica Viena. Aunque la capital de Austria sufre el estigma de la melosa Sissi de Romy Schneider, es El Tercer Hombre la película que mejor retrata una etapa, mínima, pero crucial, de su historia, la de la división de la ciudad en cuatro megabarrios, cada uno ocupado por un aliado en la Segunda Guerra Mundial. Por el gran escenario vienés, deambulaba el escritor de novelas baratas Holly Martins (Joseph Cotten), que, en una de las escenas cumbre de la película, se enfrenta a su amigo Harry Lime (Orson Welles) en un escenario reconocible aún, la gran noria del Prater.

La Riesenrad (www.wienerriesenrad.com) gira desde 1897, aunque lo hace de modo diferente desde 1945, cuando tuvo que ser reconstruida tras haber sufrido un incendio un año antes. Aún ahora es uno de los símbolos más reconocibles de Viena. Junto a la torre de la catedral de San Esteban (www.stephanskirche.at), también reconstruida tras un incendio en la ofensiva final de la Segunda Guerra Mundial, y a los jardines del palacio de Schonbrunn (www. schoenbrunn.at), domina, ella parsimoniosamente, la ciudad desde las alturas.

Guia de viaje vienaA una velocidad de 0,75 metros por segundo, a unos veinte minutos por vuelta, la mole de 64,75 metros de altura, 60,96 metros de diámetro y 430,05 toneladas de peso ofrece vistas de Viena en continuo, aunque casi imperceptible, movimiento. La ciudad se agiganta y se empequeñece en cuestión de minutos. Si uno salva el momento kitsch de la entrada, donde le hacen posar como un títere tras la estructura de la supuesta ventana de una presunta cabina de la noria para luego intentar venderle la fotografía, un viaje en la Riesenrad (8,5 euros adulto/7,50 con la Vienna Card / 3,5 niños de 3 a 14 años / gratis menores de tres) permite divisar con pausa la ciudad.

Dentro de las cabinas -algunas vestidas de lujo para eventos especiales, las más modestas con un banco en el centro en el que sentarse-, la noria se eleva hasta igualarse con la lejana torre de la catedral y ofrece una visión de Viena en 360º. Abajo queda un parque de atracciones más parecido a la feria de un gran pueblo y una ciudad para saborear como su noria, a paso lento.

Dónde alojarse
Pension Pertschy (www.pertschy.com/en), en Habsburgergasse 5, entre la catedral y el Hofburg, dispone de amplias habitaciones de techos altos, decoración barroca, un servicio eficiente y un elegante patio interior con galerías. Que el nombre no engañe, es un hotel de cuatro estrellas.

Dónde comer
El restaurante Griechenbeisl (www.griechenbeisl.at), en el número 11 de Fleischmarkt, sirve, desde 1447, especialidades austríacas. Quizás resulte demasiado turístico. Würstelstand am Hoher Markt, en el Hoher Markt, a menos de cinco minutos a pie de la catedral, presume de preparar las mejores salchichas de Viena, cuyo centro está poblado de kioskos en los que probar este símbolo culinario de Austria.

Dos visitas
La oportunidad de extasiarse ante la diminuta Venus de Willendorf, una estatua con 25.000 años de antigüedad, basta para hacerle una visita al Museo de Historia Natural (www.nhm-wien.ac.at). Un recorrido, guiado, por la Musikverein (www. musikverein.at) destapa los secretos de una de las salas de conciertos más célebres del mundo, escenario del afamado concierto de Año Nuevo de Viena.

POR EL DANUBIO { RUMBO A BRATISLAVA }

A poco más de una hora de Viena en tren (www.oebb.at) o en barco por el Danubio (www.twincityliner.com), Bratislava (www. visit.bratislava.sk/es) asoma como una excursión que contrasta con Austria. Con vestigios de la época comunista presentes en su arquitectura y su diseño urbano, la capital de Eslovaquia se descubre con un casco histórico pequeño y coqueto, un castillo que la domina sobre una colina y el Danubio, presente en la vida de la ciudad, algo que no sucede en Viena, donde el río es actor secundario, no protagonista. No se puede dejar de saborear el Bryndzové Halušky, el plato nacional de Eslovaquia, una pasta similar a los gnocchi (halušky) con un queso de leche de oveja que recuerda al feta griego (bryndza) y tiras de bacon fritas. Un buen lugar para probarlo en el centro es el restaurante Presburg (www.presburgrestaurant.sk).

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