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El jueves 21 de julio, las Noches del Botánico se viste de gala para recibir una leyenda musical: el cubano Eliades Ochoa de Buena Vista Social Club y para cerrar la jornada Pink Martini desde Portland, Oregón.

 

 

Hace poco conocí a una joven cantautora vienesa que decía ser muy fanática de la música latina. En algún momento le pregunté si conocía el documental Buena Vista Social Club. Me dijo que no, cosa que me sorprendió sobre manera. Luego me percaté de que dicho documental tiene ya veintitrés años (se filmó en 1999) y que la cantautora vienesa a la que yo trataba de, religiosa y necesariamente, «hispanoamericanizar» acababa de cumplir sus veintiuno (está demás, tal vez, mencionar lo viejo que me sentí, pero lo menciono igual para desahogarme). En todo caso, le propuse, no sin cierta aprehensión, que viéramos el documental juntos. Casi nunca releo libros que me gustaron mucho en su momento, porque no quiero decepcionarme. Por la misma razón, no suelo ver películas una segunda vez. Por suerte, hay obras de arte que envejecen muy bien, como hay hacedores del arte que también, como el gran Eliades, quien acaba de celebrar su cumpleaños número setenta y seis y que sigue yéndose a caballo pa’l monte como un mozo rebosante de ritmo y sabrosura cubana.

 

Canción El carretero: el tumbao, el síncope, la voz de pueblo perdido en medio de la nada, que evoca olor a café recién molido por la mañana; esa vaina tan primitiva y sabrosa y accesible y a la vez tan misteriosa que pese a todo aún sigue siendo Cuba; el capotraste en el quinto (¡el quinto!, no es poca cosa) traste de la guitarra, los arpegios sincopados que ni el más virtuoso alemán estudioso de Bach podría tocar con verdadero filin, esa arrastre de la «r» al decir la palabra «carretero» (no, no es únicamente el seseo lo que nos distingue a los latinoamericanos de los españoles); Y ya. Eso es. Se acabó. Nada más que hablar. Chico, asere, hermano, compa. La música es sangre, es mar. Es carne. Es tierra.

 

 

 

Pink Martini nacieron en 1994 como una pequeña orquesta en Portland, Oregón (EE.UU.), de la mano del pianista Thomas M. Lauderdale, y se convirtieron en un fenómeno comercial en medio mundo cuando publicaron el aclamado Sympathique (1997), su debut largo. Demostraron que se podía jugar con la música latina, la música lounge, la música clásica o el jazz, y hacerlo además en inglés, español, francés, italiano, portugués, japonés. Bendita diversidad la suya, que es no solo estilística, sino también idiomática. Y completamente atemporal.

 

 

La cita con el ¡Guajiro Mayor! es este 21 de julio en el Botánico.

– 19:30 Apertura de puertas

– 20:45 ELIADES OCHOA DE BUENA VISTA SOCIAL CLUB

– 22:30 PINK MARTINI

 

 

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