El estreno de En Tierra de Nadie hizo que muchas de las personas que conocemos parte del repertorio de DA. TE Danza nos encontráramos con un trabajo más enérgico y frontal del que nos tienen acostumbrados. Sin que ello vaya en detrimento, de alterar la calidad artística y discursiva de su trabajo, y que pueda ampliar el tipo de público que acude a ver sus piezas a los teatros.
En Tierra de Nadie no cae en el melodrama o en el efectismo, dado que la mayor parte de la pieza va a un ritmo frenético, en el que hasta sus intérpretes se les planteó el duro desafío de no bajar la guardia bajo ningún concepto. Esto lo digo más que nada, porque las cosas por las que pasan las personas migrantes que se ven en situaciones extremas, suceden justo a esa velocidad. Siendo que cuando están en medio de la travesía, se enfrentan a contextos en el que un descuido les puede costar la vida, ser detenidos por alguien de las fuerzas y cuerpos de seguridad del país al cual quieran acceder, y demás cosas por el estilo. De esta manera, a nosotros los espectadores se nos emplaza a confrontar directamente con imágenes que aunque nos sean familiares, el caso es que ya no pueden pasar por desapercibidas u utilizadas para fines meramente propagandísticos (recuérdese que en toda guerra los bandos en conflicto invierten un sinfín de recursos, para ganar la batalla por quedarse con el relato definitivo de los hechos que acontecieron y acontecen).
¿Eso significa que esta compañía andaluza no tomó partido a la hora de materializar este montaje? De ningún modo. Tanto es así, que los que integran DA.TE Danza consideraron imprescindible volver a sacar a colación el que la Carta de los Derechos Humanos sigue siendo un objetivo deseable, pero las contradicciones con las que convivimos en nuestro día a día, nos siguen demostrando que no son la prioridad en la agenda de todo el mundo. Aquí no se trata de ser ingenuos y mucho menos cursis, sino de visibilizar las consecuencias que se han desencadenado de vivir en medio de dichas contradicciones, las cuales están tan impregnadas en nuestro cotidiano, que ser un cómplice indirecto de estas realidades resulta ineludible.
DA.TE Danza con En Tierra de Nadie no está siendo la primera entidad que ha tomado el turno de palabra sobre esto. Sin embargo, sí que cabe señalar que supieron abordar este tema de la forma más honrada que les fue posible, en el sentido de que ellos se fueron nutriendo de testimonios de personas de diferentes edades y procedencias (incluido el que lleva consigo su director, Omar Meza, quien en calidad de mexicano asentado desde hace muchos años en la provincia de Granada, ha sido testigo de muchas de las cosas que en esta pieza quedan reflejadas). Ahora bien ¿Eso significa que los que integran DA. TE Danza han quedado exonerados de no tratar el tema de las migraciones, desde un lugar privilegiado? No, pero sí que hay que reconocer que en estas cosas es casi imposible librarse de “ser sospecho de algo” (si se me permite la expresión), he allí que yo sea partidario de que si uno tiene la sincera necesidad de tratar un tema, hay que ir con la verdad por delante y ofrecer lo que se tiene. Al mismo tiempo, se ha buscar la forma más operativa de responder a una realidad en la que parece que si te ocupas toda tu vida a la lucha por el reconocimiento de los derechos de las personas LGTBI, parece que te desentiendes del todo de la crisis climática en la que estamos embarcados (por decir un ejemplo). A dónde quiero llegar con esto, es que DA.TE Danza es una compañía de artes escénicas que aunque puede asumir ciertos compromisos con la sociedad que le ha hecho posible, ellos han de contribuir desde el campo en el que más pueden aportar en tanto profesionales especializados.
En esta línea, me resultó clarificador asistir al coloquio que se hizo tras la representación de En Tierra de Nadie, porque con éste conseguí entender que este trabajo ha tenido la capacidad de que cada uno de sus espectadores se quedasen con las imágenes/escenas que más le interpelan (por ejemplo, uno de los espectadores agradeció a los integrantes de esta compañía que se haya usado el himno de la comunidad gitana, en un momento concreto de la pieza). En paralelo, Omar Meza comentó que recogieron para el montaje cosas que había sucedido, básicamente, en todo el mundo y a personas de diversas condiciones, así este trabajo procura universalizar esta realidad. De esta manera, nosotros los espectadores, habremos contactado con una cosa más que otra, como si de esta forma hubiesen tantas versiones de En Tierra de Nadie como espectadores que la hayan visto.
Aún con todo ¿La investigación (artística y de documentación) de En Tierra de Nadie pudo ir más lejos de cara a su montaje y estreno? Sin duda, y nunca uno debería quedarse con que un trabajo está totalmente cerrado. Ya que siempre en artes escénicas se cuentan con los recursos que se cuentan, y ha de haber un momento de cambiar el ciclo, asumiendo el resultado que fuese que llegue una vez que sea representado ante el público. Por tanto, creo que lo más preciso es decir que En Tierra de Nadie es un proyecto que podría estar en eterno desarrollo, y en manos de los integran DA. TE Danza queda darle mucho más recorrido, que el que ha abarcado en estos dos años de proyecto.