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Fernando Del Río es artista. Toca el contrabajo y el piano primordialmente. Le gusta el cine. Ve, por lo tanto, muchas películas. Ha tocado con muchos grandes —y no tan grandes— de la música (en sus palabras: ha caído en numerosas ocasiones en manos de cantautores). Aprovechando mi consabido odio al invierno y el hecho de que me tropecé de manera milagrosa con un dinero extra —en realidad vendí, a sobreprecio, una guitarra vieja que ya no me interesaba para nada—, en menos de lo que se persigna un ñato, agarré un avión directo a Panamá.

Lo primero que hice, pasado el puñetazo de calor y humedad que mi amado país me ofreció una vez puse un pie fuera del aeropuerto, fue irme directo al barrio de San Cristóbal y tocarle la puerta a Fer, que no tenía ni puta idea de que yo venía. Me saludó como si nos hubiéramos visto la semana pasada (tenía tres años sin verlo). Le propuse entrevistarlo y me dijo: «Sólido», que en España equivaldría a decir «Guay». De inmediato nos fuimos a un barcito colombiano que estaba a la vuelta de la esquina. Y aquí estamos ahora, más que preparados. Es decir que sobre la mesa tenemos un cubo con seis cervezas, cevichitos, empanadas y una bandeja paisa.

Javier Medina Bernal: Bueno, mi hermano. ¿Cómo empezó todo? Dispara. Pero habla alto y cerca de la grabadora —así, mira—, porque el volumen del traganíquel está hasta la mergolleta y tienes que intentar que lo que digas se escuche por encima de la bachata y la salsa sensual. Por si acaso, amigos de la península ibérica, allá del otro lado del charco, «traganíquel» significa «rocola», o sea una pinche «máquina de discos», joder. ¿Por qué me miras así? Te recuerdo que la entrevista se publicará en una revista española.

Fernando Del Río: Sí, OK, pero ¿te la vas a pasar toda la entrevista traduciendo nuestras panameñadas?

JMB: Tú dale.

FDR: De niño, con nueve años, me gustaban los cómics.

JMB: La puta madre este ceviche, mi hermano, y con esta cervecita… Uf. Pero sigue, sigue.

FDR: En la escuela teníamos que dibujar y no me salía bien. También pintábamos, pero al ser daltónico no pintaba los objetos del color que correspondía. Fue mi madre la que me animó a practicar dibujo. Entonces imitaba lo que veía en los cómics y videojuegos. Hacía historietas, hasta que alcancé un buen nivel dibujando figurativamente en carboncillo. Simultáneo a eso, el piano me volvía loco, me gustaba mucho y no recuerdo de dónde vino eso, pero mi padre se dio cuenta porque trajo unas guitarras de México y otras cosas que tenían teclas. Destruí las guitarras y…

JMB: ¡Cómo dijiste!

FDR: Destruí las guitarras.

JMB: ¡Maldito!

FDR: Destruí las guitarras, decía, y los teclados los dejé intactos y jugaba con ellos. Cuando cumplí diez años, mi padre me inscribió en el conservatorio.

JMB: ¿Seguiste dibujando?

FDR: Sí, durante mi adolescencia, de forma más artística y abstracta.

JMB: Creo recordar que alguna vez me dijiste que eras un niño muy sensible, que llorabas mucho.

FDR.: Todavía lloro, casi todos los días.

JMB.: Yo estoy a punto de llorar con esta cerveza. No será alemana, vale, pero en este momento no la cambio por ninguna. Dime, ¿Cuáles eran esos cómics que leías?

FDR: Leía Memín, Condorito, El Hombre Araña y unas historietas graficas de Julio Verne.

 

JMB: recuerdo que mí me gustaba buco Kaliman. (Buco = mogollón).

FDR: ¡Verga, sí! ¡Chuzo, cómo se me fue Kaliman! Alucinante. Era una pasada para la imaginación Kalimán.

JMB: Totalmente.

FDR: Entre los videojuegos, me gustaba Mario Bros y un manga del que después sacaron una versión gringa llamado Robotech.

JMB: Ninja Gaiden era de mis videojuegos favoritos. Y, dime, ¿Cuándo fue que llegaron las mujeres?

FDR: A los diez años una adolescente del barrio de El Chorrillo tomó mi mano y se la pasó por los senos. No me afectó en absoluto. Solo lo recuerdo como algo relacionado con la naturaleza humana. Más adelante me di cuenta de que siempre que decidía ponerme a estudiar —piano o contrabajo, lo que fuera— aparecían las mujeres. Obviamente sufrí los embates del amor como todo joven y todavía en mi adultez me pegué más de una borrachera por ese tema. Pero hoy día no siento que fuese algo significativo para mi obra musical o a mi quehacer artístico. Lo que sí me cuestiono a veces es como seria mi vida de haberme casado y tenido hijos, por ejemplo.

JMB: Cuéntanos más detalles sobre tus estudios musicales.

FDR: Como ya te dije, comencé a los diez años a estudiar el piano seriamente. Llegué a tocar sonatinas de Clementi y cosas de ese nivel, Bach básico. A los diecisiete tenía problemas con mis calificaciones del colegio secundario y tuve que dejar el piano para poder graduarme, problema que más o menos está resuelto en Panamá, porque inventaron el Bachillerato de Conservatorio, donde estudias el instrumento y materias regulares como matemáticas.

JMB: Disculpa, antes de que se me olvide, ¿Qué era lo que hacían tus padres?

FDR: Mi papá era profe de matemáticas y mi madre se jubiló de enfermería.

JMB: OK.

FDR: Bueno, la vaina es que empecé a tocar el bajo eléctrico en bandas de rock y en la iglesia (me di cuenta que en las iglesias había más mujeres que en los bares). Cuando me gradué, supe que había abierto la facultad de bellas artes en la universidad y me matriculé, le pregunté al profesor de la cátedra de bajo si daban bajo eléctrico y me dijo que no, solamente contrabajo, y pensé «Chévere, me gusta también el jazz, y ese instrumento suena orgánico, puedo estudiar piano como algo secundario».

JMB: ¿Qué significa que un instrumento suene «orgánico»?

FDR: Es la forma en que describo la naturaleza analógica o digital de las fuentes sonoras, independientemente de que las produzca un instrumento acústico o eléctrico. Hay instrumentos electrónicos que pueden sonar orgánicos, con más vida. Lo notas por la reacción física que provocan en tu cuerpo y alrededor de ti. Cuando practicaba el contrabajo, los árboles vibraban. Hay sonidos que son menos orgánicos, lo puedes ver en sus representaciones gráficas en una estación de audio digital.

JMB: Muchos en Panamá te conocemos como el bajista de la banda de rock Maleza.

FDR: Para hablar sobre Maleza, tengo que ahondar en otras cosas. El arte llegó a mí por puro azar, y pude potenciarlo gracias a mi familia, a amigos e instructores que me apoyaron.

JMB: Ya, ya. ¿Y el cine?

FDR: Aguanta. Organízate, Javi. Y dale con calma con la cervecita.

JMB: Mira tú quién me dice que me calme con la cerveza. Ya tú has acabado dos como si fueran agua de pipa.

FDR: La cerveza a mí no hace na, mi hermano, ya lo sabes. Ah, y aclárales a los españoles que «agua de pipa» es «agua de coco».

JMB: Cierto, cierto. Pero, dime, ¿y el cine?

FDR: Antes del cine, fue la lectura. Un buen día me dio por leer libros, lo que fuera, luego conocí gente que me recomendó y prestó ciertos autores. La literatura cambia la forma en que tu arquitectura mental funciona.  Entonces la lectura me dio los códigos para diferenciar que películas aportaban más a esa deconstrucción de mi pensamiento.

 

JMB: A mí lo que me está deconstruyendo el cerebro es esa bachata que acaban de poner.

FDR: ¿Qué, ahora solo te gusta la música de Strauss? Ja, ja, ja. Bueno, y más tarde llegó el cine me enloqueció. Lo amo. Pero me di cuenta de que debía tener cuidado con eso, porque el cine exacerbó desde el principio mi mitomanía natural artística. Les echaba cuentos muy adornados a los panas y me techaban de mentiroso.

JMB: Te entiendo. A veces pienso que tú y yo solo somos amigos porque vamos con la mentira por delante, como decía Francisco Umbral, al que deberías leer pronto. En fin, ¿y Maleza?

FDR: Maleza, mi antigua banda de Rock, fue un punto de inflexión. Conocí al resto de los integrantes en otras bandas anteriores. Algo que quizás las siguientes generaciones no sabrán aquello de juntarse, no solo a tocar, sino a convivir, como pandillas, pandillas artísticas. Nos movíamos juntos, hacíamos todo juntos. Maleza fue una consecuencia de la búsqueda artística de un grupo de gente que no necesariamente eran de la banda, o siquiera músicos. En la pandilla había pintores, cineastas, bailarines, biólogos, etc. Hacíamos cosas de día, se tocaba de noche y fiestábamos juntos, compartiendo arte y aquello a lo que cada uno se dedicaba. Yo le llamo «El periodo mágico».

JMB: Esta bandeja paisa también es mágica. Pidamos otra.

FDR: Dale. En Maleza estiramos al límite los conceptos formales de la música, realmente, hasta situaciones que ponían en riesgo nuestra salud, como ensayar dos días seguidos sin comer, o tocar a volúmenes nocivos para la salud auditiva, pero el compromiso era ciento por ciento artístico, entonces logramos resultados a nivel personal —y para la audiencia— que difícilmente se logran con una banda tradicional, por muy buena que esta sea.

JMB: Hablando de lecturas. dime, sé que has leído a Kandinsky y que te cambió la vida.

FDR: Lo visual, ya sea porque dibujé mucho cuando niño o por lo que sea, es un factor muy importante en mi vida, al punto de soñar con colores a pesar de mi daltonismo. Internamente, sentí una relación entre la imagen y el sonido más allá de lo que formalmente conocemos, obvio, se relacionan, pero no sabemos hasta qué punto. Al ser muy visual, mi relación con la pintura es tácita, me encanta Francis Bacon, entre otros, pero cuando me topé con Kandinsky algo se transformó dentro de mí, me sentía distinto frente a las cosas, entonces investigué, y resulta que este pintor ruso realizó investigaciones muy profundas y científicas en cuanto a la relación del color y el sonido, y publicó libros al respecto. Tanto su período más figurativo como su abstracción geométrica me engancharon, confieso que me gusta más lo del medio, un período que el mismo denomina «Madre Moscú».

JMB: Madre Empanada, mi hermano, y madre cervecita. ¿Otra ronda?

FDR: Venga. A ver, Kandinsky: todo eso me llevo al libro único, la quinta esencia de los tratados artísticos: Sobre Lo Espiritual En El Arte. Ese libro me hizo el Artista Musical que soy hoy en día. Puedo hablar sobre ese libro durante horas, literalmente, pero en resumen es un libro que pone en la realidad lo intangible del arte.

JMB: Háblame sobre los integrantes de Maleza.

FDR: Hablar de cada integrante de Maleza sería muy extenso.

JMB: Tenemos toda la tarde y toda la noche. Y yo invito. Traigo euros.

FDR: Sólido.

JMB: «Sólido» significa…

 

FDR: Ya lo dijiste. Lo interesante de los integrantes de Maleza es que, al ser todos panameños, había diferencias muy profundas en nuestros gustos y orígenes étnicos. Uno de los cantantes, André, cantaba cantos litúrgicos góspel con su madre, algo hermoso. A Erica Barreto, cantante también, le gustaba el Roockie, Cerati y Radiohead. Marco, el guitarrista, escucha punk duro, música gitana de los Balcanes y es parte chino, italiano y panameño. Uno de los bateristas más constantes, Dennis Smith, es soldador marino. Y yo escuchaba salsa, jazz, rock, música docta, en fin, de todo A través de los años pasaron por Maleza montones de músicos que fueron colaboradores, invitados y sustitutos. Maleza llegó a ser una banda con cuarteto de cuerda, compañía de teatro y rapero, todo junto. Los miembros más permanentes fuimos Marco Luque, en la guitarra, y yo, en el bajo y teclados. Una vez me salí de la banda, porque éramos un desastre a nivel económico y ya era hora de que me ganara la vida, y es en este punto donde Giacomo Basolu Nannini, gran artista multimedia visual italiano, me da un gran consejo…Pero antes de eso, tengo que viajar en el tiempo unos compases atrás. Giacomo gana en Italia un premio de cine que representaba dinero, decide viajar a América y le llega la información de que en Panamá se hace un festival seudo- artístico llamado Rainbow, y que nada tiene que ver con lo que hoy día representa el nombre. En Panamá Giacomo la pasó muy mal en ese festival, ya que estaba muy mal organizado y… Lo mordió un perro. El sobrino de Marco, Bruno, le prestó auxilio y fue así que Marco y Giacomo se conocieron. Tenían mucho en común, no solo por el origen italiano que ambos compartían. Giacomo era un verdadero guerrillero del arte, con visión. Cuando él conoció Casco Viejo, lo visualizó como el lugar donde ocurriría la semilla del renacimiento artístico panameño, de donde se esparciría el cambio cultural con inversiones foráneas y locales. No se equivocó, eso ocurrió, pero sin la revolución artística y paso a ser un sitio de diversión turística. A Giacomo le encantó la música de Maleza. Nos filmó un video de un tema mío sobre la invasión gringa a Panamá, y en el momento que abandoné Maleza en busca de estabilidad económica, él me aconsejo que volviera a la banda, porque era un fenómeno único, y tenía razón. Volví a la banda y regresó la magia. Maleza era, cada vez más, insostenible económicamente. Giacomo murió en Panamá en circunstancias un poco misteriosas, supuestamente por negligencia de una chica con la que estaba. Conocí a la familia de Giacomo. Viajaron a Panamá para conocer a sus amigos. Fue una pérdida irreparable.

JMB: Tremendo, hermano. Brindemos por Giacomo, que ya llegó la ronda. Hablemos de tu época jazz.

FDR: Mi tiempo en el género jazz siempre estará asociado con Danilo Pérez. (Ayer iba en bici por aquí cerca y, después de tantos años que no trabajo con Danilo, un vecino del barrio me preguntó por qué no estaba en el festival que él organiza. Sin embargo, mi mayor influencia artística en el género es Eduardo Irvin. Cuando yo apenas tenía diecinueve años, ya formaba parte de un trío de jazz con él (piano, sax y bajo eléctrico). Los ensayos eran en su casa. Nos ponía videos de Coltrane, Jannis Jopling, Sun Ra, Raza Rolad Kirk etc. Escuchábamos buco rock también. Eduardo fue, pues, uno de mis mentores más influyentes, amplió mi visión del arte en el género jazz, que él ve no solo por lo que es, sino como una herramienta de cambio social. Después vino Danilo que, por medio de sus gestiones culturales trajo a Panamá a grandes maestros y músicos con los que tomé clases y gracias a los cuales mi nivel técnico y conocimientos formales mejoró, provocando que hiciera erupción el volcán artístico que había crecido con Eduardo.

JMB: Me acuerdo de que creaste un Festival de Jazz alternativo al Festival Internacional de Jazz de Panamá.

FDR: Fui voluntario en ese festival. Fui mano de obra, cargué cables y luces y bártulos en general. Fui artista invitado y colaborador. Pero tengo una visión artística que difiere de la de los métodos que pone en práctica el festival, sobre todo pienso que sus filosofías educacionales no coinciden con las mías. Siempre le estaré en deuda a Danilo y a las personas que tuvieron que ver con este período, ya que aprendí mucho y tuve acceso a información carísima de forma gratuita. Me desvinculé de la organización del festival y de la fundación. Creé eventos musicales alternativos que coincidían con las fechas de actividades del festival de jazz de Danilo. Quería darle a la gente otras opciones más arraigadas en lo artístico a las propuestas que brindada el festival oficial.

JMB: Una vez me dijiste que has tocado con los mejores.

FDR: Cuando digo que he tocado con los mejores de mundo suena irreal y es algo que hay que ver en perspectiva.

JMB: Di nombres, sin asco. ¿Quieres beber ron de las cervezas, o prefieres no mezclar?

FDR: He tocado con Chucho Valdés, Bill Frisel, Vitín Paz, Danilo Perez, Billy Cobham, Yuri Honina, La India, Orishas (de Cuba), Paquito de Rivera, Pablo Milanés. Ah, no lo de Pablo no ocurrió, esa mierda se canceló al final. También toqué con Plácido Domingo (fui el tercer contrabajo de la orquesta que lo acompaño en Panamá). Y no, no me importa mezclar.

 

 

JMB: Si la memoria no me falla, una vez me dijiste que tocaste con el salsero venezolano Lefty Pérez en Penonomé, pueblo casi fantasma de nuestro querido Panamá.

FDR: Coño, sí, Lefty, loco. Ja, ja, ja, claro.

JMB: Hasta se te iluminó el rostro, hermano. Echa el cuento, y exagera todo lo que quieras, con confianza.

FDR: Lefty es uno de los últimos de la generación de salsa sensual, un dinosaurio. Yo estaba apoyando a una orquesta de niños de salsa y a Lefty, que en ese momento estaba en Panamá— ha venido un montón de veces y sigue viniendo— le pareció bonito que lo acompañara esa orquesta de niños, jóvenes, adolescentes más bien, de El Chorrillo. Quedamos en que necesitaríamos una semana para montar el repertorio antes de volvernos a encontrar con Lefty. Cuando regresó, la orquesta no estaba lista. Me miró y me dijo: ¿Qué hago, papi? Dime, ¿Qué hago, viejo? Le respondí que yo resolvería todo. Llamé a músicos mercenarios, tipos que tenían mucha calle, maleantes, como yo mismo.

JMB: Y como yo.

FDR: Eh… Sí, claro, ejem.

JMB: ¿Te pica la garganta?

FDR: Sí, sí. En fin. Al día siguiente, el mismo día del concierto, ensayamos en la mañana y la música salió bien. Al final tuve que dejar por fuera a algunos miembros de la orquesta de niños. Fue un duro golpe para ellos, pero de todo eso se aprende. La vaina es que Lefty estaba contento y partimos pa’l mentao pueblo de Penonomé. Íbamos en un bus grande, cómodo. En teoría teníamos que tocar a las diez de la noche y habíamos llegado apenas tres horas antes. Era una pista de pueblo desolada y con un equipo de sonido bastante pobre. En su género, repito, Lefty Perez es uno de los grandes, ha hecho historia, y ahora tenía que cantar en un potrero. Pensé: «¿Quién coño organiza estas vainas?». Entre Lefty y yo asumimos de forma natural toda la movida. Les dije a los músicos: «Vamos a instalar y a probar». Lefty hizo lo mismo con sus coristas y cuerpo de baile. Yo mismo hice el sonido con lo que había. Cuando empezó a sonar decente, nos bajamos. Ya era media noche no había un alma en la pista. Dio la una, dieron las dos de la mañana. Dieron las tres. Nada. Hasta que por fin, ya casi a las tres y medio, aparecieron dos parejas, ebrias ambas. Entonces Lefty dijo: «Vamo pa encima». Subimos y tocamos espectacularmente, se sentía una vaina muy especial. Las parejas no paraban de bailar y cantar los temas de Lefty. El género de la salsa sensual no es mi favorito. De hecho, me repele todo de él, sus letras, su estética. Sin embargo, en ese momento tuvo todo el sentido del mundo. Yo estaba detrás de Lefty viendo bailar y cantar como si estuviese en el Teatro Royal, ¿sabes lo que digo? El Lefty le entregó todo a esas cuatro personas. Se me salió una lágrima y en ese mismo momento Lefty se volteó y me guiñó un ojo. «¡Qué grande!». Ese día aprendí que, lo que sea que decidas hacer, siempre tienes que creértelo y hacerlo en grande.

JMB: ¿Y qué fue aquello que pasó cuando te fuiste al cuarto de hotel después de la presentación?

FDR: No recuerdo.

JMB: ¡Hm! Ok. Dale. No insisto. Seguro en el traganíquel hay canciones de Lefty. ¿Cuál pongo?

FDR: Ponte «Mujer sensual».

JMB: ¡Ah!, es esa que va: «Mujer sensual que alborota/ un huracán cuerpo a cuerpo». Al rato la ponemos. Ahora te voy a mencionar algunos nombres al garete y tú me dices, en una palabra, o en una breve frase, lo primero que se te venga a la cabeza. ¿Ok?

FDR: Dale.

JMB: Chuco Valdés.

FDR: La clave es un concepto implícito, de eso ni se habla.

JMB: Quentin Tarantino.

FDR: La belleza de lo salvaje.

JMB: Rubén Blades.

FDR: El cuento puede más que la razón.

JMB: El Cigala.

FDR: Lo conocí.

JMB: Rosalía.

FDR: El culo de Rosalía me pone de buen humor.

JMB: Enrique Iglesias.

FDR: Me repulsa, todo en él me repulsa, pero no lo conozco en persona, quizás es un tío de la puta madre.

JMB: Radio Futura.

FDR: Cuando todavía había poesía en el rock pop.

Era un hombre de papel

era un juguete del viento

que en el cielo de la ilusión hallo su propio infierno.

JMB: Manu Chau.

FDR: Nostalgia.

JMB: Por la raja de tu falda.

FDR: No recuerdo por la raja de tu falda, con un título así creo que es mejor no recordarlo.

 

JMB: El bajista de Manu Chau.

FDR: Lo vi en un video. Buen gusto y resistencia.

JMB: Camarón de la Isla.

FDR: Una frase no es suficiente.

JMB: Javier Bardem.

FDR: Huevos de oro.

JMB: La Mala Rodríguez.

FDR: Algo no le creo.

JMB: Jaime Altozano.

FDR: Un buen neurótico.

JMB: Isabel Pantoja.

FDR: A la Isabel mi madre la escuchaba un montón.

JMB: Flea, bajista de Red Hot Chillie Peppers.

FDR: Dale duro siempre, continúa.

JMB: Mecano.

FDR: Azul.

JMB: Manuel de Falla.

FDR: El amor brujo.

JMB: Louis Amstrong.

FDR: El estereotipo del negro feliz y jazzista, auténtico.

JMB: Ricky Martin.

FDR: Detrás de cada nena hay un buen productor. El de Ricky fue Robby Draco Rosa.

JMB: La macarena.

FDR: Nada que decir.

JMB: Alejandro Sanz.

FDR: Antes era bluesista.

JMB: Panamá.

FDR: Postal engañosa.

JMB: Marco Luque.

FDR: Pintura.

JMB: Cortázar.

FDR: La esperanza es una puta vestida de verde.

JMB: Rómulo Castro.

FDR: Cuida de sus músicos.

JMB: Sean Penn.

FDR: Se cogió a Kate Del Castillo.

JMB: Brad Pitt.

FDR: Bastardos Sin Gloria.

JMB: Romy, tu difunto padre.

FDR: No te desanimes nunca.

JMB: Danilo Pérez.

FDR: Sacerdote.

FDR: Graciela Núñez, la mejor violinista de Panamá.

FDR: Le gusta sus canas.

JMB: Contrabajo.

FDR: Patrick Süskind.

JMB: Jazz.

FDR: Tabaco de Eduardo Irving.

JMB: Blues.

FDR: Un negro encarcelado.

JMB: Italia.

FDR: La nariz de María B.

JMB: Héctor Lavoe.

FDR: Lentes oscuros.

JMB: Chuchu Martínez, gran poeta panameño.

FDR: El papá de Maria B.

JMB: tu señora madre, Pola.

FDR: Alegría.

JMB: Joaquín Sabina.

FDR: Me gusta lo que dicen mis amigos de él.

JMB: David Bisbal.

FDR: Bisbal me gusta cuando canta algún palo, pero su producción pop me da igual.

JMB: ¿Cerveza Balboa o ron Abuelo?

FDR: Ron Abuelo.

JMB: Entonces acabemos con la ronda de cervezas y pidamos una botellita, pues.

FDR: Dale.

JMB: ¡Cantinero! Una botella de Abuelo, ahí. Pink Floyd.

FDR: Me da igual.

JMB: Metallica.

FDR: Disco negro.

JMB: Nirvana.

FDR: Yo borracho viendo a un bebé flotando que años después, ya siendo adulto, demanda a la banda.

JMB: Bill Frisell.

FDR: Comprensión y ternura.

JMB: La trilogía del Padrino.

FDR: Lo que todos piensan, no tenían que hacer una tercera.

JMB: La película Parasite.

FDR: El entretenimiento no tiene por qué ser mediocre.

JMB: Luis Buñuel.

FDR: Vienen a mi mente imágenes en blanco y negro, y ganas de hacer música retro.

JMB: Gustavo Cerati.

FDR: Lago en el cielo.

JMB: Tamborito.

FDR: Me hace sentir cómodo.

JMB: Salvador Dalí.

FDR: No es para tanto.

JMB: Roque Cordero.

FDR: El alma de Panamá, junto con Brenes.

JMB: Una carimañola.

FDR: La felicidad. En serio, la felicidad. ¿Pero los españolitos sabrán qué eso?

JMB: A estas alturas me da igual. Además, que busquen en internet, ombe. Sigo: Chopin.

FDR: La Noche.

JMB: La noche.

FDR: Beber y coger.

JMB: Yo Yo Ma.

FDR: Mi amiga Karina.

JMB: Richard Clayderman.

FDR: La muestra de que todo es posible.

JMB: John Coltrane.

FDR: Luz.

JMB: Leonardo Fabio.

FDR: Quisiera ver alguna película de él, aparte cantaba como Dios.

JMB: Billie Holiday.

FDR: En este mundo existen tres clases de personas, las que aman a Billie, las que aman a Fitzgerald y las que no saben quiénes son ninguna de las dos.

JMB: Antonio Banderas.

FDR: Vende perfumes.

JMB: Thelonious Monk.

FDR: Sencillamente genial, hiperactivo.

JMB: Vitín Paz.

FDR: Sombrero.

JMB: Miles Davis.

FDR: Revólver.

JMB: Shakira.

FDR: Ojos así es buen tema.

JMB: Joan Manuel Serrat.

FDR: Con Serrat me pasa lo mismo que con Sabina, disfruto lo que mis amigos dicen sobre él.

JMB: Orson Welles.

FDR: La prueba de que las personas son manipulables.

JMB: Bach.

FDR: Una comprensión absoluta.

JMB: Henryck Górecki.

FDR: Prueba de que la necesidad artística te lleva lejos. Compuso para doce contrabajos.

JMB: Nina Simone.

FDR: Me da igual, sé que es buenísima, pero me da igual.

JMB: Chet Baker.

FDR: Si tuviera que elegir un camino como interprete instrumental, mi guía sería Chet.

JMB: Chayanne.

FDR: Seguro hace mucho ejercicio físico.

JMB: La canción “Despacito”.

FDR: Me hubiese gustado componerla yo para forrarme, ya que es un producto, solo eso.

JMB: Llegó el ron. Brindemos.

FDR: Sí sabes que a partir de ahora todo será loma abajo, ¿no?

JMB: Sí. Paco de Lucía.

FDR: Calvicie.

JMB: Charles Mingus.

FDR: Escopeta.

JMB: Almodóvar.

FDR: La hija de Lola Flores en traje de torero.

JMB: Marlon Brado.

FDR: Brando era demasiado artista para las películas. Su capacidad podía haber sido aprovechada en otro tipo de medios.

JMB: Corrida de toros.

FDR: Nunca estuve en una.

JMB: Eros Ramazotti.

FDR: Canta con la nariz

JMB:  España.

FDR: Gitanas.

JMB: Flamenco.

FDR: Gitanas.

JMB: Las Ketchup.

FDR: Otro exitoso producto que duró un tiempo.

JMB: Marc Anthony.

FDR: Disciplina, usa reverb cuando graba.

JMB: Omar Alfano.

FDR: Le tengo cariño, mucha experiencia, un cantante terrible, le gusta la parranda, me cae muy bien.

JMB: Picasso.

FDR: ¡Es más que cubismo, por Dios!

JMB: Noriega.

FDR: Asalariado de la CIA.

JMB: Omar Torrijos.

FDR: Solo le faltó tiempo. Con él, Panamá sería mejor hoy.

JMB: Al Pacino.

FDR: Marco Luque.

JMB: Michael Jordan.

FDR: Sudor.

JMB: Maradona.

FDR: Cervezas y pizza.

FDR: Tu abuelo.

FDR: No está.

 

JMB: Y ahora, ¿Qué más?

FDR: Pues, ahora, además de artista y músico, soy ingeniero de mezcla.

JMB: Hoy ambos hemos mezclado cerveza con ron y vamos a pagar caro por ello.

FDR: ¡Pf! Quién dijo miedo. En fin, de alguna manera, mi conversión en ingeniero de mezcla y productor fue natural, pero se aceleró en el momento en que tuve que quedarme en casa cuidado a mi abuelo, que había entrado en un estado de senilidad avanzada, por allí por el año 2015. Cuando cuidas a un viejo con demencia, ¿qué queda? Componer. Decidí, entonces componer mi propia música, y esa necesidad me obligó a estudiar los procesos inherentes a la ingeniería de sonido. Luego comencé a compartir mi música por WhatsApp y eso me trajo clientes que tenían la misma necesidad que yo pero a los que les daba pereza estudiar los procesos de producción. Desde mi encierro, gané dinero desde y saqué mi grado a distancia de Ingeniero de Mezcla con Berkley.

JMB: Excelente. ¿Qué instrumento que no tocas te gustaría tocar?

FDR: Batería. Y el violonchelo.

JMB: ¿Por qué?

FDR: Porque con la batería tendría acceso físico a la dimensión del tiempo. Los Físicos actuales consideran el tiempo como una dimensión. Los percusionistas tienen la facultad de alterar la percepción temporal con la música.

JMB: Hm.

FDR: Y eso es una herramienta para definir en gran parte la estética de un tema musical. La batería es un conjunto de instrumentos de varias dimensiones temporales.

JMB: ¿Y el violonchelo?

FDR: Porque me da la gana, ja, ja, ja. No, no es cierto. Es que el violonchelo tiene un par de notas más graves que los contrabajos; no sonoramente, solo es algo de percepción. El do grave del cello es especial

JMB: ¿Qué no se debe hacer si uno quiere tener éxito en la música? Aparte de no caer en las manos de un cantautor, claro está.

FDR: Ja, ja, ja. Simplemente no te rindas. Nada te garantiza el éxito, pero es mejor vivir peleando, que estar tirado y triste. No priorices el dinero en detrimento de tu educación y de tu disfrute al hacer música, no consumas drogas ni alcohol, y si lo haces, hazlo poco.

JMB: Aquí van las últimas dos preguntas, que ya el ron me está pegando.

FDR: Antes aguantabas más, Javi. ¿Qué pasa? ¿Te dejaste suavizar en Europa?

JMB: Sabes que siempre me ha pegado duro. En fin, ¿cómo quieres que te recuerden cuando mueras?

FDR: Me da igual, es algo en lo que nunca pienso.

JMB: ¿Qué es la muerte?

FDR: Simplemente, el fin, la no vida. No hay más na.

JMB. Listo. La entrevista ha muerto. Fin. Voy al traganíquel. Ya vuelvo.

 

Mujer sensual que alborota

un huracán cuerpo a cuerpo.

 

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