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Lastura Ediciones lanza dentro de su Colección Alcalima Este nueve de enero. Antología poética de Francisco Caro, seleccionados por Davina Pazos, Francisco García Marquina, José Luis Morales, Manuel Cortijo Rodríguez, Pedro Antonio González Moreno y Rafael Soler.

Alicja Neumiler. Detalle en la imagen de cubierta

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Con el objeto de celebrar el septuagésimo cumpleaños de Francisco Caro (1949), Lastura dedica el número 131 de su excelente colección Alcalima de poesía, que dirige con mano maestra la poeta Isabel Miguel, a la antología poética del historiador y poeta de Piedrabuena, Este nueve de enero, título que señala su fecha de aniversario, «una fecha que insta a la desobediencia», donde se agrupan ciento siete composiciones, extraídas de once de los doce poemarios que ha publicado hasta el momento, quedando fuera del recuento Lecciones de cosas (2008). Una bella edición, marca de la casa de Lidia López Miguel, que se ofrece como canto a la amistad y a la vida.

 

La selección, a cargo del grupo de amigos integrado por Davina Pazos, Francisco García Marquina, José Luis Morales, Manuel Cortijo Rodríguez, Pedro Antonio González Moreno y Rafael Soler, nos permite conocer el sentir lírico de un autor ampliamente reconocido con premios tan prestigiosos como el Premio de la Asociación de Escritores de Castilla La Mancha, el Juan Alcaide, el Premio Ciudad de Zaragoza, el Ateneo Jovellanos, el Ciudad de Alcalá, el Premio Nacional José Hierro, el Leonor y el Antonio González de Lama; poemas suyos también han sido galardonados con destacables premios, como Ángel Crespo, Francisco de Quevedo, Jorge Manrique, Villa de Iniesta, Andrés García Madrid, y Tomás Navarro Tomás.

 

El volumen se divide en once apartados con el título y año de publicación de cada poemario: Salvo de ti (2006), Mientras la luz (2007), Las sílabas de noche (2008), Calygrafías (2009), Desnudo de pronombre (2009), Cuaderno de Boccaccio (2010), Paisaje (en tercera persona) (2010), Cuerpo, casa partida (2014), Plural de sed (2015), Locus poetarum (2017) y El oficio del hombre que respira (2017); y en cada apartado se han seleccionado de ocho a diez poemas, lo que viene a dotar de equilibrio al conjunto.

Alicja Neumiler. Detalle en la imagen de cubierta

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De vocación temprana pero escritura tardía, la poesía de Francisco Caro adopta el ritmo imparisílabo, con predominio del heptasílabo y el endecasílabo, y aborda un amplio arco temático pues son muchos los puntos de interés del aedo manchego. El hecho de que el libro se inicie con un poema dedicado al cuerpo, Como al norte, cuyo contenido entronca con la ilustración de la cubierta: «como a las montañas blancas», «como el copo secreto» o «atmósfera nórdica», es harto significativo y este será precisamente uno de los temas capitales de su obra. Otro tema recurrente será el de la escritura, a la reflexión sobre el arte, y en especial sobre la creación lírica, dedicará muchas páginas, hasta el punto de solapar ambos, el cuerpo amado y el amor a la poesía, veamos un poema representativos, Amarte:

 

Porque amar es un cuerpo

y otro cuerpo

-tan hondamente unidos

que no cabe ni el filo de un poema-

escribir de tu amor es algo inútil

lo sé de los poetas

amarte es aceptar el desafío

 

En la poética de Francisco Caro amar y escribir son verbos sinónimos, el poeta escribe y siente «las sílabas de noche» mientras escucha el tic tac inmarcesible del reloj. También el agua es un elemento a tener muy en cuenta en su obra, son numerosas las composiciones y las situaciones donde esta, dadora de vida, hace su aparición. Pero en sus versos también podemos rastrear algún atisbo de denuncia social y hasta un cierto toque culturalista, así los nombres de Keats, Hopper, Dylan Thomas o Boccaccio determinan el fondo de ciertos poemas.

Alicja Neumiler. Detalle en la imagen de cubierta

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En cuanto al lenguaje, Francisco Caro opta por una línea aparentemente clara y elegante, que lejos de ser fácil sí rehuye cualquier hermetismo y viene a señalar la voluntad del poeta de abrirse al otro, de compartir su experiencia para «arañar el vacío». Volver, a la infancia, a la casa, a los paisajes, a los objetos -como la máquina de coser Singer-, es su manera porque los versos «son ascuas y recuerdan».

 

En conclusión, este regalo a ese «niño viejo» lo es también a la poesía con rigor y entusiasmo, que tiene en Francisco Caro a una de sus mejores plumas.

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