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Por Jacobo Vázquez

Dover, durante su actuación en el Festival do Norte | Foto EFE

La primera jornada del Festival do Norte comenzó con la desidia propia de los festivales. Con la mayoría del público todavía asentándose en la villa arousana, Pedrito Diablo, Tórtel y Jane Joyd tuvieron que conformarse con actuar en un escenario Rías Baixas semivacío. Además, la climatología adversa hacía más difícil la labor de llenar el recinto. Fue necesario que Sr. Chinarro se subiera al escenario para que el festival comenzara a tomar forma. El proyecto unipersonal de Antonio Luque ha ido perdiendo la gravedad de sus inicios en favor de una mayor luminosidad en la música y en las letras, lo que sin duda favorece los directos. Hablador como de costumbre, alternó sus grandes éxitos de siempre con las canciones de su último álbum. Casi coincidiendo con el final de su concierto comenzaba el blues tóxico de Guadalupe Plata en el escenario principal, el Estrella Galicia. Los andaluces demostraron que el formato clásico del rock’n’roll, el formado por batería, bajo y guitarra sigue siendo suficiente para salir a escena. La habitual dosis de nostalgia indie del festival llegaba de la mano de The Primitives, que se ganaron al público gracias a su arrolladora descarga de canciones con aroma noventero, inspiración para un sinfín de grupos. Un concierto donde las canciones se sucedieron ágiles y sin tregua hasta el clímax final de “Trash”, gran himno de la década de los 90. Volvía la cuota gallega con la presencia de Xoel López. Tras su estancia al otro lado del Atlántico, la música del coruñés se ha visto enriquecida en matices, si bien su directo se ha vuelto irregular, alternando momentos brillantes con otros más tediosos. La Habitación Roja regresaba a Galicia a demostrar lo mismo que pudimos ver en el FIV de Vilalba, que su enérgico directo, plagado de grandes canciones de pop-rock, sigue infravalorado dentro del mundillo indie. Tras la unanimidad del buen sabor de boca que dejó su concierto, llegaba la hora de la división de opiniones. Triángulo de Amor Bizarro aprovechaba la inminente salida de su nuevo álbum, Victoria Mística, para dejar patente que ya pertenecen por derecho propio al Olimpo nacional. Un directo indomable, donde el ruido se bate en duelo con el pop hasta alcanzar el equilibrio imperfecto que les caracteriza y que genera tantos halagos como críticas. Lo que para unos fue el peor concierto del día, para otros fue el cénit. Antes de la llegada de Miqui Puig y Faber, los djs encargados de cerrar la jornada, Dorian aparecían ante una carpa llena por fin, dispuestos a poner el broche ideal para los conciertos con su tecno-pop inspirado en los ochenta. Celebrando sus doce años sobre los escenarios, el público saltó y coreó sus canciones, en especial A Cualquier Otra Parte.

La mañana del sábado estaba reservada para una de las novedades que la organización había preparado para este año. En el interior del Fexdega tuvo lugar una sesión vermú en la que al mismo tiempo que se degustaba paella se podía escuchar a Tórtel interpretando algunos de sus temas en formato acústico o disfrutar de las sesiones de Rober Bodegas, Alberto Casado y Carlos Crespo. Ya por la tarde, Aurora, Mvnich y Novedades Carminha fueron los sufridos encargados de inaugurar los conciertos, con idéntica afluencia al día anterior. El guiño al pasado corría a cargo de Aerolíneas Federales y su divertido aunque caótico concierto. A continuación, Estereotypo llevaban los ritmos bailables y electrónicos al escenario principal. Una de las sorpresas del festival fueron Delorentos. Los irlandeses estuvieron animados, comunicativos y consiguieron enamorar a un público todavía perezoso pero que gracias a ellos comenzó a activarse y a disfrutar de unas canciones pegadizas y efectivas. Delafé y Las Flores Azules regresaban apenas dos años después a Vilagarcía, donde todavía se recuerda el gran concierto que dieron entonces. En esta ocasión, el formato de la banda se vio reducido, prescindiendo de la sección de vientos. Aún así, consiguieron convertir la carpa en una gran fiesta. Una de las incógnitas era saber la respuesta del público ante el regreso al pasado de Dover. Los madrileños interpretaron íntegro el Devil Came To Me, editado en 1997. A pesar del exceso de pose y “saliva”, lo cierto es que las canciones sonaron tan atronadoras como se esperaba, y una buena parte del público respondió como si el disco acabara de salir al mercado mientras que la indiferencia se apoderaba del resto. Empate técnico. Toy, autores de uno de los mejores álbumes de debut del año pasado en el Reino Unido, demostraron que no son simplemente un hype e hipnotizaron con su psicodelia y su krautrock a todos los asistentes. Un concierto oscuro, pero con una fuerza y una potencia que hace presagiar lo mejor para la banda. El concierto del día, sin lugar a dudas. Para acabar, We Are Standard, en comunión etílica con el público, salieron a comerse el escenario y a poner a bailar a la carpa entera. Oscilando entre el sonido dance-punk de sus inicios y el Madchester de la actualidad, a buena fe que lo lograron. Como cierre del festival, la experiencia de Amable Dj y Gato TV, residentes de la sala Razzmatazz de Barcelona -sala icónica en la música nacional- y Nano Vinilo pusieron el broche de oro al decano de los festivales gallegos. Un festival que año tras año se supera, y del que ya estamos deseando una nueva edición.

@jvgalan

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