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Por Mr. Kropka

Cuenta la leyenda que Alfonso Cuarón (Ciudad de México, 1961) fue expulsado del CUEC, la escuela de cine en su natal México, porque se atrevió a hacer un cortometraje hablado en inglés, cosa que indignó a los entonces directores de la escuela. Pero otra fuente “atribuida” al propio Cuarón asegura que el mismo se despidió de la escuela al no recibir el apoyo para comercializar su cortometraje. Como haya sido la historia, fue lo mejor que le pudo pasar. El talento de Alfonso Cuarón no ha tenido desperdicio en Hollywood.

Hablar de Gravity es hablar de la posibilidad que nos otorga una ocasión especial,  y es que unas de las muchas cosas para las que sirve el cine, es para hacernos vivir experiencias únicas, especiales. El cine sirve también como entretenimiento si no se busca un título de algún director que le guste confrontar al público con una película dura, filosófica y quizá inentendible de eso que llaman cine de autor. Pero en Gravity el entretenimiento y la confrontación van de la mano de una forma pocas veces vista, en pocas palabras: regala una experiencia única e inolvidable.

Gravity, a pesar de que es una película técnicamente compleja, es una película de una intimidad y humanidad tan potente que sirve de contrapeso al desplegado visual asesorado por el paladín de la magia visual, James Cameron. Mas lo que realmente toca las fibras de Gravity es la historia de la astronauta Ryan Stone (Sandra Bullock) que tendrá que medir sus fuerzas en medio del espacio si quiere volver a la tierra. Es pues, el viaje odiseico para volver a casa. Un viaje que se convierte en una experiencia personal y que visualmente hipnotiza, que conforme avanza te mantiene al filo de la butaca y ya no te suelta. Es la odisea moderna que contrasta la vastedad del espacio con la pequeñez de la vida humana; es a fin de cuentas un viaje espiritual partiendo del darwinismo puro, teniendo en cuenta que el personaje principal es una mujer de ciencia. Pero es en ese darwinismo y en ese viaje donde el propio Cuarón afirma ver la espiritualidad que pueda haber en Gravity.

Merecida mención al 3D que es la primera vez que suma en vez de restar a una historia sencilla. Quizá tan sencilla que se la ha recriminado la falta de historia. Pero no nos engañemos, aparte de los guiños y homenajes a otras películas del género, Gravity maneja en esa aparente historia minimalista, planteamientos filosóficos y existenciales a la altura de otras grandes películas no sólo de ciencia ficción.

Gravity sin lugar a dudas es una de las mejores películas del año que termina, lo tiene todo: es una producción hecha para taquilla pero que no carece de esencia propia. Ha logrado cosechar buenas críticas en ambas partes del mundo del cine; desde los críticos más especializados hasta el público en general. Gravity es una muestra de que el cine puede ser equilibrado; sin sacrificar la historia por el espectáculo. Cuarón logra complementar múltiples elementos magistralmente dando la sensación de una cinta equilibrada que además conmueve, corta la respiración y al salir de la sala nos hace mirar al cielo e imaginar desde ahí arriba como se verá todo hacia abajo.

En lo pequeño está lo grande y en lo grande está lo pequeño, esa es la  grandeza que Gravity logra transmitir.

Dejamos el spin-off que Jonás Cuarón realizó y que conecta con una parte de Gravity,  dotándole de un nuevo sentido y alargando el discurso existencial de la película.

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