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Por Marcos Rodríguez Velo

Los álbumes de caras B, grabaciones alternativas, demos y todo aquello que pueda ser incluído en los extras de un trabajo determinado, suelen constituir un mundo aparte, separado de la discografía de un grupo. Y, por lo general, no dudamos en calificar dichas operaciones como simples estrategias de marketing o egolatrías de algunos artistas con muchas ganas de que se hable de ellos haciendo partícipes a los fans de cualquier sonido que salga de la sala de grabación. Es por todos estos motivos que, frente a la versión extendida del óptimo Shields, surge la inevitable pregunta de si una banda como Grizzly Bear tiene realmente la necesidad de ofrecer lo que se presume como un simple alargamiento de un álbum que ya por sí mismo decía mucho sobre la evolución del cuarteto de Brooklyn.

Es en ese momento cuando recordamos quiénes son Grizzly Bear y, recordando aquel Friend EP (era el año 2007, dos años antes del hype que generó esa perla llamada Veckatimest), un lanzamiento construído también en torno tanto a material inédito como a colaboraciones de amigos y colegas (Zach Condon, CSS, Atlas Sound entre otros), no sorprende demasiado que Droste y sus compañeros hayan decidido publicar Shields: B-Sides. Un movimiento que tiene bastante de comercial y que no añade nada especial al disco propiamente dicho, pero que resulta interesante para comprender un poco más la naturaleza de un grupo cada vez más único. Las ocho canciones que componen este disco se dividen en bonus tracks, remixes y Marfa demos, una distinción que ilustra la razón social de este trabajo: si los remixes (firmados por Nicolas Jaar, Liars y Lindstrøm) ofrecen la impresión de ser meros apéndices autoconclusivos e incluso un poco superfluos, no se puede decir lo mismo de los temas inéditos Smothering Green y Listen and Wait, ejemplos de ese folk mezclado con psicodelia que constituye la esencia del grupo. El mismo discurso sirve para las Marfa demos, grabadas en la ciudad tejana de dicho nombre pocos meses después del lanzamiento del álbum, coincidiendo con un descanso de los miembros del grupo: de estas canciones vale la pena destacar Everyone I Know, la mejor canción del lote, que refleja a la perfección la coralidad bucólica del grupo, a medio camino entre la gracia acústica y vocal de Fleet Foxes y Antony.

En resumen, podríamos considerar este B-Sides como una pura diversión o como un relanzamiento de Shields un año después de su publicación: un movimiento que hará felices tanto a los fans de último hora como a aquellos ávidos de cosas inéditas. Sigue de todas formas intacto el inmenso talento de un grupo que desde sus inicios ha tenido la capacidad de inventar y desarrollar un sonido propio.

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