Cine en Achtung! | Por Débora García
Hablar de Le gamin au Vélo -Gran Premio del Jurado en Cannes 2011-, es la excusa perfecta para realizar una primera aproximación a toda la filmografía de los hermanos Dardenne. Las características que hacen especial a cada unas de las películas de los directores belgas son, al mismo tiempo, el núcleo embrionario de todas ellas. Desde la multipremiada y brillante Rosetta hasta la demoledora Le enfant, los Dardenne juegan con el concepto de las obsesiones humanas para trazar tramas que enganchan de forma imperceptible al espectador y lo obligan a reflexionar mucho después de haber visto la película. Pero, ¿qué tiene el cine de los Dardenne que haya calado tan hondo en el jurado de Cannes, para haber sido merecedores de dos palmas de oro y estar entre los habituales nominados del festival? Principalmente un cine honesto, desnudo de artificios, donde se deja respirar la acción y se da prioridad total a los actores, porque en los personajes empieza y acaba la historia. Hablamos de un cine social a medio camino entre Ken Loach y la narración documental, donde la cámara es un mudo y fidedigno testigo y el efectismo se limita a algunas elipsis que, por otro lado, consiguen un gran impacto (véase Le silence de Lorna, por ejemplo). Cuentan las malas lenguas (sobre todo las de algunos críticos que han podido ver su estreno en Cannes) que la honestidad brutal del cine dardenniano se ha diluido en su último film. Y es que parece que Jean-Pierre y Luc han caído esta vez en la tentación de positivizar una historia dramática y ofrecer una visión amable de la Bélgica a la que nos habían acostumbrado, aunque siempre alejada del ideal europeo de Bruselas y más cercana a la marginalidad social de La promesse. Precisamente, el protagonista de este último film, Jeremy Renier, es uno de los principales atractivos de Le gamin au vélo. El actor fetiche de los Dardenne comparte escenario con la siempre excelente Cécile de France (conocida en España por L’auberge espagnol. Una casa de locos) y una pequeña revelación llamada Thomas Doret. Precisamente en el personaje de Doret se centra la historia, la de Cyril, un niño abandonado cuya única obsesión es encontrar a su padre (Renier), aunque éste no quiera saber nada de su vástago. En su desventura hallará consuelo en la generosidad de una mujer, Samantha, que intenta salvar a Cyril de los conflictos que le rodean y de sí mismo. Obviamente, aún dejando más espacio para el optimismo que los filmes precedentes, Le Gamin au vélo trata temas tan duros y reales como la pederastia, el abandono infantil, y por supuesto, la pobreza. Problemas que sirven como excusa para resaltar la tenacidad de unos personajes que por ser un paradigma de antihéroes, resultan todavía más admirables.
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