El Teatro La Fundición de Sevilla estrena INPUT/OUTSIDE, de la mano de Lucía Bocanegra. Ella fue acompañada en la interpretación por Esther Moreno Suárez y Diana «Wondy» Grytsailo, quienes con sus cuerpos bien entrenados, demostrando que lo anterior, no es incompatible con la sensualidad. Lo cual es signo de que estamos hablando de una pieza, que nos emplazó a terrenos que apenas han sido habitados.
INPUT/OUTSIDE de Lucía Bocanegra es de esas piezas en las que la potencia visual de su puesta en escena, consigue transcender el contenido que se está transmitiendo. Y lo más soberbio de este caso, es que el mismo es lo suficientemente sólido, como para desarrollar una carrera artística en torno a él. Desconozco los planes que tendrá entre manos esta joven creadora andaluza, pero lo que tengo por seguro es que detrás de este trabajo, están contenidas todas las horas de su formación en danza, de todas sus lecturas, todo lo que ha vivido y pensado hasta ahora.
Lo digo porque INPUT/OUTSIDE, se aproxima al tema del cuerpo humano desde todos los frentes. Pensadlo, somos tal cual somos porque estamos en un cuerpo, siendo que estamos en el mundo a través de un cuerpo. Lo cual supone que el tema del cuerpo es uno de los grandes de la filosofía política, esto es: en el momento que nos referimos a algo que involucre a lo público, o a cómo nos desenvolvemos en lo público, ya es un tema que compete a la filosofía política. Pero esto se agrava y se hace más especifico (si me permite la expresión), cuando partimos de la idea de que en nuestros cuerpos se ponen en juego numerosas contiendas discursivas y prácticas, estamos hablando de cómo se ejerce la autonomía de cada ser humano de la manera más inmanente.
Nosotros los seres humanos somos seres que nos desarrollamos en todos los planos desde lo político (incluso el tipo de relación que tengamos con nosotros mismos, será abordada desde categorías que hemos aprendido en lo público). He ahí que sea tan cotizado el dominio de la hegemonía discursiva y práctica, de los cuerpos de nuestro semejantes. Hasta tal punto que nuestra sociedad occidental, está sustentada en la separación de los seres humanos por género, partiendo de la base de la confusión del sexo por el género, es decir: nos relacionamos de una manera u otra con las personas, en relación a la lectura tradicional que hemos hecho de la idea de mujer y varón. Ideas súper limitadas y limitantes, dado que ambas han sido monopolizadas por el sistema cisheteropatriarcal, en el cual toda persona que no sea cis (aquellas personas que su identidad de género, se adecúa a la que le asignaron al nacer. Ello se contrapone con las personas trans, que son aquellas que se identifican con un género diferente al que le asignaron al nacer) y heterosexual, no es concebible, ni aceptable. O en el mejor de los casos, es vista como una excepción, no como una forma de ser en el mundo más.
Y quien me pregunte qué hay de las mujeres (sean cis o trans), les diría que limitarnos a poner el foco sólo en la violencia estructural y material que han sufrido las mujeres, es pasar por desapercibido que el sistema cisheteropatriarcal, afecta a cada uno de los seres humanos; es más, allí nos estaríamos olvidando de las personas no binarias (personas cuyas identidades de género, no se adecúan a los esquemas tradicionales de género, basados en el que sólo hay personas cis y trans-binarias ), con todo lo que ello conlleva. A dónde quiero llegar, es que tomarse en serio pensar en el cuerpo, nos conduce a cómo nos definimos, a cómo nos definen los otros individuos, y a cómo queremos que nos traten en función de cómo nos definimos; o sea nuestra relación con lo público, en y fuera de nosotros mismos.
En INPUT/OUTSIDE se presenta en escena tres cuerpos fuertes y entrenados: cuerpos capaces de afrontar cualquier desafío. No obstante, su fortaleza se ha ido forjando en medio de una lucha continúa por un querer ser algo, que no se le da lugar. Esto llega a tal extremo, que ello que quiere emerger impotente en esos tres cuerpos: no tiene nombre ni parámetros, porque se atoja impracticable. Aún con todo, lo que es percibido como impracticable, no es que no pueda surgir, es que ha de ser fundado para que se haga con un lugar en el mundo.
Lo trágico de todo esto, es que la única manera de articular en el mundo aquello que está por ser fundado, pasa por superar, dialécticamente, cada una de las barreras que se nos atraviesen en el camino. En este caso las barreras remitían a todo el imaginario que hay en torno a la idea de mujer cis-heterosexual en nuestra sociedad occidental (no obstante, defiendo que todo lo que he mencionado antes estaba presente, al menos implícitamente). Porque el esquema binarista de género, parte de que mujeres y varones son seres opuestos: son seres que se ubican en los extremos de un mismo espectro. Lo cual tiene su utilidad, porque dejando claro qué corresponde a una mujer, se está definiendo implícitamente qué encajaría con un varón.
Ahora bien, estas tres intérpretes nos escenificaron una transformación de adentro hacia afuera, motivada de una resistencia que aunque derrochaba dignidad y ganas de vivir, ésta encontraba oposición, venidas desde las propias contradicción internas que uno pasa, en consecuencia de vivir y pensar desde la categorías del sistema cisheteropatriarcal. Ya que al fin al cabo, ellas estaban solas en escena, no había nadie que se haya encomendado a “vigilarlas”, para que se comporten acorde al género que le han asignado.
De cualquier modo dicho sistema disciplinario, no cesaba de operar en ellas, siendo que una de las formas más eficaces que tiene, es que los propios individuos reproduzcan sus discursos y sus prácticas. Haciéndoles creer que son propios, no como algo que haya sido identificado en uno, para luego ser leído como propio. Llevándonos a que toda práctica que se salga del sistema, sea un acto que brota desde las grietas que ha dejado el mismo, sin apenas darse cuenta. Aquí no se trata de dar esperanzas, sino de señalar y visualizar, que no todo lo que hay, es lo posible y pensable.
He ahí que considere que el mensaje de esta pieza no es de esperanza, sino un canto por el derecho a ser lo que uno es. Claro que en ese ejercicio de consciencia y de autonomía, uno llega malherido y humillado por el sistema, pero eso forma parte del atreverse recorrer este camino que apenas ha sido transitado. Inspiraba como ellas se iban despojando de las ataduras internas y externas, que las mantenía reproduciendo insaciablemente movimientos similares. Era muy duro de ver, como ellas trataban de desencadenarse de aquello que las quiso convertirlas en monstruos, esto es: porque es sabido que la colonización de los cuerpos (a quienes se les ha asignado el género femenino desde el nacimiento), es tan violenta, que no es de extrañar que más de una persona le cueste mantenerse en pie, y con la cabeza y el corazón en orden.
Lo más conmovedor y de las cosas que más me han fascinado de esta pieza, es que lo hacían desde movimientos que emanaban sensualidad y erótica, pero no porque buscaban seducir a alguien en un sentido afectivo-sexual (como tan recurrentemente, se suele asociar); sino en realidad, porque eran personas que se habían hecho “mayores de edad” por sí mismas, y para sí mismas. Hay quien pueda calificarlas de infames, pero ello respondería a aquellos individuos que leen semejante fenómeno, desde categorías diferentes a las que ellas ejercían.
El juego de luces, la música que las acompañaban y la magistral disposición del espacio que tuvieron estas intérpretes, nos llevaba a nosotros a los espectadores, a un marco donde la rutina y todo aquello que se toma por sabido, no emborronaba la violencia que se le ejerce en la vida de cada ser humano. Ellas supieron bailar esa violencia, ellas supieron convertir esa contienda en algo comunicable, para que los que estábamos allí nos pudiéramos sentir acogidos y comprendidos, aunque no se haya dado lugar a escuchar testimonios.
Pero al final el cómo se movían sus cuerpos, era lo suficientemente elocuente, para comprender lo que sucedía, aunque sea muy difícil de verbalizar. Esa es una de tantas posibilidades que tiene la danza contemporánea, cuando se escenifican temas tan complejos a través de abstracciones de los mismos. Lo cual es un mecanismo que debería ser mucho más revalorizado por toda nuestra sociedad (y en especial a los que se dedican a la filosofía, o a teorías estéticas), dado que el verbo nos lleva a más verbo, y si éste no entra diálogo con otro tipo de manifestaciones, éste se queda atrapado en la propia madriguera que se diseñó, para sentirse que todo irá bien.
Si es que las transiciones de una escena u otra (por llamarlo de alguna manera), se daban de una manera extremadamente gradual. Lo cual lo que en otros casos haría parecer que estábamos ante un pieza densa que apenas avanza, pero no: fue uno de los grandes aciertos del montaje. Siendo que si se hubiera hecho de otra manera, hubiese parecido una pieza con un buen contenido, pero planteado de una forma entrecortada. Diluyendo así, el peso que tuvo en INPUT/OUTSIDE, el que hayamos presenciado una representación de un proceso de transición a algo por explorar de años. Proceso que no acabará ni con sus vidas, porque quienes nos hayamos encontrado con ellas en el camino, como poco, nos han generado preguntas.
En fin, el haber asistido al estreno de esta pieza me ha hecho sentir un absoluto privilegiado. Porque ha sido tan monumental, tan brillante, tan de verdad… Si es que hasta estas tres intérpretes no ocultaron sus vulnerabilidades e inseguridades, lo cual es un acto de suma belleza y generosidad ¡Es que de eso va interpretar una pieza hecha desde lo personal, para que se convierta en algo de interés público!