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Por Daniel Bóveda

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“Hace 20 años las mujeres chinas eran las que se casaban con europeos para poder salir del país. En estos momentos se está dando el caso contrario, son ahora los europeos los  que se casan con mujeres chinas para poder establecerse allí”. La que así habla es Amelia Saiz, profesora del grado de estudios de Asia Oriental en la Universidad Autónoma de Barcelona, miembro del Grupo de investigación InterAsia en España y ponente en el Seminario Internacional, “Género, transnacionalismo y desarrollo” celebrado en A Coruña.  Su afirmación nos permite visualizar de manera ritual cómo se están transformando los hábitos en cuanto a movimientos migratorios se refiere.

La comunidad china en España tomó espacio de forma tímida a partir de los años 80 y de manera mucho más numerosa en la última década. Su objetivo principal es “la propiedad y explotación de empresas familiares”, afirma esta experta. Este actividad comercial hace que no le afecte tanto la crisis como a otros colectivos, por su condición de autónomos y por no estar en un régimen de  asalariados.

Según datos de la Embajada china en España, más del 70% de los chinos que residen en España provienen del suroeste de China,  concretamente de Zhejiáng, al sur de Shanghai. El perfil de este flujo es el de comerciante, uno de los status más bajos en la sociedad, según el confucionismo. Por eso, la sociedad china percibe la emigración como un vehículo para aumentar su prestigio social.

La segunda generación china establecida en España está cambiando estas dinámicas como consecuencia de la situación de crisis económica y de la importancia que juega el gigante asiático a la hora de marcar la agenda. Según Amelia Saiz, para esta generación “China es ahora el espacio de negocio, no de ocio como era antes”. Además, gracias a estos hijos e hijas, se  internacionaliza la economía española. La segunda generación está cada vez más presente como mediadora entre empresarios españoles y empresas  chinas para establecerse en la segunda economía del mundo

internacional-china-emigracion-revista-achtung-2En este contexto migratorio  se da  también una práctica trasnacional entre China y España; “los niños que nacen aquí  son enviados a China para que sus abuelos los cuiden hasta que alcancen la edad de escolarización”, sostiene Saiz. Es decir, el trabajo productivo se desarrolla en nuestro país y el reproductivo en el de origen.  El dinero que los chinos envían a sus países se gestionan para diversos fines como el pago de préstamos que han servido para emprender con el negocio aquí en España o  para “pagar” ese nuevo posicionamiento que le ha otorgado la emigración.

Ejemplo gráfico de esto es el envío desde España hasta China de “sobres rojos” con dinero a personas con algún tipo de vínculo familiar o incluso donaciones para el bien público. “En un templo de Qingtian se encuentra la campana de bronce más grande de China, y debajo muestra los nombres de aquellos que han contribuido a su construcción con dinero de la emigración”, explica Amelia.

Los rumanos retornados y  su “currículum de piedra”

Antía Pérez Caramés, experta en el colectivo rumano en España ha explicado, en el marco de este Seminario Internacional, la situación de los rumanos retornados en los últimos meses. Unos emigrantes que vuelven a su país de origen debido, en parte, al contexto de crisis económica y social de nuestro país.

“El Banco Nacional de Rumanía detecta un descenso en remesas de los inmigrantes rumanos”. Este es uno de los indicadores que dan cuenta de que aquellos rumanos que un día dejaron su país para encontrar mayores oportunidades están retornando a Rumanía. En un primer análisis,  esta vuelta se debe en gran medida a que los países donde migraban los rumanos están siendo más castigado por la crisis, como es el caso de Italia y España. Sin embargo, Antía Pérez afirma que se debe a  múltiples motivos;  “por la pérdida del empleo, por la inversión de lo ahorrado, y por último, por la crisis del sistema de cuidados establecido al emigrar”.

Dicha pérdida de empleo propicia también que en algunos casos  una “reemigración” a otros países de la Unión Europea. Los rumanos que dejaron su país invierten lo ahorrado mayoritariamente en la construcción de casas en el país al que van.  Esto sirve, por un lado, para consolidar un nuevo posicionamiento social, ya que en el imaginario social, aquel que ha emigrado y no se ha hecho una casa es sinónimo de un proyecto migratorio fracasado. Por otro lado, se utiliza la propia casa como una “vitrina de negocio”, se presenta como “currículum de piedra”. Los emigrantes la muestran a los jefes de constructoras rumanas a la hora de conseguir un trabajo en la tierra de origen. Un alto número de retornados han estado trabajando en España en el sector de la construcción y han construido la propia casa “lo más española posible” con el dinero ahorrado.

Para entender esto, es importante tener en cuenta el estilo de migración que se dio a lo largo de la última de década, caracterizada por su masculinización y por ser en pareja, es decir, dejando a los hijos al cargo de los abuelos. Por lo tanto, pasado ciertos años o bien se reagrupa a la familia en el país de acogida o se retorna. “Se vuelven cuando hay crisis pero se vuelven por la familia”, sostiene Pérez Caramés . Cuando se habla de remesas, tenemos en mente las económicas principalmente, sin embargo, esta experta cree que es importante tener en cuenta el concepto de  remesas sociales. “Está cambiando el pensamiento de trabajo para toda la vida, característico de la población rumana antes del boom migratorio. Este cambio se debe a que los emigrantes han asumido el concepto de la cultura capitalista de un trabajo cambiante en obediencia al principio de la oferta y la demanda”,  concluye Pérez Caramés.

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@DBoveda

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