#Internacional en Achtung! | Por José Puglisi

La hija de Raúl Castro hace una semana durante una manifestación contra Estados Unidos en La Habana. AP
Estados Unidos y Cuba han encontrado un punto en común: el sexo. Esta práctica instintiva que se manifiesta en todos los seres humanos, independientemente de su nacionalidad, ha sido capaz de dejar atrás las diferencias políticas y el amargo sabor del embargo comercial impuesto en 1960. Y qué mejor manera de demostrarlo que el reciente viaje de la propia hija de Raúl Castro, la célebre sexóloga Mariela Castro, a San Francisco.
La hija del «dictador» ha estado en el ‘imperio’ para dictar una conferencia sobre la homosexualidad en América Latina. Un área en la que ha trabajado durante los últimos 10 años, a pesar de que su padre y su tío, Fidel Castro, se han encargado de perseguir a l colectivo gay desde el poder Ejecutivo. Como era de esperar, la presencia de la sexóloga ha generado controversia a los dos lados del mar. El propio Mitt Romney, candidato republicado a la presidencia, denunció que se le diese “la bienvenida a la hija de un dictador”. Una postura que debió empeorar cuando Mariela asegurase que “si fuera ciudadana estadounidense votaría a Obama para presidente”.
Pero, ¿por qué la reconocida sexóloga apoyaría al presidente del principal enemigo de la isla bonita? En principio, parece que Castro siente un agrado personal por la política de Obama por querer permitir el matrimonio entre homosexuales. “Creo que él (Obama) es sincero, que es algo (el casamiento ‘gay’) en lo que cree de verdad”. Sin embargo, hay algo más. La cubana aprovechó su llegada a Estados Unidos para mostrar su agrado hacia la reducción de las restricciones para viajar desde la nación caribeña hasta el ‘imperio’.
Lamentablemente, la presencia de Mariela Castro en Estados Unidos se aproxima más a una campaña electoral a favor de Obama, que a una intención desinteresada por apoyar a los homosexuales y disminuir la discriminación sexual. Si se observa desde un punto de vista objetivo, el actual presidente norteamericano ha tenido una política internacional suave, evitando caer en las provocaciones de Hugo Chávez y manteniendo un trato cordial con Raúl Castro (menos en la Cumbre de las Américas donde se prohibió su participación). Por otra parte, Romney ha declarado, recientemente, que el presidente venezolano y la familia Castro son “un gran peligro para EEUU y el mundo”. Sin lugar a dudas, los intereses de Cuba estarían salvaguardados con la reelección de Obama.
Aunque sería delicado afirmar que la iniciativa del congreso de sexualidad tiene un trasfondo político, tampoco resultaría imposible de pensar. Ya lo había indicado el ex canciller de Inglaterra, Francis Bacon: “Es muy difícil hacer compatibles la política y la moral”.
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