Cartas desde la India
Por Marta De Castro
Leyre Villate da clases de español en la Universidad de Calcuta. Viguesa y licenciada en Filología Inglesa, cuenta con un máster en enseñanza de español a extranjeros (E.L.E). Tras cuatro meses buscando trabajo,la realidad laboral patria le obligó a ampliar el radio de búsqueda. A 11.536 kilómetros, en Bangalore, surgió la oferta. Desde que hizo las maletas han mediado dos años y un traslado a Calcuta con sólo 26 años. “No se trata de que hubiera pensado en La India como un destino para trabajar anteriormente. Llevaba meses buscando trabajo, y La India fue el primer sitio que me dijo que sí”, contesta Leyre con vehemencia al otro lado del teléfono.
La oferta de trabajo de la que habla la llevó a Bangalore, al sur de país, para dar clases de español al personal de una multinacional. Un año después se instaló en Calcuta, donde da clases en una Universidad. Tiene un total de 20 alumnos repartidos en dos clases de nivel básico a los que enseña nuestro idioma por las tardes, por eso me atiende a las 13.30 hora local,en el tiempo que normalmente dedicaría a preparar los materiales y lecciones.
“El español tiene muchísima demanda y gusta mucho. En las tres universidades hay clases de español, en los institutos privados también, incluso hay una ONG que imparte clases gratis. En comparación con el año pasado tengo el doble de alumnos”, relata con entusiasmo.
Ella también dedica su tiempo de forma voluntaria en los talleres de debate para aquellos que se defienden mejor con el español. “Yo quiero abrir un tercer curso en la Universidad pero hacen falta más profesores porque no quieren que yo trabaje más horas, y eso supone que tendría que trabajar más horas; y si yo trabajo más horas el resto de profesores también, así que…como no todo el mundo quiere trabajar demasiado, no hay curso”, admite.
La Universidad de Calcuta data de la colonización británica y desde que abrió sus puertas el edificio no ha tenido oportunidad alguna de remodelarse. “Las aulas son muy viejas y yo sólo me sirvo de la tiza y la pizarra para enseñar”. Tampoco se ha modernizado la fuerte jerarquización a la que están sometidos los departamentos. Así lo asevera Leyre: “Me incomoda la actitud de los jefes, quieren tener mucho poder, hay muchos pequeños cargos que están muy orgullosos de detentar ese cargo, no aceptan las críticas para poder mejorar el departamento y menos de una profesora que viene como visitante”.
A pesar de ello, la Universidad tiene otra faceta mucho más politizada de la que participan profesores y alumnos afiliados a distintos sindicatos que, a su vez, pertenecen a diversos partidos del espectro político. “También hay bastantes manifestaciones y carteles con protestas, pero yo te hablo de que conozco, Calcuta”. Una constante que marca las respuestas porque la India no se puede reducir en unas pocas imágenes y hacerlas extensivas a la totalidad del país. “Depende de la ciudad”, vuelve a repetir sin perder la paciencia ni la sonrisa telefónica cuando se habla del toque de queda.
El toque de queda es la hora decretada por las autoridades de cada ciudad y que marca el fin de la noche para los jóvenes. Una noche que puede tener varias opciones: “Hay locales de todo tipo de música: Bollywood, trance, rock. El nuevo toque de queda es a las dos, a menos cinco apagan las luces y cortan la canción aunque sea a la mitad”, cuenta Leyre. Desde noviembre de 2011, en Calcuta, el toque de queda era a las once y media de la noche a causa de la violación de una joven en la zona de bares y restaurantes pero desde diciembre del año pasado, con motivo de las fiestas navideñas, lo han ampliado a las dos de la madrugada y, de momento, no lo han cambiado.
La violación de Amanat y la deshonra familiar
Tras hablar sobre la joven extranjera violada en Calcuta en 2011, la mención a Amanat es inevitable. Amanat, bautizada así por los medios, era una estudiante que, tras la brutal agresión y violación en un autobús de Nueva Delhi, falleció el pasado 29 de diciembre.
“Todos los medios se hicieron eco de este caso y han aumentado el número de noticias sobre violaciones, hay unas tres o cuatro al día. También ha habido multitud de manifestaciones y huelga en la Universidad. La sociedad espera una legislación más férrea y que a los culpables se les aplique la pena de muerte, un castigo que no está contemplado para este delito”., explica
Aparte del daño psicológico que supone para la víctima esta práctica vejatoria, en La India es causa de deshonra no sólo para la joven, sino también para la familia y es común que muchas veces no se denuncien estos casos. “También es frecuente que la policía piense que la mujer es culpable de ello por haber estado fuera de casa a ciertas horas. Es común que si vas paseando por la calle y es de noche la policía te pare, y te pregunte ¿a dónde vas?¿qué haces por aquí? Tienes que volver a casa porque es peligroso”, cuenta Leyre, que ha protagonizado alguna escena similar cuando volvía a la residencia de la Universidad en la que vive.
Cuando se le pregunta por los consejos para los futuros expatriados no duda. “Es importante mirar antes en el contrato que el alojamiento estuviera incluido. La mayoría de las empresas lo ofrecen así porque suelen ser contratos temporales. Si no es así puedes encontrar un sitio barato al estilo local, casi sin muebles y pocas comodidades, o al estilo europeo pero más caro”.
La principal diferencia entre el estilo europeo y el hindú puede observarse en los electrodomésticos de la cocina:“Las cocinas aquí tienen una encimera con el pilón para el grifo y ya está. Normalmente como mucho algunas estanterías o un pequeño mueble, luego tienes que conseguir la bombona para el gas. Nadie usa microondas y no hay nevera.” Esto también se refleja en el precio, un piso en estilo indio se encuentra desde 6.000 rupias, unos 90 euros al mes, 21.000 rupias menos que el europeo.“Yo estoy en la universidad pero lo que he mirado es de estilo indio porque yo no me puedo permitir un estilo europeo. Te acostumbras a vivir con menos comodidades, ya no necesito vivir con tantas cosas”.
La esencia de la India es heterogénea y múltiple porque, como Leyre ha incidido a lo largo de la conversación, “todo depende de la ciudad”, pero una gran aproximación a lo que es el país se puede conseguir por 600 rupias (8,30 euros). “Recomiendo al que venga que viaje en tren, en la clase baja, porque es una experiencia totalmente distinta. Yo fui a Banarasi, en las vacaciones de octubre, son unas 14 horas de viaje. Es indispensable viajar en tren, hablar con la gente que va en el vagón, en las paradas… “.
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