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#Internacional en Achtung! | Por Bárbara Bécares

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Los últimos días Macedonia ha aparecido en los medios. Un milagro podría decirse. Porque este país del este de Europa tan pequeño y desconocido, poco lugar tiene en las noticias.

El tema fue por un conflicto étnico. Vamos, como casi siempre que algún país de la antigua Yugoslavia es noticia, desgraciadamente. El tema, resumiendo los acontecimientos, es que unos albanos islamistas radicales mataron a cinco personas de etnia macedonia que estaban pescando a orillas de un lago. El problema, es que siendo así, se considera como un ataque a la patria y durante varios días, jóvenes radicales macedonios invadieron las calles de Skopie en señal de protesta dejaron claro que todo el conflicto había tomado un tinte nacionalista y étnico que puede ser peligroso para el joven país.

Pues bien, yo me pongo en mi misma piel hace ya cosa de dos años y medio, y creo que me costaría comprender bien la problemática de tal suceso. Pero hace precisamente dos años y medio que me mudé a vivir allí, a hacer un proyecto de voluntariado con macedonios y albaneses en una ciudad del sur del país, Struga, donde, más o menos, hay mitad y mitad de cada etnia y que entre ellos  no acaban de comprenderse bien. Yo, antes de ir, lo reconozco, no tenía ni idea de cómo podía ser ese país, que tiene dos millones de habitantes y que ocupa una superficie menor que Galicia.

Pero no soy la única que desconocía datos de Macedonia, aún hoy si comento que viví en dicho país, más de uno se queda con cara de ‘no tengo ni idea de dónde está eso’ y  otras veces la gente me pregunta que qué idioma se habla y yo les digo que se habla el macedonio, una lengua eslava similar al búlgaro y también al serbo croata y que la capital es Skopie y que la gente es muy agradable y con muy buen sentido del humor y que les encanta irse a tomar el café con sus amigos a cualquier hora del día. También que perteneció a Yusgoslavia, algo que mencioné al principio, y que puede ser que sea la primera vez que te hayas enterado porque tengo comprobado que Macedonia es, en realidad, el país menos conocido de la famosa y malograda república socialista.

Volviendo al tema étnico. Cuando me mudé al proyecto que, en teoría, quería servir como una plataforma en la que pudieran realizar tareas conjuntas jóvenes macedonios y albanos, yo, honestamente, pensaba que los albaneses eran inmigrantes que habían llegado del país vecino, Albania, y que por eso se les llama así. Pero no, son personas macedonias si miramos el país en que nacieron aunque de etnia albana, gentilicio que se da a los nacidos en el país vecino ¡Qué lío! Para entendernos, son gente cuyos antepasados nacieron o se mudaron a lo que ahora es el este de la república de Macedonia, o sea que los abuelos de los tatarabuelos de sus bisabuelos nacieron en lo que hoy es Macedonia y nunca llegaron a vivir en lo que hoy es Albania y que cuando se cerraron las fronteras, simplemente quedaron fuera de la actual Albania, pero comparten con sus vecinos el idioma, los apellidos, las tradiciones, la cultura, la música y el amor por Skanderberg, un héroe nacional del siglo XV que preside el centro de Tirana, la capital de Albania. Una de las cosas que más me sorprende de los albaneses, que ya representan cerca del 30% de la población es esa nostalgia hacia ese país en el que nunca vivieron, pero del que les gusta mucho hablar y recordar su historia, incluso estando ,políticamente más atrasado que Macedonia. Probablemente, las discriminaciones a las que se vieron sometidos durante los primeros años de la existencia del país, fomentaron este sentimiento. Hay que aclarar que en los últimos años sí que han llegado albaneses de los países vecinos.

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Jóvenes radicales macedonios en las calles de Skopje (El Pais)

En Europa Occidental, las fronteras de los países ya llevan tiempo cerradas. Sin embargo, los Balcanes, esa región de paso entre Europa y Asia, han recibido influencias de multitud de pueblos distintos hasta hace no muchos años, dejando todos su huella. Y las fronteras de Macedonia, tal y como las conocemos en la actualidad, se cerraron hace tan sólo 21 años. Un país muy joven. Así, los eslavos pasaron y dejaron a gente que hablaba macedonio y de religión ortodoxa, mientras que más tarde llegaron los Otomanos, que se quedaron en la región desde el siglo XIV hasta ya entrado el XIX y dejaron musulmanes, entre ellos los albaneses que se convirtieron. Si rizamos el rizo, mencionar que también hay una minoría de macedonios que son musulmanes. La forma de distinguirlos, básicamente, teniendo en cuenta que físicamente no tienen rasgos característicos, es el nombre y los apellidos, pero eso es algo que requiere un poco de tiempo para comenzar a ver las diferencias.

Luego llegó la Yusgoslavia de Tito, que prohibió las religiones y eso consiguió contener las diferencias étnicas. De hecho, la  nostalgia hacia el líder Tito debe ser de las pocas cosas en la que albaneses y macedonios están de acuerdo en la actualidad cuando hablamos de historia.

Con la creación de Macedonia, tras su independencia Yugoslavia, quedaron muchas personas de etnia albanesa dentro del nuevo país, sobre todo en las ciudades del este del país, las que están próximas a Albania, destacando la ciudad de Tétovo, también cercana a Kosovo y la que más teme el gobierno de Skopie. De hecho, en 2001 hubo unas revoluciones que sacudieron la estabilidad del aún más joven país.

En realidad, la diferencia cultural es bastante grande, lo que hace la conciliación algo más difícil, además de que las lenguas son muy distintas. Por ejemplo, las mujeres albanesas tienen mucha menos presencia social que los hombres, lo que se nota porque, al entrar en una cafetería albanesa, probablemente sólo te encuentres a hombres, mientras que entre los macedonios, en este tema, no hay diferencias entre unos y otros. Por otro lado, desde  2001, los albaneses pueden estudiar en su lengua, lo que hace que ya se separe a los niños desde pequeños en clases diferentes y que los jóvenes prefieran trasladarse a Tetovo, desde otros puntos del país, para realizar estudios universitarios su lengua.

Pero, por otro lado, como bien me comentó hace unos días un amigo de Skopie, en la calle uno es capaz de ver una convivencia cordial que se diferencia mucho del discurso de los políticos. Y tiene raón. De hecho, tengo comprobado que en las zonas donde no hay presencia albanesa, hay mucho más odio y miedo hacia estos que en los lugares donde viven personas de ambas etnias, lo que les da la oportunidad de conocerse, convivir y de ser amigos.

Sin embargo, el tema no se acaba aquí. A pesar de que la República de Macedonia es un país estable y que va por buen camino para un día integrar la Unión Europea, cuyo mayor obstáculo es la problemática con Grecia por el nombre del país, el futuro se presenta, honestamente, confuso. Las estadísticas demuestran que la tasa de natalidad albanesa es mucho mayor que la de los ciudadanos de etnia macedonia, lo que hace que  los albaneses son una ‘minoría’ cada vez más amplia. Este asunto, necesitará ser aceptado por los habitantes del país y los políticos deberían actuar en consecuencia, en cuestiones de derechos e igualdad.

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