Cartas desde Mozambique
Por Sergio Rozalén
El verano ha llegado a Xai-Xai. Los días son un poquito más largos, el calor aprieta sobre todo entre las 11 y las 14 horas y estamos a la espera de que las lluvias de la estación húmeda empiecen a caer sobre nuestras cabeza. Y a Khanimambo, por supuesto, también ha llegado el verano. Si bien durante el resto del año la Escolinha de la Fundación es un lugar de estudio y refuerzo escolar, en esta estación, ya con las vacaciones escolares en marcha y los niños con muuuucho tiempo libre, este lugar se transforma para dejar paso al curso de verano.
El proyecto Ungata (“diversión” en Changana, el idioma local) empezó a rodar hacer ya tres años y no es otra cosa que aprovechar las vacaciones escolares de los niños de Khanimambo para, por medio de talleres, aprender a hacer cosas que sean útiles para el día a día de los niños y por supuesto pasarlo muy bien en estos días de calor. Los más o menos cien niños que participan en el curso de verano (en época escolar hay casi el doble) se dividen en grupos o equipes que tienen nombres de fruta. Y así tenemos al equipe laranja, el mango, el ananás(piña), el banana, la guayaba, la maça (manzana), masala (¿?), el morango (fresa), maracujá, uvas y cereja. Para saber bien a qué equipo pertenece cada niño (y aprovechar para pasar lista por las mañanas) se le da a cada niño una cinta de tela de un color, cinta que unos se ponen en la mano, otros en el cuello y ¡otros en la frente, al estilo Ninja! Ideal para jugar más tarde al mítico juego que me enseñaron las americanas en las Cataratas Victoria.
¿Y qué se aprende en el curso de verano? Unos hacen dibujos y manualidades; otros muñecas con retales de capulana (os hablaré de ello un día, es la tela mozambiqueña que sirve para casi todo); otros están fabricando unas jaulas con ramas de árbol cuya utilidad es guardar gallinas dentro; otro grupo ha terminado ya unas preciosas paneras de mimbre, unos han logrado acabar unos bolsitos de mimbre para guardar el dinero, otros unas escobitas para barrer, otros forman parte del taller de bordados, unos más del de croché y los mas pequeños pasan la mañana practicando nuevos bailes y cantos. Cada grupo trabaja con alegría pero con concentración, enseñados por un profesor de Khanimambo o de algún colaborador extra que enseña el trabajo a los niños. Y de verdad que son cosas útiles, porque los bolsitos de mimbre se pueden vender por unos cuantos meticais (la moneda de Mozambique), al igual que las muñecas, las paneras o las cestas para las gallinas. Se vendan o no, son todos artículos utilísimos y de uso corriente en Xai-Xai.
Un taller me llamó particularmente la atención. Con hojas de una planta que se recoge en el río y posteriormente se seca se confecciona la “cama de África”: una esterilla que me recuerda a la que llevábamos a la playa hace muchos años y que aún puede verse en algunos lugares. Aquí no se utiliza para la playa, sino que, en la mayoría de las casas de Mozambique, es la cama que evitara dormir directamente sobre el suelo. Su fabricación es muy curiosa, ya que la paja se sujeta utilizando hilo de plástico reciclado de saco, y por lo tanto lleva un laborioso proceso de deshilachar el plástico de estos sacos primero, enrollarlo en unas maderas y con estos ovillos trenzar poco a poco la paja para dar forma a la esterilla.
Las “sextas feiras” (viernes, en portugués) es el día de playa. Los niños se reúnen en Khanimambo para desde aquí ir a la playa de Xai-Xai (unos 10 minutos a pie desde la Fundación). Y allí es la fiesta permanente: unos (los más pequeños) chapotean en la orilla; otros (los mayores) nadan un poco más adelante; casi todos se entretienen cazando algún cangrejo despistado y hay quien se atreve a intentar pescar una morena con un palo, un hilo y un caracolillo de cebo. No faltan los partidos de fútbol en la arena, las palas y la recopilación de conchas de mar, pero en cualquier caso si coincide con marea baja grandes y pequeños puedes bañarse sin riesgo en las aguas del Índico.
Cada día, a las 10 y media, y antes del almuerzo que se sirve a las 11 de la mañana, cada equipo forma en filas enfrente de los profesores y cantan y bailan para ganar alguno de los 3 primeros premios que se entregan a los que lo hagan mejor y sobre todo pongan más ganas en su actuación. No tengo palabras para describir la ilusión de los equipos naranja, guayaba o cereza, por decir sólo algunos, cuando día tras día inventan una nueva canción y un nuevo desfile para conseguir una bolsita de caramelos. Creo que es el mejor momento del día en Khanimambo, sobre todo porque ahí es cuando se escuchan canciones como esta, que creo que no necesita traducción)
Quem quere cantar conmigo neste mes de verâo
música cine libros series discos entrevistas | Achtung! Revista | reportajes cultura viajes tendencias arte opinión