#Internacional en Achtung! | Por José Puglisi
La ciudad de New York ha vuelto a sonreír. Desde sus calles emana un sentimiento de vitalidad y entusiasmo que inunda a cada uno de sus habitantes y se funde con sus tradicionales taxis amarillos o la inquebrantable Estatua de la Libertad. Una imagen que hace 10 años parecía imposible de imaginar, cuando el ánimo de la Gran Manzana sucumbía entre las cenizas del World Trade Center. Ahora, la metrópolis se levanta como un fénix de acero y muestra orgullosa su nuevo rostro.
En esta reciente etapa, New York quiere sanar sus heridas y demostrar que puede seguir siendo la ciudad de los rascacielos. ¿Cómo lo hará?, inaugurando en 2013 la tercera torre más alta del mundo: la Torre de la Libertad. Una estructura que se levanta sobre la zona cero y que, simbólicamente, medirá 1.776 pies (541 metros), altura que fue elegida por coincidir con el año de independencia de los Estados Unidos. Una idea que ha resaltado el amor patriótico y cuya ejecución está en las manos de los arquitectos Thomas Boada y David Childs.
La Torre de la Libertad, que tiene un valor de 2.000 millones de euros, ya tiene quien la ocupe. El 26 de marzo de 2009, la firma asiática Vantone Industrial anunció haber realizado los trámites necesarios con la Autoridad Portuaria de New York y New Jersey para ocupar seis plantas del edificio (del piso 65 al 71). De esta manera, la torre se prepara para comenzar sus operaciones comerciales desde el momento de su inauguración. Un esfuerzo que será seguido por los otros tres rascacielos del nuevo World Trade Center y el National September 11 Memorial & Museum.
Con la llegada de la Torre de la Libertad, el Empire State deja de ser el líder del skyline de New York. Sin embargo, el emblemático edificio inmortalizado en las películas de King Kong no cederá su protagonismo con tanta facilidad. A través de un acuerdo con Philips Color Kinectics, el Empire State instalará un nuevo sistema computarizado de iluminación que cuenta con una paleta de más de 16 millones de colores, incluyendo tonalidades pasteles difíciles de alcanzar en combinaciones prácticamente ilimitadas.
Con esta adquisición, la torre dejará de tener los clásicos 10 colores que decoraban el edificio por medio de 400 lámparas, para pasar a ostentar 1.200 dispositivos que incluirán un total de 68.000 pequeñas bombillas LED. Lo que agrega un efecto visual, a la vez que reduce el impacto ambiental; ya que los LEDS ahorran cerca del 75% de energía y evitan la contaminación lumínica por medio del control de dispersión de luz.
Habrá que esperar para conocer qué sorpresas traerá el Empire State en las reconocidas decoraciones luminosas que ofrece durante la conmemoración de fechas como Saint Patrick’s Day, Independence Day, Halloween, Memorial Day, Navidad-Año Nuevo o, simplemente, ante la victoria de los equipos deportivos de la ciudad. Por el momento, podemos disfrutar observando la reconstrucción de la Gran Manzana y presenciar cómo, surgiendo de entre las cenizas, los neoyorquinos lanzan una advertencia al mundo: no dejaremos de ser la ciudad de los rascacielos, ni de la libertad.
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