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Por Miguel Fernández Ibáñez

El primer ministro turco, Erdogan, y su enemigo íntimo, el clérigo sunní Fethullah Gülen

Decenas de detenidos por un caso de soborno y tráfico de influencias entre los que figuran hijos de tres ministros del partido de Erdogan e importantes hombres de negocios. Los analistas opinan que el líder musulmán Fethullah Gülen podría estar detrás de la operación.

La mañana del día 17 de diciembre puede haber sido la peor del año para el primer ministro turco Erdogan. La Policía ha detenido a decenas de personas por su presunta implicación en un caso de corrupción y tráfico de influencias. Entre los acusados se encuentran los hijos de tres ministros del Partido de la Justicia y Desarrollo (AKP) e importantes hombres de negocios. Los analistas indican que detrás de esta maniobra podría encontrarse el influyente clérigo sunní Fethullah Gülen, enemigo de Erdogan después de que el Gobierno declarase la intención de cerrar sus escuelas pre-univesitarias.

Las primeras informaciones reveladas por los medios turcos dejan a tres hombres cercanos a Erdogan como afectados por un caso de sobornos en las licitaciones para viviendas públicas del Organismo de Desarrollo de la Vivienda Social(Toki). Los hijos del ministro de Economía, de Interior, de Urbanización, así como importantes hombres de la esfera pública, fueron trasladados a las dependencias policiales para declarar. Otras conocidas caras que pasarón por la comisaría son el presidente del club de fútbol Trabzonspor, el alcalde del distrito estambulí de Fatih, el magnate de la construcción Ali Agaolu, y el consejero delegado del banco Halkbank, Suleyman Aslan, cuyo banco ha sido usado por el Gobienro para evitar el embargo internacional sobre Irán y adquirir el gas.

Este hecho supone un golpe a la credibilidad del AKP a tan sólo tres meses de las elecciones locales. El primer ministro recalcó en Konya, la ciudad más apegada a la tradición musulmana, que “Turquía no es una república bananera” y que no se volverá atrás con las decisiones ni doblará las rodillas. Sin decir el nombre de Fethullah Gülen, le ha mandado un recado: “Los que se han hecho fuertes con el dinero y los medios de comunicación no pueden condicionar el país”.

Portada de la revista cómica Penguen tras la operación anticorrupción

Gülen, un peligroso enemigo para Erdogan

Las relaciones entre Fethullah Gülen y Erdogan pasan por el peor momento posible. Hace un mes se rompió la calma después de que el primer ministro mostrase su intención de cerrar las ‘dershane’, escuelas privadas pre-universitarias gestionadas por el propio Gülen, que reside desde 1999 como autoexiliado en Estados Unidos. Las posteriores filtraciones del diario musulman Taraf reflejaron la intención de Erdogan por cortar la influencia de Gülen desde el 2004, casi cuando accedió al poder, al considerar que ha creado un estado paralelo. Durante el último mes, la batalla mediática entre estos dos líderes musulmanes ha trastocado el control absoluto que ejercía Erdogan, en parte, por las inmensas influencias de Gülen dentro de la Justicia y la Policía. Las detenciones iniciadas este martes son un paso más que demuestran sus lazos con las altas esferas del Gobierno.

Dos diputados del AKP han dimitido desde que Erdogan iniciase esta batalla. El último ha sido el exfutbolista Hakan Sukur, que abandona el partido con un comunicado pro-Gülen: “Esta dirección no se ajusta a la línea que el partido ha representado en los últimos 11 años”. “He conocido y amado el Hizmet (Servicio) y Hocaefendi (Gülen) durante más de 20 años. Tratar estas personas sinceras como enemigos es una infidelidad”.

Sukur explicó que el Hizmet ayudó a votar por el AKP a muchas personas dentro y fuera del país e incluso a que no derribaran al AKP -como sucedió con el anterior partido musulmán en el poder-. Sukur se puede convertir en una bomba dentro del Parlamento y en un ejemplo que podría proliferar y mostrar desunión en año electoral. Erdogan ha lanzado ya su primer mensaje para el ahora político independiente: “Si él es honesto, entonces dejará el Parlamento como diputado. Es lo que debería suceder”.

Las palabras que dejó Sukur, en la que se nota devoción por el Hizmet, calificado como el Opus Dei islámico, se pueden extrapolar a importantes sectores de la sociedad. Turquía lleva una década creciendo a buen ritmo y eso favorece cualquier acción de Erdogan. Pero las redes que Gülen ha tejido son más densas, de más décadas, y su ayuda a familias pobres a cambio de exponerse a su doctrina ha calado especialmente en el sur. El libro ¿Qué sucede en Oriente Próximo?, escrito por el periodista Brian Whitaker, explica cómo en estas sociedades el estilo tribal aún es apreciable. Uno de sus bastiones es siempre estar dispuesto a devolver un favor. Decir que Turquía funciona como sus vecinos no es exacto, pero sí que una parte de los turcos del centro y sur del país residen aún en este pacto no escrito. Y ahí es donde el Hizmet puede golpear de nuevo al Gobierno. Porque el Hizmet ayudó cuando el AKP no estaba. Ayuda cuando el AKP está. Y, lo más problable, es que siga expandiendo su mensaje y captando más personas independientemente del gobierno.

Erdogan será recordado como el líder que brindó un crecimiento constante, redujo el poder militar heredado de Ataturk y realizó las reformas musulmanas. Su casi 50% de votos en 2009 son su mayor respaldo. Pero Gülen no es rival al que se pueda aplastar sin dañarse. Su potencial económico es inmenso. Tiene colegios en más de 140 países y ha sido incluido por la revista Time entre las 100 líderes más influyentes del mundo. En Turquía todo el mundo conoce quién es el Hocaefendi. Hoca es una palabra que se usa para normbran a los maestros o profesores; si se añade efendise dice que es superior. Las elecciones locales de marzo demostrarán qué ha perdido Erdogan al iniciar esta guerra entre líderes musulmanes, una batalla que le puede afectar más que Gezi por jugarse en casa. Por el momento, la bolsa de Estambul ha perdido un 5%.

 @MFIjournalist

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