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Llevar a cabo un ritual (da igual su naturaleza), lleva consigo la invocación de un “momento fundacional”, a algo que se actualiza cada vez que se vuelve a reproducir. Piénsese que, nosotros los espectadores, accedimos a la sala Verde de los Teatros del Canal sin que estuviera diferenciando el espacio de butacas del escenario. Lo cual se vio acentuado en cuanto se dio inicio a ¿Y ahora qué?, dado que poco a poco se fueron incorporando los músicos y los bailarines como no si fuesen a actuar.

 

¿Y ahora qué? se perfila como un trabajo que procura resignificar a la danza en todos sus ámbitos. Es decir: los festivos, los folclóricos, los ancestrales, etc… El caso es que pusieron a dialogar una serie de recursos que, al tiempo, compusieron una antropología que nos permite entender las manifestaciones humanas “bailándolas”, no explicándolas. Facilitando que este trabajo pueda ser entendido y celebrado en cualquier parte del mundo, y por cualquier persona.

Foto: Mendi Urruzuno

Foto: Mendi Urruzuno

 

Para dicha empresa, los integrantes de esta compañía vasca se valieron de una serie de conceptos y estructuras procedentes de las artes escénicas contemporáneas, para que salgan a relucir diversos lenguajes y tradiciones dancísticas que supieron enriquecerse entre sí, mientras seguían fieles a sus respectivos orígenes. Escenificando a lo contemporáneo como una de las “sedes” en la que confluyen todos los lenguajes y tradiciones, para asegurarse su conservación y desarrollo. He allí que en ¿Y ahora qué? no cabe hablar de “lo novedoso”, “lo caduco”, o “lo clásico”, sino que estos profesionales se limitaron a dar una ofrenda a toda la danza.

La música en directo de una orquesta de cámara se sumó a la música contemporánea que salía de los altavoces no saturó a los espectadores y bailarines, no “forzó convivencias”… Haciendo que el trabajo musical que estuvo a cargo de Pascal Gaigne, fuese un aliado necesario para que todo lo que les estoy relatando, se consuma a lo largo de toda la pieza. En igual medida les hablaría de la iluminación, porque se intercaló la iluminación de la sala con los focos que portaron en un inicio de la pieza los bailarines; con las barras led con que un momento determinado, fueron distribuyendo al público de varios espacios; etc… Llevando al extremo esa idea de que la iluminación forma parte fundamental de la dramaturgia de una pieza escénica.

Foto: Mendi Urruzuno

Foto: Mendi Urruzuno

 

En paralelo, los integrantes de Kukai Dantza compusieron un trabajo que no hay forma de que sea visto de un único modo, a menos que uno fije una suerte de “ruta” cada vez que uno lo vuelva a presenciar. Ello supone emplazar a los espectadores como un individuo que selecciona lo que ve, más que un ser receptor. Salvo en la última parte, en la que esa “dispersión inicial”, fue evolucionando a congregar todos los intérpretes en el interior de una elipse que delimitábamos nosotros los espectadores. Dando lugar a una síntesis de todas las premisas y variables que, se habían puesto en juego durante la representación de esta obra dirigida por Jon Maya.

Por lo que les cuento y mucho más, para mí ¿Y ahora qué? es de los mejores homenajes a la danza que he visto hasta ahora. Me resulta fascinante y hermoso como todos los profesionales involucrados con este proyecto pusieron al servicio su rigor, su compañerismo, su conocimiento, su experiencia…, para expresar amor incondicional a sus respectivos oficios y tradiciones. De verdad que ser testigo de trabajos como este, le da ganas a uno de ver más danza, y porqué no decirlo, ponerse a bailar hasta el último de nuestros días.

 

 

 

 

 

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