Otro año más de los premios Oscar. En la categoría de largometraje de animación esta vez las nominaciones son más justas y me gustaría pensar que habrá sorpresas, pero esta ceremonia se ha vuelto tan predecible que lo improbable nunca llega.
Los nominados a mejor largometraje son:
Zootropolis es el mejor filme de animación que he visto de Walt Disney desde hace mucho tiempo. Es una historia diferente, fresca, que maneja muy bien el humor pero sobre todo el tono de novela de negra, con giros inesperados y personajes muy bien creados y medianamente diferentes al resto de lo que viene haciendo los estudios. Por fin algo diferente y que da una bocanada de aire a tanta basura de la misma compañía que produce la otra nominada Mohana, de la cual no describiremos el fracaso absoluto de su propuesta entera.
La tortuga roja, es una pieza experimental entre oriente y occidente, Michael Dudok logra que los estudios Ghibli le otorguen todo su armamento creativo para contar una historia –como las historias que le gusta contar a Dudok- con una fusión de estéticas brillante. Lo que pasa en la tortuga roja es la vida en silencio. Una reflexión de lo que somos con una técnica y detalles milimétricamente cuidados. La geometría de colores, el ritmo, el espacio y el movimiento de los personajes (que en algunos momentos hacen notar la presencia de Dudok detrás de la dirección) dejan claro que estamos ante una obra maestra que debería ganar el Oscar pero que delante tiene otras dos grandes competidoras.
Kubo, de los estudios Laika, quizá es la que está haciendo más marketing online para posicionarla como la posible ganadora del premio a mejor largometraje animado. Y que de no tener grandes contrincantes debería llevárselo. Kubo es una historia compleja de Dioses y hombres que se aman y se odian. De lo importante de la familia y todo ello con dosis de acción y humor que te sumergen en la historia hasta el final donde los giros de la trama (alguno un poco flojo) hacen de Kubo uno de los mejores héroes que ha tenido la historia de la animación.
Mi vida como un calabacín de Claude Barras; animación en stopmotion basada en la novela de Gilles Paris, es una película ácida, bien construida y maravillosa. El año pasado ganó en casi todos los premios europeos del circuito de animación. Mi vida como un calabacín es de esas animaciones necesarias para entender que el arte de la animación puede ser más que historias fantásticas de muñequitos moviéndose. Este film despierta muchas emociones contradictorias que conforme avanza la trama algunas se resuelven y otras te las llevas de regalo.
Este año mientras no sea Mohana la ganadora, las demás son grandes películas que merecerían ganar el Oscar.
En la categoría de corto animado el que está por encima de todas las quinielas es el corto de Disney: Pipe, que no tiene nada de todo lo que pretenden colgar en diferentes reseñas que he leído. En cambio, las otras piezas en las que casi todas se cuentan en tonos sombríos nos hablan de nuevas intenciones sobre lo que también se puede contar con la animación.
Pear cider and the cigarrettes es una animación visualmente moderna, dura, autobiográfica, con una estética pop abrumadora y un soundtrack memorable; pero quizá esto mismo es su problema. Está claro que estamos frente a un universo personal demasiado pop lo que hace que los clichés resten merito a lo que pretende ser un atrevimiento.
Pearl es un ensayo visual en 360 grados que cuenta una historia entrañable e intimista de un padre y su hija por las carreteras. Otra metáfora del camino que representa la vida con sus altas y bajas, pero siempre lleno de experiencias. La técnica resalta las posibilidades del formato pero no alcanza a mostrar todo el potencial.
Blind Vaysha’s Theodore Ushev tiene la historia más fuerte, asombrosa y con una calidad insuperable. Vaysha es una niña con la capacidad de ver con su ojo verde izquierdo el pasado y con su ojo derecho castaño el futuro, esta pequeña particularidad no le permite ver el presente; poderoso reflejo que nos habla de nuestra incapacidad de concentrarnos en el presente. Contada de forma precisa y con un trabajo de arte potente, Theodore Ushev nos regala uno de sus mejores trabajos que sabe a compromiso puro con la animación.
Borrowed Time es un western de buena factura y tono sombrío. Una historia triste y oscura, que también juega con el tiempo y una tragedia familiar difícil de superar. Es un buen trabajo que sabe a tráiler para un futuro largo.
Pipe, sin comentarios por lo lamentable que es, pero que seguramente se llevará la estatuilla.
Es evidente que falta más diversidad geográfica en la selección de animaciones, por ejemplo Polonia con Marta Pajek y sus Figuras imposibles II. España con Decorado de Alberto Vázquez, y ya puestos, de Rusia Before Love de Igor Kovalyov y de Estonia The Master de Riho Unt, por mencionar algunos.
Los Oscar no son la mejor unidad de medida para tener certeza sobre lo mejor de la animación internacional, pero mientras la fuerza mediática de esta ceremonia no decaiga seguiremos escribiendo al respecto como escribiremos también de la animación independiente y de calidad.
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