Entrevistamos a Esmeralda Valderrama, bailarina, coreógrafa y fundadora de la compañía Danza Mobile. Les hablo de una compañía andaluza con más de 25 años de historia, la cual se articula con una escuela de danza, un centro de creación, un centro de arte y el Festival Escena Mobile. Lo que les ha conducido, a haber actuado en numerosos países de varios continentes, han sido premiados con muchos premios, donde destaca el Premio Max de carácter social en 2018.
Si bien es cierto que salta a la vista la gran diversidad de personas que componen todos los proyectos que desarrolla Danza Mobile, el hecho es que como otras compañías de danza, dedican sus esfuerzos y espacios para formar integralmente a sus miembros. Y los que consideran que están preparados para el mundo profesional de las artes escénicas, los lanzan a los escenarios. Demostrando que centrarse en las apariencias, tiene más que ver con el desconocimiento generalizado que opera en nuestra sociedad, que con entender que hay personas que se les señaliza como “excepcionales”.
Desde luego, ha sido un lujo haber hablado con Esmeralda Valderrama, quien es una persona con una vocación y principios férreos, lo cual más que inspirar, anima a que nos remanguemos para hacer todas las cosas que aún están por materializarse: Dejémonos de buenas palabras e intenciones.
Mientras tanto, les invito a reflexionar con nosotros:
Los niños pequeños no suelen tener ningún problema con la diversidad, ello viene desde la sociedad, de la familia, desde el colegio; donde se acentúan esas dinámicas discriminatorias. De hecho, de vez cuando doy charlas en las clases de lo más pequeñitos, como también hacemos un taller de danza. Pero en realidad, ello lo dirigimos a sus profesores.
La primera pregunta que les hago es: ¿Somos diferentes o iguales? Y les digo que somos diferentes. Todo ello mientras me acompaña una profesora más joven que yo, o una persona con síndrome de down. A continuación les pregunto “¿Cómo vamos a ser iguales esta persona y yo? ¿No lo veis?” Al final los presentes terminan estando de acuerdo.
Si es que la diferencia es lo que nos enriquece, hay que educar desde la diversidad.
¿Qué es “lo excepcional”? ¿Qué una persona vaya en silla de ruedas? Pero si tú ves que un compañero de clase va en silla de ruedas desde que lo conoces, eso lo verás como algo normal.
-Porque ello forma parte de esa persona.
Claro. Y esa persona estará al lado de uno jugando a los mismos juegos, aunque estén adaptados a su condición.
-Un ejemplo muy bobo: alrededor del 1% de la población mundial es pelirroja, y a estas personas no se les ve, como seres “extraños”, o quizás “siniestros”.
No es ni “siniestro” ni “excepcional”, que una persona mida dos metros. Y esto nos lo tenemos que meter en la cabeza, para luego inculcarlo. Porque los prejuicios se generan en el entorno familiar y en los educativos.
En las escuelas se tiende a igualar a todo el alumnado. Y puede que los haya que son tímidos, o les cueste relacionarse, otros son explosivos, etc…, lo que les enseñan, es que deben amoldarse a lo que hay.
Con los más pequeños eso es más fácil de tratar, les pregunto en las charlas que hacemos: “¿Quién me dice que es tonto en esta aula?” Todos se quedan descolocados, y en especial los profesores. Y añado: “Tonto es el que hace tonterías ¿no?”. Al final, todos asientan.
Después señalo al que me acompaña (que tiene síndrome de down), y les digo: “Si él hace tonterías, también sería tonto. Pero no es tonto por ser síndrome de down. Asimismo, el que está malito, es una persona que está acatarrada. Pero por tener síndrome de down, no está malito”…
Yo era bailarina, a mi esto me apasionaba sin saberlo, ni conocerlo, es decir: yo en realidad entré a esto por razones artísticas, no por vocación social. Porque siempre me ha maravillado trabajar con cuerpos diferentes, donde encuentras creatividad, y entre estas personas, no hay tantos prejuicios.
-¿De qué eras bailarina?
De danza clásica, de claqué, de danza contemporánea…, de lo que había en Madrid en aquellos días. Te estoy hablando de hace cuarenta años.
Tras quedarme embarazada de mi hija mayor, dejé la compañía en la que estaba. Y al nacer ella, un coreógrafo que era amigo mío, me seguía llamando para ser su asistente y demás. Y claro en aquellos días en Madrid, o tenías unas medidas determinadas, o no te cogían en ningún sitio.
-¿Cómo si las bailarinas fuesen modelos de pasarela?
Efectivamente. Y yo estaba rebotada, aunque menos mal, que el criterio iría cambiando con la aparición de la danza contemporánea.
Entonces este amigo mío coreógrafo, me oía mucho este discurso, lo que le llevó a presentarme a una persona que había montado una escuela de danza que tenía grupos con discapacidad (quien había tenido una hija con una diversidad). Ella era Maite León, que llevaba a la Fundación Psicoballet Maite León.
Al ver todo esto, le dije a Maite: “Esto es lo que yo quiero”. Y me quedé trabajando con ella durante cinco años. Posteriormente, me traslado a vivir a aquí, a Sevilla, a montar una delegación enlazada con la fundación de Maite León. Y la premisa es que tenía que trabajar mano a mano con un psicólogo, en este caso se trataba de Fernando Coronado.
Al fallecer Maite, la fundación la lleva su hija Gabriela León, quien también gestiona la Fringe Company.
Mi idea base era llevar una escuela de danza que funcionara por las tardes. Al tiempo, nos dimos cuenta que teníamos gente muy buena, y nos preguntamos por qué no se les podría abrir las puertas al mundo de las artes escénicas, en lo profesional.
–¿Qué otros referentes tienen ustedes aparte de Maite y Gabriela León, a la hora de hacer el trabajo que hacéis en Danza Mobile?
En primer lugar, siempre agradeceré a Maite León que me aportara sus conocimientos sobre trabajar con personas con diversidad, sin caer en paternalismos. Como también lo ha hecho, su hija Gabriela.
También me gusta el proyecto de Jordi Cortés que tiene en Barcelona, esto es: que aunque no había tenido contacto con personas con diversidad, él se pasó mucho tiempo en Reino Unido, y se hizo amigo del gran Adam Benjamin, que fue la persona que fundó la compañía Condoco. Compañía que fue de las primeras en trabajar con personas con diversidades físicas.
Por otra parte, miro mucho a los franceses, por ejemplo, la compañía teatral “El teatro de Cristal”.
-¿Qué pensáis si alguien les dice que ustedes hacen “educación informal”, porque lo que desarrolláis lo lleváis a cabo en un espacio no reglado?
Lo que se hace aquí, es educación y punto.
-Cuando ustedes escucha comentarios como: “Las obras de Danza Mobile están muy bien, pero no llegan a ser profesionales del todo” ¿Qué pensáis?
Sabes qué pasa, que muchas veces la culpa la tenemos nosotros mismos (los que trabajamos en esta historia). Lo cual hace que hemos de tener un criterio muy claro. Por ejemplo, si consideramos que una persona no está preparada para estar encima de un escenario, no la ponemos. Porque si no estaríamos faltándole el respeto.
En paralelo, el que nosotros trabajemos con personas con diversidad, ha hecho que haya quien vea esto como si estuviéramos presentando montajes de tercera.
-Es que ustedes hacen una labor “muy bonita” y “social”.
¡Esto no es social!
-Luego programan vuestros espectáculos en ciclos, que usan “apellidos” que están relacionados con lo “social”.
Así es. Y encima bajo la etiqueta de “danza inclusiva”, que estoy hasta el moño del uso que se le da al “apellido” “inclusivo”.
-De todas formas, ustedes usan ese “apellido” en vuestra página web parar referirse al tipo de trabajo que hacen ¿Hasta qué punto permanecer con el uso de la etiqueta “inclusivo”, os está manteniendo en una situación en la que siempre serán vistos como los que hacen “cosas inclusivas”?
Claro. Lo que pasa con estas historias, es que hay que ir paso a paso. Porque siempre te ponen la etiqueta, aunque uno no se la ponga en un momento determinado.
Dicen: “Danza Mobile trabajan con personas con discapacidad. Entonces lo que hacen, es “inclusivo”” ¿Quién incluye a quién?
Te prometo que desde que empezamos con el Festival Escena Mobile, yo siempre he dicho que es un festival, que me gustaría que desapareciera. Porque llegado ese caso, por fin se habrá entendido el mensaje que queremos transmitir, que entre otras cosas, consiste en que todos los bailarines y compañías, podrían estar en cualquier programación de cualquier teatro.
Danza Mobile hace danza, y ya está.
-Sin embargo, hay quien ve que proponéis vuestros montajes en unos espacios en los que “lo inclusivo”, tiene más probabilidades de ser programado, que en otros ¿Qué estructura sustenta esta aparente contradicción?
Para que todo el mundo se entere de lo que hacemos, lamentablemente, tenemos que usar el “apellido” “inclusivo”.
De todos modos, próximamente, nos iremos a Suiza de gira: a festivales que se ofertan en Lugano, Ginebra, Basilea, Berna…, y son festivales de danza contemporánea. Por ejemplo, representaremos “Helliot ” (obra hecha por Antonio Quiles), que es una pieza que va de las cosas de Helliot, no de que él es una persona con síndrome de down.
El año pasado con la obra “el festín de los cuerpos”, estuvimos en el ciclo Danza Escena. Por eso, nosotros debemos seguir haciendo las cosas así, para llegar a más lugares como los que te he mencionado, mientras seguimos visibilizando estas realidades, con el fin de que la gente crea en lo que hacemos.
Llevamos muchos años trabajando con muy buenos coreógrafos, como Manuel Cañadas, Antonio Quiles, Arturo Parrilla, o Fernando Lima. Y así poco a poco, la gente de la profesión se ha ido dando cuenta qué hemos estado haciendo.
En la edición de este año del Festival Escena Mobile, hicimos una convocatoria para seleccionar piezas con la PAD (Asociación Andaluza de Profesionales de la Danza). Y ello ha sido un salto muy importante, porque han asistido a la representación de estas piezas, muchas personas por curiosidad. Y ya que ha dado tan buenos resultados, voy a dejar esta iniciativa para todos los años.
-Es fundamental crear redes entre los profesionales. Incluso al estar estos profesionales trabajando con vosotros, conocerán más a fondo vuestro proyecto, que incluye personas que no se van a dedicar a la danza profesionalmente, lo cual visibiliza que no todos los que forman parte de esta comunidad, tienen por qué ser profesionales.
Claro. Además hace unos años hicimos un curso dentro del Conservatorio Profesional de Danza Antonio Ruiz Soler de Sevilla, que impartió mi hija Manuela, taller en el que se usaba la lengua de signos como lenguaje coreográfico.
Hay un mundo muy grande de creación por investigar, al que deberíamos estar más abiertos. Y por desconocimiento, no se incentiva mucho más la creación.
A veces en las enseñanzas artísticas, todo se plantea de una forma compartimentada, y para mí eso es una equivocación. Porque cuanto más nos mezclemos todos, nuestras cabezas crecerán más.
Pienso que el desarrollo personal y el artístico, van íntimamente unidos.
Aceptar la diversidad, y saber lo que aporta eso, puede hacer que las ceraciones se enriquezcan mucho. Siempre que uno no lleve a su terreno, al otro.
-¿Quizás el intercambio de roles puede ser un ejercicio muy ilustrativo? No tanto para “dar una lección”, sino para invitar a la reflexión, dada la forma en cómo se presente un ejercicio que aborde eso.
Claro. Nadie debe “dar ninguna lección” a nadie, sino hacer que todo sea compatible con todo.
-Por eso creo que acertáis al ir a los colegios a dar charlas. Porque seguro que habrán docentes que se perciben como conocedores de su profesión, que ya se conocen las estrategias necesarias para ejercerla, etc…, la cuestión no es ponerlo en entredicho, sino ampliar su marco de ampliación y su capacidad de maniobra.
He allí que defienda que ustedes contribuyen a ampliar la definición de bailarín, además que visualizáis que el ser humano, contiene más realidades de las que suele entender.
Exactamente.
-Y ustedes hacen esto a través de la danza…
Porque es lo que conocemos.
Para mí es fundamental que todos los profesionales que trabajen aquí, sean profesionales de las artes escénicas y las artes plásticas.
Por tanto, si esa persona no es una apasionada de lo que hace, cómo va a enseñar lo que va a enseñar. Y además, con la experiencia en su bagaje, tendrá muchos recursos para enfrentarse a diferentes casos.
Y luego, esa persona no puede estar con el “yo, yo, yo”…, he allí que invitamos a muchos coreógrafos para seguir enriqueciéndonos.
-¿Cómo ustedes han abordado los casos en los que algún coreógrafo, se encuentra en una situación que hasta ahora no se ha enfrentado?
Diciéndole que aquí no hay un trato especial, y estas personas son intérpretes.
-¿Ustedes les hacen algún tipo de asesoramiento?
Si lo hay, porque estas personas parten desde un desconocimiento.
Pero este desconocimiento es algo generalizado. Por ejemplo, yo tengo una amiga que va en silla de ruedas, y el otro día en el teatro, le hablaron gritando y de forma entrecortada. Y ella le dijo a esa persona, que el que vaya en silla de ruedas, no significa que sea sorda: Esto pasa, aunque la gente no lo haga con mala voluntad.
Si es que en este mundo en el que nos movemos, las personas con diversidad intelectual han estado metidas en sus casas. Al tiempo, se fueron incorporando, pero siendo tratados de una manera muy paternalista; y ahora, en los grupos de los más pequeños, hay quien los ve como mascotas. El mensaje de fondo es: “Pobrecito, hay que cuidar de él”.
Me ha contado uno de los vienen aquí, que sus compañeros de su clase le sientan en la silla, le quitan los zapatos, etc…, y ese niño es totalmente autónomo.
Y en los casos en los que un niño no pueda armar una frase en condiciones, no significa que esa persona no tenga contenido.
A mí me pone mala cuando viene gente que dice: “él tiene 18 años, pero se comporta como si tuviera tres años”. Esa persona tiene dieciocho años vividos, tiene una experiencia de dieciocho años vividos.
-Puede que esa experiencia esté condicionada por la forma en cómo le han tratado, y cómo lo ha ido gestionando.
Claro. Pero no es un niño de tres años.
-También se suma la idea de que: “a ti se te dan bien las matemáticas, por qué te vas a poner ahora a dibujar”.
Es que a las personas con discapacidad, en general, no se les toma en cuenta ni se les pregunta por sus deseos. Por ejemplo, me he encontrado con algunos que vienen aquí, que les pregunto cómo se llama su abuela y no saben, o se generan diálogos como este:
¿Qué hace tu padre? Va a la oficina ¿Y en qué trabaja? No lo sé ¿A dónde has ido este fin de semana? A la playa ¿A qué playa? A la de mi tía ¿Dónde está la playa de tu ti? No lo sé.
Es que les vamos reduciendo. Aquí hay un profesor, Juan Carlos, que dice: “se puede nacer con discapacidad, pero tontos los hacemos”.
-Creo que cuando se vayan superando estas barreras, sabremos realmente dónde estamos, es decir: al estar todas estas barreras operando, es difícil ver las cosas con claridad, y saber cómo actuar de la manera más eficaz.
Al mismo tiempo, me imagino que vosotros se han planteado, que fuera de vuestras instalaciones, hay espacios que no son seguros del todo, para vuestros usuarios e intérpretes.
Por ejemplo, si hubiéramos mandado a una de las personas que hemos formado aquí al antiguo CAD (Centro Andaluz de Danza), hubiéramos estado muy seguros que esa persona tendrá una conducta adecuada.
También es importante, que en estos contextos haya una persona que medie, y lo lógico es que conozca de artes escénicas. Porque hay ocasiones que los que vienen aquí, no entiende ciertas consignas. Pero luego ellos las consiguen aplicarlas, desde otro camino. Eso está relacionado, con que hay docentes que no les dan las herramientas adecuadas, para hacer que a esa persona le llegue toda la información que necesita.
-¿Vosotros les dais herramientas a vuestros usuarios e intérpretes, para poder traducir lo que dicen en otros espacios diferentes a este?
Les decimos que cuando no entiendan algo, que pregunten.
-Sería precioso que varios de los que han pasado una trayectoria en vuestras instalaciones (y no me refiero a una colaboración puntual, con un coreógrafo), terminen en un conservatorio superior de danza.
Claro. O a tomar un curso con no sé quién.
Recientemente, Helliot estuvo en un curso de danza contact como uno más. Pero esto pasó porque él ya lleva un entrenamiento, y una madurez importante.
Los hay que se desmadran porque se les permite ¿Por qué no le permito hacer una cosa a una persona de treinta años, y a esa otra con la misma edad, si se le permite hacer eso?
-Eso tiene que ver, con que no se le da confianza a las capacidades de esa persona. Es más, creo que esto se sustenta en los problemas generalizados de comunicación que tenemos en esta sociedad. Lo que lo hace ser un síntoma, de que haya actos discriminatorios a varios colectivos.
Al final, la necesidad de visualizar se hace una herramienta para llamar la atención sobre la existencia, de los colectivos en juego. Incluso la misma se convierte en una urgencia, porque es un hecho latente, que hay un grupo de población importante, que tiene una condición muy concreta.
Pues hay que seguir trabajar en la visualización, y la misma no puede ser usada para ahondar más en la diferencia, llevándonos a que un espectador mire a un intérprete y diga: “mira que pobrecito”.
Ahora bien, la obra que estrenaremos pronto, “Castigo de Dios” (se representará los próximos 21, 22 y 23 de mayo en el Teatro la Fundición de Sevilla), se tratará la realidad de las personas de este colectivo, esto es: Joaquín Doldán (el escritor de esta obra) hizo esta pieza para una amiga suya de Uruguay, que tiene una hija con síndrome de down (ambas personas son actrices). Y como el escritor es amigo de Gregor Acuña-Pohl (director de este montaje), se ha decantado por darle una vuelta de tuerca, añadiéndole un toque clown.
-El clown es algo que está presento en varios de vuestros montajes. Lo que demuestra, que ustedes abordan los temas con sentido del humor.
Si. Nosotros evitamos “dar penita”. Una cosa es que lo que se está contando tenga detrás una historia profunda, y otra, es buscar dar pena. Y aún con todo, hay padres que todavía ven a sus hijos de aquellas maneras.
-Claro. Estas personas no han sido educadas en cómo ser padres, tan sólo han dado a luz a una criatura. Cosa que tratáis en la pieza “Parto al agua” de Cromo 21.
Justo de eso iba esa pieza.
-Entonces ¿Cómo educar a los padres, a los doctores que diagnostican una cosa u otra, a los profesores, etc…? Porque estas cosas están siendo investigadas permanentemente, no se ha llegó a una conclusión definitiva “ayer”.
El sentimiento de un padre hacia un hijo, es muy fuerte. Pero hay que incidir en que se acepte lo que está sucediendo realmente, es decir: que un grupo de personas tengan síndrome de down no quita que cada uno, no sea de su padre y de su madre. Es más, nunca me ha gustado saber el diagnóstico que le han hecho a mis usuarios, porque yo sólo me estoy enfrentando ante un ser humano. Eso sí, si una persona puede llegar a tener una crisis epiléptica, me interesa saberlo, para informárselo a los profesores para que actúen en consecuencia.
-¿Hay algún otro perfil en el que solicitéis más información, o que ustedes no están dispuestos a trabajar?
Solamente, en la escuela de la tarde, a las personas con conductas agresivas. Sobre todo, porque pueden darse situaciones donde una persona se termine lesionando. Lo cual es diferente a los casos, donde alguno está tomando mediación, al estar en medio de un seguimiento.
-Dada vuestra experiencia ¿Qué crees que podéis aportar en la educación emocional de todos los bailarines?
Partimos de que estamos con personas que tienen una educación emocional muy grande. Porque a lo mejor, no se despistan en tantas elucubraciones, como hacemos la mayoría; o los que nos ponemos muchas pantallitas a la hora de hablar. Lo cual demuestra que nosotros hablamos demasiado, y observamos poco.
En general ellos observan mucho, quizás por haber sido delegados a estar encerrados en casa, y demás. Donde se les ha tratado como si fueran jarrones, es decir: hay veces que contesta la persona que les acompaña, pudiendo responder perfectamente a esa pregunta, siendo que él está delante.
Y esto lo vivo personalmente: yo suelo ser una persona con mucha energía, y si un día estoy algo desanimada, rápidamente me preguntan qué me pasa. Yo les digo que estoy estupendamente, pero siguen insistiendo con que a mí me pasa algo.
-Veo que te meten en aprietos de vez en cuando.
Y te dicen: “los ojos no mienten”. A lo que les respondo: “que te calles ya”.
Por haber observado más que la mayoría de nosotros, han aprendido a manejarse de otro modo. Otro ejemplo, les hemos dado clases de masajes (les encanta), y cuando te ven cansada, de repente tienes cuatro manos sobre ti. Porque ellos quieren ayudarte a sanar, al verte mal.
Por eso nosotros, aportamos una apertura para conocer otros cuerpos, otros seres, etc…, los cuales te ayudan a desarrollar la empatía, y el fomento de la creatividad. El caso es que si uno ve que no se consigue conectar con aquella persona de una forma determinada, uno tiene que pararse a observarla, para encontrar el cómo conectar con la misma.
-Pero en el caso hipotético en el que se está en una clase de doce alumnos, y uno de ellos muestra que va por otro camino su proceso de aprendizaje, igual se interpreta que se está “poniendo en juego” el status quo, o se está “retrasando” la clase por atenderle ¿Qué postura tienes ante este tipo de posicionamientos?
En primer lugar, concreto que si estoy en una clase de técnica (por ejemplo), voy a dar una clase de técnica. Aunque está por delante, el que nadie se lesione durante la misma, para lo que doy una serie de pautas a seguir para evitarlo.
¿Hay que parra una clase porque en una diagonal que he marcado, esa persona no hace el salto como tiene que darlo? Yo voy exigiendo lo que cada uno puede ir dando, sin poner ningún techo. Por ello cada profesor ha de tener sus recursos, para saber adaptarse a cada caso.
-Cuando has visto a gente llorando por ver un espectáculo, en el que sólo actúan personas con síndrome de down, y a ellos se les presenta como personas que han superado algo que parece que no estaba en inicio a su alcance. Todo ello se plantea como si otras personas no hubiesen tenido obstáculos en sus respectivos caminos, sean o no de un colectivo que ha sido desfavorecido tradicionalmente ¿Qué te parece?
Es cierto que han superado cosas, pero yo también ¿Ellos qué saben de mi historia? ¿Ellos qué saben de la historia de Arturo Parrilla?
-Lo genial es que vuestros intérpretes no salen a escena diciendo: “Hola soy Marta, y me pasa esto”. Sino que simplemente, salen y actúan, tratando el tema que sea que toque ese día.
Y de repente aparece gente diciendo: “Si al final Marta baila bien ¿Cómo es posible que ella baile bien, si veo que le pasa esto?” Eso se traduce a que cuando Marta se está haciendo un bocadillo, “lo que le pasa”, le está afectando durante la elaboración del mismo.
Con este panorama, seguro que a Marta tenga más dificultades de superar ciertas barreras, si le siguen tratando de esa forma.
Supongo que más de uno de los que acuden a vuestras clases o vuestros intérpretes, se habrán creído ciertas palabras, y ustedes habrán intervenido para dejarles en claro, que no les pasa nada malo.
Claro. Yo soy muy exigente, y cuando un alumno me dice: “es que soy síndrome de down”, yo le respondo:”es cierto, pero tú no eres gilipollas. No te comportes así”.
-El que le hables así, es signo que ustedes han ido construyendo en Danza Mobile, un espacio familiar ¿no?
Así es. La idea es evitar situaciones como que uno se sube a un autobús, y le permiten colarse. Y les digo: “¿No os dais cuenta, que tontos no sois?” O si una señora se levanta de su asiento, para dejárselo a uno de ellos. Yo les digo que han de agradecerlo, y quedarse de pie: Nuestro fin es hacerles pensar, que ellos forjen su propia identidad.
-Si bien es cierto que vosotros sois una compañía de danza, es un hecho que lo que hacéis tiene repercusiones sociales ¿Vosotros recibís algún tipo de subvención por desarrollar alguno de vuestros proyectos?
A nuestro Centro de Creación le hemos tenido que dar forma, de centro ocupacional. Porque si no era imposible, que por lo privado los padres pagarán tanto dinero, para poder financiar los sueldos de todos nuestros docentes.
Nosotros empezamos siendo autónomos, pero nosotros queremos que ellos tengan una educación en condiciones. Así que tenemos profesores de danza contemporánea, de música, de teatro, de narración oral, y muchas más cosas.
-¿Por qué visualizar a un colectivo que tradicionalmente ha sido desfavorecido, le resulta a algunos incómodo?
Cuando hay cosas que no comprendemos, solemos mirar para otro lado.
-Habrá personas que habrán decidido finalizar, el tiempo de elaborar conclusiones.
¿Crees que ustedes pueden ir más lejos de lo que aportáis con la danza, y las artes plásticas?
Mi ilusión desde hace tres años es hacer una escuela infantil, siendo que ya tenemos experiencia en la gestión de “escuelas infantiles de verano” con profesores de aquí. Y hemos visto que en un mes, pueden darse cambios impresionantes de todos lo que han acudido (incluyendo los hermanos de los que vienen a nuestras actividades regularmente).
-¿Qué impresiones ustedes han identificado en vuestros usuarios, y los que se preparan para ser profesionales, cuando ven a un intérprete como Helliot actuar?
Ellos desean ver actuaciones de sus compañeros, y también sienten admiración por ellos. No obstante, hay padres que pueden tener hasta envidia.
-Supongo que varios de vuestros profesionales imparten clases en vuestras instalaciones ¿no?
Claro que sí. Ahora se está impartiendo un taller de circo por Germán, quien han ganado algún premio de Circada.