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¿Existe la familia perfecta? ¿Es siempre la familia refugio y protección? ¿Estamos mejor juntos?.

Son algunas de las cuestiones que me planteo tras haber visto y disfrutado Del nido al nicho, la ópera prima de La Incierta Compañía, que fue representada el pasado uno de diciembre, clausurando la segunda edición del FestivaRT, Festival de las Compañías Residentes, en el Teatro TNT.

 

El público, que prácticamente llenó la sala, pudo emocionarse, angustiarse, reír e incluso cantar, debido a los cercanos y complejos temas que plantea la obra y también por el modo de tratarlos y mostrarlos a los espectadores.

Del nido al nicho nos muestra a los miembros de una familia que, por momentos, parece quererse, cuidarse y celebrar cumpleaños (acontecimiento y motivo en torno al cual se estructura la obra). Sin embargo, pronto las relaciones empiezan a desmoronarse debido al apego desmesurado, al ansia de libertad y a los conflictos internos que terminan revelando la deteriorada y degradada situación familiar. Como dice uno de los personajes, “Las alfombras no cubren las grietas”.

La obra se mueve entre dualidades o antítesis: luz y oscuridad, risa y llanto, angustia y humor, libertad y condena, caricias y asfixia… oposiciones que pueden presentarse en cualquier familia común e incluso en la vida misma.

 

Foto: Rafa Núñez Ollero

 

Los personajes, más que desarrollar un rol concreto (madre, padre, hijo), parecen mostrar los diferentes escenarios o emociones que podemos experimentar en un contexto familiar y afectivo. Están caracterizados metafóricamente como pájaros, aves que, tras habitar el nido, pretenden el vuelo y se encuentran con los barrotes de una jaula. No se echaron de menos otros elementos en el espacio, ocupado en su mayor parte por los actores y actrices, una pequeña jaula colgante y muchas plumas. El llamativo maquillaje ayudaba a acentuar aún más las trágicas expresiones de los protagonistas.

Como vemos, se trata de una obra metafórica, onírica, llena de poesía, simbolismo y estética expresionista, lo que puede dar lugar a que no se capte cada detalle en un solo visionado. Por ello se busca a un público implicado, atento y que además quiera disfrutar de las bellas y a veces cómicas escenas, pero también que esté dispuesto a sentir la angustia y el sufrimiento que conlleva el combate de una familia que podría ser la suya.

Del nido al nicho nos propone temas que son difíciles de abordar, pero con los que normalmente debemos convivir: las relaciones familiares, el paso del tiempo, el apego, los deseos y promesas no cumplidos o la maternidad no deseada. Nos lo muestra a través de una familia numerosa, particular y hasta divertida, que inevitablemente acaba estando más unida en la muerte, en la tumba, que a lo largo de la vida.

 

Foto: Rafa Núñez Ollero

 

Una propuesta original y atrayente, que merece ser vista y que es el colofón del trabajo realizado en el Laboratorio XXV de Atalaya por parte de La Incierta, una compañía que recién comienza y que tiene mucho que enseñarnos.

 

Dirección: Paula Rubio y Ana Baraza.

Dramaturgia: Po Ruiz, Martín González y Graciela Campos.

Intérpretes: Paula Rubio, Ana Baraza, Po Ruiz, Martín González, Graciela Campos, Irene Peñafiel, Tete Julián, Alba Pineda, Frasko Domínguez, Raúl Lledó y Flavia Forni.

Iluminación: Ana Baraza.

Vestuario y maquillaje: Irene Peñafiel.

Movimiento escénico: Tete Julián.

Producción y espacio sonoro: Frasko Domínguez y Alba Pineda.

Ayudantía en la ejecución del proyecto: Raúl Lledó y Flavia Forni.

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