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Fue en el Conservatorio Profesional de Música Francisco Guerrero. En una sala con aceptable acústica, pero mal aislada, donde, con demasiada frecuencia, se oía a otros músicos practicar en salas circundantes.

Había gran expectación entre el público que, aparte de antiguos maestros y alumnos atraídos por la indiscutible calidad del interprete, estaba compuesto primordialmente por familiares y allegados. Algunos sólo habíamos tenido la oportunidad de verlo en vídeos subidos a plataformas sociales con no muy bien sonido, donde se adivinaban sus capacidades y se intuía su exquisita sensibilidad.

Pero David Mogaburo no defrauda. Estudiante de primer año de Superior del prestigioso Conservatorio Superior de Música Bonifacio Gil, de Badajoz (previamente hizo el grado elemental en el Ateneo de Música y Danza de Málaga y grado medio en el citado conservatorio sevillano), galardonado con el 1º premio del Concurso de Interpretación Regional de Osuna, el 2º premio en el Concurso Nacional Ángeles Reina de Málaga o el 2º premio en el concurso Peninsular Anatolio Falé, de Lagos (Portugal), David Mogaburo, decimos, no defrauda: atesora no sólo una exquisita técnica forjada al cabo de más de diez años dedicado en cuerpo y alma al piano, una soberbia digitación que desarrolla con la apariencia de facilidad que solo los grandes intérpretes dominan y un virtuosismo innato, sino que es dueño de una sensibilidad exquisita, que nos induce a sumergirnos en su música, como en una delicia sinestésica.

Nos había preparado un programa ecléctico, de Bach a Rachmaninov, pasando por Mozart o Debussy. Y, de regalo, Chopin

David explicó, con su ya extenso conocimiento musical, cada tema antes de deleitarnos. Y ahí si se le notó el nerviosismo, no porque temiera no darlo todo, sino porque su elemento es el piano y no la palabra. Pero también demostró el temple que necesita un artista para darlo todo, empleando el tiempo que fuera necesario para concentrarse, para abstraerse completamente, antes de afrontar cada pieza.

Y consiguió su propósito, sin duda. Supo llevarnos de la mano con la pasión que infunde a cada tema, con endiablados cambios dinámicos en un mismo pasaje y dominando notablemente las transiciones, con maestría impropia de su edad, aunque aún le quede camino por recorrer, teatros y salas que llenar y músicos de los que adquirir la sabiduría vital y las tablas que todo prometedor joven artista requiere.

Un músico, un artista, que sin duda habrá que tomar muy en cuenta en un futuro cercano y a poco que el destino le sonría y surjan los mecenazgos adecuados, se va a convertir en un pianista de élite destinado a grandes eventos y prestigiosas orquestas.

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