Cuando un profesional nos representa su imaginario sin filtros o aspiración a que se traduzcan cada una de sus acciones de un modo literal, éste, quiera o no, se está arriesgando a que sus espectadores lo pongan en un lugar diferente a lo que le dio lugar. Y justo este tipo de reflexiones extraje de La Materia de esta profesional andaluza.
Desde el principio, me di cuenta que estaba dirigiendo mi interpretación de esta pieza a un lugar extremadamente personal. Y lejos de desacreditar algo que, a muchos nos puede pasar de una forma natural, me gustaría proponerles preguntarnos: ¿Hay alguna lectura que deba predominar durante la representación de una pieza? ¿Será posible que en el momento en que dicha pieza se hace “pública”, la mayoría de las cosas que sucedan con ella dejarán de estar en las manos de los profesionales que hayan estado involucrados? Y si llevamos esto a un extremo, ¿Qué tipo de “rastro” quedará de su autor tras el paso de unos años del estreno?…
En la sinopsis de La Materia se nos señala que ella es la segunda obra de una trilogía que, aún con todo, es independiente en sus contenidos. Ahora bien, cabe plantear si la autonomía que disfruta responde a una serie de “grietas” de una estrategia de distribución y promoción de La Materia, como también, que mientras se fue montando se quedó entre paréntesis, en relación a las otras dos obras con las que está emparentada: La Leona y La Invisible.
Y justo estas “grietas” fueron las que me dieron pie a entrar en esta pieza, al margen de que uno no esté familiarizado con la evolución de las guitarras españolas y flamencas (como bien se nos indica en la sinopsis), o no haya visto la primera pieza de la trilogía, La Leona. A dónde quiero llegar, es que Olga Pericet supo dejar en alusiones y sobre avisos lo que conecta a La Materia con las otras dos obras, de tal manera que su autonomía se pueda desarrollar tenga a quien tenga enfrente contemplando su creación.
Para dicha empresa, seguro que la implicación de Daniel Abreu (en la calidad de artista invitado) ha sido fundamental, en la medida de que una de las cosas que más caracterizan a las obras que conozco de su repertorio, es que están envueltas en un marco onírico en el que el tema a tratar es un lugar de tránsito a un sinfín de asociaciones de idea e imágenes, o que la danza es un elemento escénico más para compartir lo que se está compartiendo. Lo cual considero que ha acentuado la independencia de La Materia en muchísimos sentidos.
Basta detenerse en cómo fue estructurada La Materia, en tanto y cuanto que esta obra va de lo más primigenio (como sería una representación del primer encuentro de un ser humano con la madera, como un recurso natural susceptible de ser transformado en algo), a una dimensión en el que el “personaje” (por así llamarlo) que interpreta Olga Pericet, habilita “canales” que le facilitan expresar todo aquello que ha estado contenido en su interior, incluido lo que ha heredado. Por tanto, a lo largo de la representación, nosotros los espectadores, somos testigos de cómo a nivel figurativo y sensorial este personaje se va humanizando.
Un proceso en el que se topa con aliados (el rol que interpreta Daniel Abreu como intérprete) y personas con las que uno aprende a identificarse al estar interactuando con uno otro, a la par que está conociendo lo que nos excede. Los detalles de las escenas que lo reflejan y demás cosas por estilo, creo que es mejor dejarlo a la lectura personal que haya hecho cada espectador, porque, sinceramente, esta obra se presta a ello. Más no se sale de los “carriles” sobre los cuales continuará su recorrido hasta pasar por la “parada” de La Invisible.
La Materia es una obra que gocé de principio a fin, en la que hasta pude “reposar” de mi estudio gracias a los acertados enlaces musicales, en donde los músicos José Manuel León, Juanfe Pérez y Javier Rabadán nos deleitaban con sus interpretaciones para que la pieza no vaya en permanente ascenso, sino más bien, se sincronice con los vaivenes que le permitieron madurar y seguir adelante en su camino al “personaje” de Olga Pericet. Si es que de La Materia se puede decir tanto, que toda crítica que se elabore de ella sería insuficiente.