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El ciclo Canal Baila que lleva materializándose en estos días hasta el 23 de octubre en los Teatros del Canal, programó la representación de un trabajo del catalán Pau Aran, que sin lugar a dudas, es una parotación más en el proceso de construcción permanente del arte de inspiración queer. Un arte que aunque no le faltan referentes a los cuales acogerse para seguir constituyéndose, los que lo practican luchan por dejar de ser vistos como los que tratan “temas marginales sobre personas que están en la periferia de la humanidad”.

Uno de tantos modos en que el sistema sexo- género hegemónico opera, es a través de forzar a los fenómenos que se dan en la condición humana y el resto de la naturaleza, para que sean leídos desde una lógica binaria, dando lugar a diagnósticos que pasan de calificar algo como “antinatural” a deshumanizarlos (con todos los riesgos que ello puede llevar por delante). En consonancia, se oculta que hay miles de especies animales registradas, que no practican en exclusiva sus relaciones sexuales entre individuos de diferente sexo, o qué decir de casos tan paradigmáticos de lo que estoy exponiendo, como los peces payaso (también conocidos como peces anémona, dada su estrecha relación con esta especie marina). Esto es: según una publicación del diario El Comercio (que a su vez cita varias fuentes, como a la revista National Geographic) de mayo de 2017, estos pequeños animales destacan, entre otras cosas, por su habilidad de cambiar de sexo por sí mismos, y ello además es irreversible. En primer lugar, cabe aclarar que todos nacen con sexo fecundante, y cuando llega el momento de que el grupo precisa que haya un proceso de reproducción entre ellos, los que más han madurando cambian el sexo con el que han nacido,  por un sexo gestante.

Foto: Pablo Lorente

Foto: Pablo Lorente

 

Lo anterior, también sucede en los casos en los que el “pez líder” del grupo cae en la cuenta de que no hay ninguno dentro del mismo disponible para gestar, dando paso a que un pez payaso del grupo ocupe su lugar, y así sucesivamente. Sin que esto signifique, que este “pez líder” deje de comandar a todo el cardumen del que forma parte… A dónde quiero llegar con todo esto, es a algo similar a lo que decía Simone de Beauvoir en el capítulo dedicado a la biología del primer tomo del Segundo Sexo (aunque se ha de tomar en cuenta que este texto fue publicado a finales de los años cuarenta del siglo pasado). Esta filósofa francesa denunció con los datos que pudo recabar, el cómo los discursos hegemónicos de nuestra cultura occidental han alcanzando extenderse por tanto sitios. Sin queden excluidos que haya  ciertos estudios del campo de la biología, que estaban sujetos a la lógica binaria que “descubrían” cosas en la naturaleza que “confirmaban” el cómo los roles que han interpretado los varones y las mujeres a lo largo de la historia, se reproducían fielmente entre los animales. Consiguiendo que dichos discursos se erijan como “científicos” e irrefutables, hasta que se dé con alguna investigación que los falsee. Pero claro ¿Cómo alguien se le puede ocurrir en “su sano juicio” iniciar una investigación, desde la premisa de que el marco binario, mujer/varón, no es algo que está presente en toda la naturaleza a través de diversas manifestaciones?

Aunque en un primer momento parezca difícil de entender, basta con enfocarse en abordar otro tipo de premisas para que se saque a relucir que todo lo que sucede en el ser humano ha sucedido siempre, otra cosa es que no las hayamos identificado tal y como se desarrollan por sí mismas. Ahora bien ¿Qué nos aporta en este debate la pieza La Misma Diferencia de Pau Aran y su equipo? Pues,  es un trabajo que se desarrolla a través de un sinfín de vectores que, no necesariamente, uno va seguido del otro a nivel discursivo, más si en lo que se refiere a la estructura formal de esta pieza. La clave está en que Pau Aran desplegó un trabajo cuya narrativa no es legible de forma lineal, al igual que la realidad en la que nos encontramos. O dicho de otro modo, precisamente, las ciencias naturales, las ciencias humanas y las humanidades, reúnen una serie de disciplinas que tienen la vocación de organizar y sistematizar todos los fenómenos que estudian, con la finalidad de que el conocimiento y entendimiento humano sea certero y eficiente, para que éste siga desenvolviéndose en todos los ámbitos que abarca. Lo anterior está relacionado, con el proceso de “civilizar” del ser humano a todo lo que le rodea, para que ello esté al servicio de cubrir sus necesidades básicas e inquietudes de todo tipo.

Foto: Pablo Lorente

Foto: Pablo Lorente

 

La Misma Diferencia es un trabajo que de forma performativa da respuestas a todas estas cosas que he ido haciendo alusión (más otras tantas), sin mayor pretensión que participar en este debate, desde el material que han ido recogiendo en su montaje; como también, de sacarle partido a los testimonios y los modos de abordarlos de las personas involucradas en este proyecto. Proyecto que sigue abierto a evolucionar en distintas direcciones, lo cual entra en sintonía con el principio de que en tanto seres humanos, estamos en permanente tránsito a lo largo de nuestras vidas (según los que nos dijeron este equipo de profesionales en el pequeño coloquio que se formó el día 29 de septiembre, tras la representación de esta pieza).

En paralelo, defiendo que estos profesionales no se han de dejar tentar por haber recibido emotivos y entusiastas comentarios de varios de sus espectadores, han de asegurarse que el contenido de esta pieza llegue a todo el mundo (es especial a aquellos que nos están familiarizados con las arte escénicas contemporáneas), ya que al fin al cabo, ellos están tratando un tema de interés universal.  Por ello, les invito a que no paren de investigar, de revisar cada una de las escenas…, con el afán de enriquecer un proyecto que es una semilla de la que pueden nacer al menos dos piezas, porque La Misma Diferencia está dotada de un potencial que creo que merece años de investigación. Esto no entra en contradicción, con que considere que esta nueva representación viene en el mejor momento, ya que con este compartir con nosotros los espectadores, habrán sacado  notas para saber cuál es la mejor dirección a la que ha de encomendarse este proyecto de aquí en adelante.

Foto: Pablo Lorente

Foto: Pablo Lorente

 

Ellos mismos asumieron correr el riesgo de combinar en un mismo trabajo monólogos; con solos de danza teniendo de referencia  música o textos siendo recitados; exponer una estética que parecía más un laboratorio de investigación escénica, que una actuación, etc.… Aún con todo, este no es un trabajo incompleto (como lo hubiera definido en otros casos), porque nunca lo ha pretendido y ese es precisamente uno de sus valores, que le permitirá a Pau Aran y a su equipo seguir creciendo en lo colectivo e individualmente en lo cualitativo. En lo que se refiere a lo cuantitativo, se ha de esperar al cómo siguen  respondiendo los programadores y espectadores, ante algo que falta por ser explorado con mayor profundidad y compromiso (si cabe señalarlo). No lo digo sólo por Pau Aran y su equipo en concreto, sino por el común de la comunidad de personas que hacen un arte queer.

 

 

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