En México existe una sentencia para aquellos proyectos, ideas, empresas que empiezan bien y se les augura un gran futuro pero que finalmente no funcionan: “Fue pura llamarada de petate”. Esto se traduce como algo brillante pero fugaz, algo que no cuajó y con el tiempo mostró su esencia de parafernalia sin contenido.
Solo en México se podría encontrar un nombre así para una joven compañía en el arte de la animación, me refiero a Llamarada de Petate, que desde 2015 cuando se dieron cuenta que ya no eran de petate echaron mano de la tijera y se dejaron solo el LLAMARADA.
Llamarada está compuesta por un colectivo de artistas y productores, ninguno con experiencia previa en animación, pero que dieron el salto al vacío en el mundo animado con pequeñas y entrañables historias llenas de una visión personal acerca del mundo y cómo retratarlo. Autodidactas y con sólidos estudios en el diseño y la producción, decidieron empezar por su cuenta en el ya lejano 2009 sin saber que su aventura se prolongaría hasta nuestros días.
Desde los primeros trabajos de este pequeño estudio se nota la búsqueda por una mirada propia, una forma personal de contar aquello que solo la animación experimental puede decirnos. En el Gran Bang, una historia minimalista, que se soporta sobre una secuencia intrigante desde el inicio y con un desenlace imaginativo podemos ver las inquietudes del colectivo. Si bien la técnica no es la mejor, este trabajo le mereció ganar el primer lugar en el Festival Animasivo así como menciones y otros premios en diferentes festivales alrededor del mundo. Otros trabajos transitan del chiste (los menos logrados) hasta la reflexión ecológica, pasando por la melancolía y la imaginación desbordada, pero siempre con esa sensación de llevar la experimentación y las nuevas cosas aprendidas en el camino, al máximo. La calidad aumenta conforme la experiencia nutre a sus autores. En Santolo un experimento animado en el panteón Dolores, logran rescatar símbolos identitarios mexicanos tan difíciles de usar sin caer en lugares comunes, como son la violencia, el color y folclore sobre la muerte que se tiene en México. Este trabajo, quizá el más celebrado en el mundo donde se ha visto, Llamarada encuentra un referente de su búsqueda estética.
La valentía en la animación de este pequeño estudio deja una impronta en el medio porque a pesar del éxito discreto con el que van aportando material a la historia de la animación mexicana, por el momento no quieren saber nada sobre hacer animación comercial. Tienen claro que lo suyo es la innovación, el ensayo, las ganas de no dejarse consumir por quienes marcan la pauta en la animación mexicana, por ejemplo Anima, quizá el mayor estudio de Latinoamérica que mantiene una relación estable con la animación para televisión y con el cine ya que son de los pocos que pueden hacer un largometraje de animación con regularidad pero que carecen de un espíritu innovador y resuelto a buscar otras formas de animación e incluso historias originales.
Los Llamarada buscan el equilibrio, y mientras lo que hacen les provea de una forma digna para vivir no es necesario vender el alma a la industria de animación que solo produce entretenimiento vacuo. Uno de los pilares en su filosofía es ir despacio haciendo lo que les mueva y sin pretensiones comerciales. Si bien aceptan trabajos de efectos especiales para publicidad, su bienestar está en proyectos propios y por ejemplo en una animación que se proyecta sobre los huicholes en el Museo de Antropología e Historia de la Ciudad de México y una nueva que preparan para el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, ahí es donde se encuentran su oasis creativo y se dejan la piel. Como por ejemplo El jardín de las delicias, una pieza tan disfrutable visualmente como al parecer fue para los propios creadores hacerla. Esta animación nos cuenta quizá la verdad sobre el origen de la vida, que en cualquier caso es un viaje erótico lleno de luz y color. Es un trabajo honesto sin pretensiones que nos regala una visión alternativa de lo que pudo ser en la historia primigenia acompañada de una banda sonora precisa y deleitable. Esperemos que el fuego de Llamarada se mantenga por muchos muchos años con nuevas propuestas en el mundo de la animación mexicana al que tanto le hace falta.