Esta versión de Lisístrata de Aristófanes actúa como un núcleo en el que convergen diferentes vectores que, de un modo u otro, nos conducen a llevar a cabo diversas lecturas: Algo así como que en una misma representación, se están emitiendo incontables mensajes que desde la experiencia personal y conocimiento de uno, sólo se tendrá acceso a una porción muy pequeña de sus contenidos.
Entiendo que las “licencias” que se permitió el director de este montaje, Fernando Lahoz, responden a que este profesional andaluz se está expresando en relación a temas que a él preocupan de lo que le rodea: una forma en cómo él confronta a los tiempos que le han tocado vivir. Así que los integrantes de la Asociación Casiopea Teatro, han hecho todo lo que ha estado en sus manos para saber traducir la esencia de este texto, identificando qué lo hace atemporal, y no menos importante, dónde está el “conducto” que nos haría creer que este texto haya sido escrito a la medida de ellos.
Dicho lo anterior, defiendo que los integrantes de la Asociación Casiopea Teatro han sido responsables y honrados al ponernos de preaviso desde el principio, que ellos han querido poner el foco en lo absurdo, pernicioso y contraproducente que es instrumentalizar los cuerpos de las mujeres en busca de la paz de los pueblos. De hecho, las comedias de la Antigua Grecia proceden de “ocurrencias” de sus autores, o de caricaturizar personajes o situaciones de la época. Tómese en cuenta que el contexto histórico en el que vivió el autor de este texto, había guerras a cada dos por tres, y los hombres eran llamados al frente a defender los intereses de sus Ciudades-Estado. Entonces este comediante, nos emplaza a imaginarnos el qué pasaría si las mujeres pusieran cartas en este asunto, dado el hastío de no poder compartir sus vidas con sus maridos en los “mejores años de sus vidas”.
Estas premisas permiten a sus autores, directores e intérpretes a no tener por qué rendir cuentas a nadie, ya que al fin al cabo ellos están “jugando” con la realidad. O dicho de otra manera: éstos no están escribiendo un ensayo, están haciendo una labor especular. Justo este tipo de cosas son las que nos ayudan a soltar aire y comprender que por más trágico que sea lo que se esté hablando, conviene de vez en cuando dejar riendas sueltas a nuestra creatividad para reírnos de lo que fuere. Se trata de un ejercicio que contribuye a la conservación de nuestra lucidez y vigorosidad.
Ahora bien, de ningún modo hemos de dejar de tomarnos en serio el tema de la ultrasexualización de los cuerpos de las mujeres, y no menos grave, que las labores diplomáticas entre los Estados se “degastan” demasiado pronto, porque tener como una opción loable llevarse por delante las vidas de personas inocentes como un “daño colateral”, denota tener un orden de prioridades bastante controvertido. He allí que el grupo de mujeres lideradas por el personaje de Lisístrata haya tenido un plan que aunque no es probable que vaya a ser exitoso, al menos “detonará” la sistemática manera de tomar decisiones de los hombres que gestionan a las Ciudades-Estado en los que ellas residen. Desde luego que, ejercer el poder que tenemos en nuestras manos nos hará ser vistos como una “amenaza”, cosa que por otra parte, desvela el gran grado de inseguridades de quienes adoptan una posición de poder o abusan de su “soberanía”. Aún así, eso no ha de desmovilizarnos si el desarrollar las empresas que nos mueven nos sacarán de una situación en la que nos sentimos arrinconados. Es decir: como peor no se puede estar, entonces “desbaratemos” el tablero de ajedrez y movamos a nuestros caballos como si estuviéramos jugando a las damas.
Por tanto, en Lisístrata de Aristófanes las mujeres ya no tienen miedo de las coacciones y arbitrariedades con las que han sido deshumanizadas ellas y el resto de sus compañeras. ¿De aquí hemos de sacar un precedente a los feminismos de nuestra Edad Contemporánea? Yo prefiero limitarme a calificarlo como un ejemplo de sororidad del cual nos podemos inspirar. Siendo que las diferentes corrientes feministas van a la raíz de las relaciones humanas, hasta incluso hacernos mirarnos a nosotros mismos bajo presupuestos que esperan ser explorados con mayor profundidad. Dando lugar a redefinir el qué entendemos por un ser humano, en especial, si éstas de alían con las reivindicaciones propias de los colectivos LGTBI+. En cambio, esta traviesa y jocosa comedia pone al límite las cosas que constituyen a nuestro cotidiano, de tal manera que inducen a repensar lo que tomamos como “normal”, más no las cuestiona como tal.
Y allí es cuando entran los integrantes de la Asociación Casiopea Teatro para actualizar a esta comedia con una versión de inspiración feminista y queer. Esto es: ellos de un modo performático ya juegan con otras reglas, porque han superado la fase en la que legitiman al cisheteropatriarcado como un contrincante. Lo cual no entra en contradicción, con poner sobre la mesa consignas que ellos consideraron necesarias, para reclamar que todos hemos de ser reconocidos como ciudadanos/seres humanos con sus correspondientes derechos y obligaciones, dibujando a lo que se ha establecido hasta ahora como un “estado de excepción que se ha hecho regla”, sea en la época que se esté. Así, al menos están dando de su parte para que otros tengan un espejo en el que mirarse sin tener por qué pedir permiso a nadie.
Precisamente su empuje, su rigor, su inteligencia, y sobre todo, el amor con el que está hecha esta versión de Lisístrata, hace a la Asociación Casiopea Teatro un grupo de personas que merece mi admiración y cariño. Basta fijarse en cómo relacionaron el texto de esta obra con las partituras de movimiento que incluyeron en su interpretación, para que uno se cerciore de que ellos consiguieron que ambas cosas se complementasen entre sí, sin que sean dependientes una de la otra. Es decir: uno podría taparse los oídos en cualquier escena y todo se comprendía a la perfección, y viceversa. De verdad que han hecho un trabajo equilibrado y divertido, ejercitando la disciplina a la que se deben como un vehículo de intervención política.