#Música en la revista Achtung! | Por Marcos Rodríguez Velo
¿Medio año es mucho tiempo? Seis meses en la vida real no son nada, pero en la hiperactiva industria musical de principios del siglo XXI, seis meses son una eternidad. Es precisamente ése el tiempo que ha pasado desde que se filtrase Video Games, la canción, junto a su videoclip, que dio el empujón a la bola de nieve de ese fenómeno llamado Lana Del Rey. Mucho tiempo para que Lana haya sido alzada a los altares de la popularidad y haber sido posteriormente vilipendiada, en un efecto de acción-reacción. Quizás el problema haya sido haber dejado pasar demasiado tiempo hasta el lanzamiento del siguiente single. Así la gente ha tenido tiempo de maravillarse y aburrirse de la canción. No obstante Lana ha sido siempre consciente de lo atractivo de su propuesta, del personaje que ha creado y de la atemporalidad de una canción como Video Games (es imposible imaginar algún momento del siglo pasado en el que no hubiese funcionado un tema como ése, y no sólo en las décadas de los 50 o de los 60, de las que Del Rey se declara ferviente admiradora.). Pero en realidad a Lana nunca se le ha dado una oportunidad, y ella es consciente de esto. Y por si fuera poco ha tenido que hacer frente a la polémica que divide a los que dudan si el éxito es algo que ha conseguido gracias a sus propios méritos o si papá Del Rey y su fortuna han tenido algo que ver. No importa, ¿desde cuándo la ‘autenticidad’ es un criterio para valorar la música pop?
Lo que ha terminando condenando a Lana han sido las múltiples entrevistas y actuaciones en directo que ha protagonizado desde que las grandes discográficas empezaron a interesarse por ella. Nadie se ha parado a pensar en que estamos en la época de los que podríamos denominar ‘músicos de internet’, y que la mayoría de los grupos y cantantes que surgen no están mínimamente preparados para actuar en directo, es el precio que hay que pagar por la fama inmediata, y Lana lo está pagando con creces. Es cierto que a veces da la impresión de desconocer por completo el material que tiene entre manos, dedicando sus mayores esfuerzos a crear ese personaje que parece interpretar, una Nancy Sinatra pandillera salida de la mente húmeda de David Lynch. Siendo generosos, podríamos llegar a creer que su creatividad es instintiva, pero desde un punto de vista más cínico, y que se ha convertido en la corriente más popular, se comenta que su estética es puramente superficial. El enorme hype creado parece haberse vuelto injustamente en su contra.
Apoyado en los singles Video Games y Blue Jeans, probablemente las canciones más conocidas de todo el disco, la primera parte del álbum asegura a Del Rey un puesto entre lo mejor del año, y todavía estamos a enero. Las interpretaciones vocales de Lana dotan a las canciones de un tono entre intrigante y misterioso. Un ejemplo es Blue Jeans, deslumbrante, o Off To The Races, el auténtico tour de force del álbum, una canción que parece salida de la libreta de Beth Gibbons. Si Lana es ese producto manufacturado que muchos dicen que es, ojalá la mitad de los grupos que salen ahora estuviesen la mitad de prefabricados. Las cinco primeras canciones del álbum son para enmarcar, y si una canción es buena, aunque hubiese sido creada por un grupo de expertos no sería motivo para que deje de serlo. Lo que es más discutible es la decisión de poner las canciones más conocidas en la primera mitad del disco. La transición desde la pausa y tranquilidad de Video Games hacia los ritmos más cortantes de Diet Mtn Dew provoca una sensación desapacible y marca un punto y aparte entre los singles y el resto.
Una situación como ésa normalmente suele llevar al fracaso, pero Born To Die logra salir airoso. Entre el resto de canciones encontramos con temas realmente interesantes: la maravillosa Radio destaca de inmediato con una atmósfera de aires clásicos, y también es difícil no dejarse llevar por la melodía de National Anthem, o por la espectral Summertime Madness, que nos conduce de manera exquisita hacia el final del álbum.
Hay momentos de flaqueza, por supuesto. National Anthem usa parte de la letra de Video Games, signo de posible vagancia y Dark Paradise está construída en base a tópicos sobre la muerte y el más allá. This Is What Makes Us Girls también es un poco engañosa, puesto que no es más que un refrito de ideas ya exploradas en canciones anteriores del disco. Dicho esto, se pueden pasar por alto dichas flaquezas ya que no hacen daño al conjunto, sobre todo si se acepta que, después de Video Games, hay un bajón en la calidad.
También hay que destacar el notable cambio de registro que se ha producido en el tono de voz de Lana: las primeras versiones de temas como National Anthem o la sorprendentemente profunda y conmovedora This Is What Makes Us Girls eran tan ligeras que parecían diluirse en el aire. Para la grabación del álbum se optado por cambiar algunas de las exquisitas cuerdas por ritmos más duros. Sirve como muestra Diet Mtn Dew, cuya versión más temprana era una deliciosa interpretación cercana al chillwave a transformarse en un tema más apegado a ritmos hiphoperos y con un aire a la música de mediados de los 90. Y estos cambios se convierten, irónicamente, en la única debilidad del álbum: la fuerza de su inmaculada producción puede llegar a ser un poco contundente y abrumadora, y más a lo largo de 12 canciones (15 en la edición deluxe). Los pequeños detalles que hacían de Video Games y Blue Jeans algo especial se diluyen por pura repetición.
Pero es precisamente esa repetición, junto a la recurrencia de temas en las letras, lo que hace de Born To Die uno de los álbumes pop más cohesivos que se recuerden últimamente. Radio es, sin duda, una canción autorreferencial, que servirá de cebo para sus críticos. Del Rey se encuentra a gusto creando personajes, sirva de ejemplo esa ‘Coney Island Queen’, que aparece tanto en Carmen como en Off To The Races, como si quisiese sugerir que ella misma no se quiere hacer pasar por alguien que no es, si no que está haciendo lo que muchos cantautores han hecho toda la vida: difuminar la línea entre lo real y lo falso, tal y como canta en National Anthem. La música pop es principalmente artificio y evasión, y Lana Del Rey no es más que eso, un personaje. Es un territorio que ya han explorado previamente Marina and the Diamonds o Little Boots con éxito.
La gente olvida que tiene 25 años, y deberíamos preguntarnos si, en caso de dedicarnos al mundo de la música, nuestras canciones serían tan evocativas como las que aparecen en Born To Die. Su voz está todavía sin refinar pero, a pesar de que ella misma cree tener un tono de voz mejor que el que tiene, lo cierto es que esconde un gran potencial.
Born To Die es un álbum brillante, y no obstante, puede quedar la sensación de que hay sitio para unas cuantas mejoras. Como los personajes de sus canciones, puede dejarte un poco desorientado. El público no sabrá si estar contento de que Born To Die esté a la altura de las expectativas creadas o triste por que no se haya intentado pulir un poco más. Mejor conformarse con lo que hay: un disco con clase, carisma, cantado de manera excelente y que mejora con cada escucha.
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