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Por Antonio Mérida Ordás

Saltó al campo en pelotas y se desfogó huyendo al galope entre los jugadores que miraban impasibles cómo dos guardias de seguridad cubiertos por un peto amarillo le perseguían. Esto lo hemos visto mucho. En partidos importantes, en grandes finales; los hay mejores y peores streakers. Los hay de hazañas increíbles. Cuerpos desnudos cubiertos a veces de inscripciones buscando poner un puño en la mesa y lanzar un mensaje, y otras, sin tinta ni edulcorantes, corriendo sobre el césped mojado como dios los trajo al mundo, simplemente por amor al arte. Y en la grada todos miran perplejos a ese extraño que juega a colarse. Lo detendrán, lo vestirán, lo insultarán un par de veces y luego cuando el tipo marche a casa tendrá que explicarle al compañero por qué lo hace y que el rarito es él, que no su madre. Carajo, por todo hay que justificarse.

Y una final de la Champions es un partido de esos; ésta más, si cabe. Nada de tonterías de esposarse a los palos de una portería o de lanzar al cielo bengalas clamando por un buen combate. No, no…, una buena carrera balanceando las pelotas esquivando a jugadores de ambos equipos con maniobras imposibles mirando por el rabillo del ojo al guardia de turno que se acerca corriendo como Tom Cruise a punto de salvar el mundo. Eso es. Esto es serio. Tan serio que habrá gente que mire el partido de espaldas; porque de pie supongo que muchos. Pero ya Hemingway tecleaba en la máquina de escribir de pie por gusto, y es que por costumbres… vaya. Pero la escopeta guárdenla por ahora si les cabe en el bolsillo. Manque pierdan, dios les salve. Esto es serio. Tan serio que ambos equipos saldrán como gladiadores dispuestos a hacer morder la arena. Supongo que para las crónicas mandarán de enviado especial a Kapuscinski; y de las fotos se encargará un tal Robert Capa. Y el árbitro…, Björn Kuipers ahora come cerezas bañadas en agua pensando en si levantar o no la ceja cuando aparezca el sábado con el pulgar en alto y la intención de inclinarlo a sabiendas de que alguien ha de perder la cabeza.

Cuando ambos equipos salgan por el túnel de vestuarios rumbo a la arena, sonará Wagner, y pisarán el césped como aquellos helicópteros de Coppola surcando el cielo ensangrentado. El público en las gradas se estremecerá e inspirará con fuerza saturando sus pulmones exclamando como Robert Duvall su amor al olor a napalm por la mañana. Algunos hasta aplaudirán, como follando sin condón delante de una iglesia, actuando en función de un protocolo de respeto. Una noche de mayo envolviendo Lisboa, y todos con los nervios a flor de piel; las dos directivas en el palco mascan chicle y fuman como Winona Ryder conduciendo el taxi en la película de Jim Jarmusch Noche en la tierra, sin dar tregua; silbando con disimulo ante la seguridad de los minutos previos al partido susurrándose unos a otros acompañando con palmaditas en la espalda: de momento todo va bien. De momento todo va bien. Mientras tanto, sobre el terreno de juego los dos equipos vestidos de gala, suspiran, miran al cielo, escupen, contienen la emoción que les embriaga. Piensan en la próxima hora y media como quien piensa en su primera mamada. Conocidos de siempre, vecinos, se miran a los ojos seducidos como si fuesen auténticos extraños. Tengan a quien tengan en frente ahora no le conocen de nada; todos extraños por el campo si el color de las medias les separa. Extraños. Extraños en el paraíso. Y con la palabra extraño me refiero al tipo al que ni saludas por la calle; no al extraño con el que calificas a tu madre, como Roberto Benigni en Down by law repitiendo una y otra vez:

“Very strange mother, my mother”.

Todo está listo para la gran batalla. Los jugadores dejan los temblores a un lado, y en la grada, entre miles de aficionados un muchacho con bigote se prepara, a punto de saltar al campo desnudo, para correr en pelotas y brindarle a todo el mundo una sonrisa, para unos enternecedora, para otros canalla. Y cuando se lo lleven arrastras mirará a uno de los guardias de peto amarillo y le dirá:

-¿Usted sabe si por esto pagan?

@antoniomerida92

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