Les Lullies han demostrado con creces que el espíritu de los Ramones sigue más vigente que nunca: conciertos de 45 minutos sin parar, ni dar respiro al público para reponerse de una descarga adrenalínica tan brutal que son capaces de poner patas arriba la Sala X abarrotada con una solvencia envidiable.
Les Lullies encarnan la esencia contemporánea de asaltar escenarios con miles de kilómetros a la espalda, desatando la pasión con su inconfundible estilo de rock’n’roll aderezado. Los mozalbetes de Montpellier llevan desde 2016 con su ígnea profesión creando música con fervor y autenticidad. Con dos álbumes y poco más, se nos presentaron en la Sala X, a la que asistimos para tomar el pulso a la llama del rock.
El fervor de y hacia Les Lullies se desató en la Sala X, marcando una noche de energía y rebeldía. Con una gira que se ha cebado bien por Andalucía, este cuarteto francés ofreció una experiencia sonora cargada de adrenalina y urgencia. Les Lullies comparten una visión única del género, manteniendo viva la tradición del rock’n’roll sin caer en la nostalgia. Su sonido abarca desde los pioneros del género hasta influencias contemporáneas como Jay Reatard, aportando frescura y pasión sin reinventar la rueda. Su música es una amalgama electrizante de influencias que va desde Radio Birdman hasta Buzzcocks y The Boys, anticipando un espectáculo de melodías contagiosas y emociones incesantes. Con su nuevo álbum Mauvaise Foi, inspirado en bandas como The Saints y The Boys de Londres, Les Lullies muestran una paleta ecléctica que abarca desde el rock francés hasta el garage punk japonés. Y eso es tener mérito, que se reflejó en el escenario, en el público aquella noche, y en las redes sociales al día siguiente, tres barómetros que nunca fallan. Fichados por Slovenly Recordings, garantizan calidad en cada canción, fusionando punk rock, new wave y powerpop.
El concierto en la Sala X fue una explosión sonora de autenticidad. Su presentación fue una combinación de forma y sustancia que reflejó la esencia del rock and roll sin artificios. En poco más de 45 minutos, condensaron décadas de historia del rock, atacando con una fuerza rítmica similar a la de los Ramones.