Seleccionar página

Hill Country Blues, psychobilly, garaje y mucho más lo que nos regalaron estos dos pedazos de bandas en el que, probablemente, ha sido el mejor concierto de la Pop CAAC 2017 hasta la fecha, lo que no es poca cosa teniendo en cuenta los muchos artistas de renombre que han pasado por este simpar escenario, como Coque Malla, Juan Perro o M-Clan.

Y lo cierto es que nos adentramos al recinto con la triste noticia de que los Little Cobras anunciaban disolución y daban su último concierto, entre sentidos aplausos de sus seguidores que contradecían a Sergio cuando, singularmente, gritaba: “éramos Little Cobras”, al cabo de la habitual presentación.

Raúl Rivas a la batería y Daniel a la guitarra y guitarra/bajo Danelectro, hermano del vocalista y también guitarra, Sergio Rejano, completan este trío, que sirvió de teloneros de lujo a los geniales Guadalupe Plata. Y comenzaron pisando fuerte con Fire Monkey, del último disco homónimo, un trallazo sonoro expresado con la rabia del que viene a despedirse obligado por las circunstancia del mercado, que prima lo comercial y lo trillado muy por encima de la originalidad de bandas auténticas como el trío del Puerto de Santa María.

Como auténticas balas encadenan tema tras tema, sin paradas, sin concesiones, veinte temazos en apenas 45 minutos, repasando Fire Monkey2016, Songs for Dogs and Planets2013 y Tiger in Your Hands2011  y dejando para el final la presentación del que estaba llamado a ser su último single: Plains Gold Ring, un furioso cover del tema de Nina Simone, donde cambian el pronombre acelerando la preciosa balada original: Plain gold ring on his finger she wore

Por el camino no faltaron clásicos del trío como Fa Fa Fire, el irreconocible cover de Dylan, Subterranean Homesick Blues, muy a lo Stooges, el instrumental El Matarife, algo más lento que el original, diferenciándolo en tempo del cover que tocan a continuación, Too Much Paranoia, de los setenteros Devo, con un curioso aire a los Primus, sin el legendario riff original, pero con el inconfundible sello de los hermanos Rejano.

Tras la presentación del single, terminan disparando Barstool Boogie Spree y Turbo, con final ruidoso provocado por sus instrumentos abandonados sobre los amplis y produciendo acoples como lágrimas de rabia. Sublime prólogo el de Little Cobras, que ojalá encuentren promotores y vuelvan a los escenarios, porque bandas de este calibre no deberían verse abocadas a abandonar en este mercado voraz de música empatronada.

 Y entonces llegaron ellos

Guadalupe Plata, otro genial trío de ases, abriendo mundos sonoros entre Paris-Texas y el espagueti western, Perico buscando pelea con su slide en modo Ry Cooder, Paco Luis Martos simulando líneas de bajo con su preciosa guitarra de caja y Carlos Jimena danzando sobre su batería en set básico rockabilly: “se aproxima Tormenta”, voz rota de Perico en Fa (un tono por debajo del original) arrancando el concierto y dulce crujir de su guitarra vintage a través del Fender Hot Rod Deluxe III en arpegio country blues: puro éxtasis fanático.

¿Cómo describir con simples palabra las variopintas sensaciones que su música en directo (y en sus discos, igualmente, pues graban casi improvisadamente, en muy pocas sesiones y todos a una) puede llegar a producir: sonido añejo, auténtico, ritmo billy o blues irresistibles, letras desgarradas y surrealistas, instrumentos tuneados por la mano experta de Paco, excelente carpintero especialista en artesonados mudéjares, como el contrabalde o el mini bajo de tres cuerdas con cuerpo rectangular (en claro homenaje a Bo Diddley, artista idolatrado por la banda) o el particular manejo del slide de Perico o la sutil dinámica de Carlos o el espíritu de improvisación que siempre les abduce o en definitiva la infinita singularidad de uno de los grupos españoles con más talento de la última década.

Y lo mejor y más asombroso es que toda esta excelencia se debe única y exclusivamente a su música, a su manera de entenderla, de defenderla y de divertirse haciéndola, expresándose sin tapujos, sin fórmulas magistrales, sin ataduras con discográficas chupasangres, llegando a ser conocidos (ya casi muy conocidos) fuera del mundillo restringido del blues, el country o el rockabilly, recibiendo merecidísimos premios internacionales o siendo partícipes de bandas sonoras en series de prestigiosas cadenas como HBO o Showtime.

Continúan dibujando paisajes oscuros tras la Tormenta con El paso del Gato-2015, que introduce Paco en sincopado riff de bordones y Perico percutiendo sus cuerdas entre slides y efectos de vibrato Tarantinianos (¡no sé qué espera Quentin para implorarles que una de sus películas tenga el privilegio de incluir algún tema!) y Carlos demostrando su pericia en el manejo simultáneo de shaker y batería.

Enlazan con Miedo, primer temazo que tocan de su último largo:

Miedo de los rayos cuando vienen a matar,

miedo de los pasos que se escuchan.

No me esperes en la tumba,

yo me quedo aquí,

yo me quedo aquí,

miedo, miedo, miedo, auuuuuuuuuuuuuuuu!

 

Miedo de las puertas que se cierran al pasar,

miedo los fantasmas que aparecen y se van.

Miedo de los faros que miran a altamar,

que nos miran.

Miedo, miedo, miedo, miedo

 Y tras el estrambote terrorífico, llega el incisivo punteo de Perico, arropado por el riff cromático de Paco y el matemático ritmo de Carlos, obligándonos como a punta de pistola a mover el esqueleto, casi sin darnos cuenta, en una comunión perfecta de música y público.

A continuación, oímos la consigna: “Huele a rataaaaa”, que sus fans reconocen al momento, como uno de los auténticos clásicos de su disco de 2015, coreando con Perico:

“Ahora agarra ese puñal,

no lo dejes mover,

tu amor me huele mal,

me huele a rata.

Ahora agarra el corazón,

es muy fácil ya los ves,

tu amor me huele mal,

me huele a rata”

¡Cuánto se puede decir en ocho versos cortos, cuánto deducir, cuánto imaginar! Es esa otra cualidad de Guadalupe Plata: sus temas, a menudo muy cortos, son historias comprimidas cuyo desarrollo queda a la imaginación del espectador en auténtica sinestesia incontrolada.

Con sus historias continúan, recreando imágenes a ritmo de blues pantanoso (como dice Perico), llegando a un momento esperado de la noche: Paco saca el contrabalde, ese curioso instrumento de una sola cuerda, sonorizado como sólo él sabe, incluido curiosos efectos que le dan ese sonido profundo, característico, metiéndonos en Nido de Avispas de 2017, tema corto que extienden en inspirada improvisación, seguido de clásicos como El Boogie de la Muerte, de 2013 o Pollo Podrío, de 2011.

Aún les dio tiempo de repasar otros muchos temazos como Cementerio, Gatito, Milana o Calle 24, antes de presentar la excelente e insólita versión que hacen de Que he sacado con querete-2017, de Violeta Parra, la gran cantautora chilena, que se llevan magistralmente a su terreno, impostando Perico la voz en tono grave, cabalgando a lomos de la batería de Carlos, entre Almería y los Andes, hasta culminar su actuación con los bises de Lorena (uno de los temas que aportan a la serie Shameless, de Showtime), Baby, me vuelves loco-2009 y Funeral de John Fahey-2013: ¡perfecto final para una deliciosa noche en el Pop CAAC!

 

 

Comparte este contenido