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Reunión flamenca en un macro concierto de cinco horas con todo tipo de tendencias y estilos, pero con muy diferentes mundos expresivos, al que asistieron público expectante del estado de forma de Lole Montoya, una auténtica leyenda viva del flamenco, para disfrutar con Jerez en estado puro de la mano de Tomasito y con los que acabaron posicionándose como cabeza de cartel, Estricnina, la genuina fusión de Canijo de Jerez y Juanito Makandé.

La Banda er Peine, Foto: Javier Retamino

Calentando el ambiente, comienza La Banda er Peine, trío afincado en Zahara de los Atunes al que no le faltan tablas, que hicieron las delicias del públicos con sus versiones de clásicos de Ketama, El Último de la Fila o Gipsy Kings, de los que hicieron una excelente versión del Volare, en una reggae-rumba bailongo, presagio del buen rollo que iba a dominar el ambiente.

Lole Montoya con Manuel de la Luz. Foto: Javier Retamino

Tras los de Zahara, llega Doña Lole Montoya, que empieza templando su voz con el clásico Dime de Pasaje del Agua-1976, con mimo, pausadamente, manteniendo intacto el poderío de su voz y mecida por los sones de la excelente guitarra de Manuel de la Luz: soberbio comienzo.

Pero Lole no está a gusto, entona y afina su voz un buen rato pareciendo no escucharse (los problemas de sonido persistieron durante todo el concierto) y pasa por los cantes sin entregarse, en parte porque hoy no ve su flamenco con claridad y en parte porque el público, en su mayoría muy joven, no tiene la paciencia y el respeto que este arte y esta artista requieren.

Y así, destemplada, pasa por los cantes con profesionalidad, pero sin la pasión que junto a Manuel Molina, su Manuel, eran seña de identidad, y suenan, con la renovadora guitarra de Manuel de la Luz, Un cuento para mi niño, Al alba con alegría (transmutada en popurrí por alegrías) o Todo es de color en soleá por bulerías, donde sí se atisbó parte del bronce que su voz atesora. Y poco más, ni presentación de sus músicos, ni bises, ni casi despedida.

Pero aún queda mucha noche y mucho arte por disfrutar.

Tomasito. Foto: Javier Retamino

Y Tomasito nos lo deja claro con su excelente espectáculo, arropado por ese pedazo de banda liderada por José Atero. Viene a presentar su último disco, Ciudadano Gitano, en el que resume los éxitos de sus muchos años de carrera: De momento, Camino del Hoyo, Soy un Limón, Oh mare y prácticamente el disco completo, con una soltura, un arte, una destreza rítmica y las tablas de quién domina el escenario en todas sus facetas: bailando, cantando con matemático compás y haciendo las piruetas tan suyas a que nos tiene acostumbrado.

Sublime, Tomasito, al que los fans ya llaman Tomás, licenciado en compás y en arte, que entre el repaso a sus éxitos y con el entreacto de los problemas de sonido (no es habitual en el CAAC) nos ofrece su sorprendente versión del Back in Black de AC/DC, backinblackenado, como él dice, con el mismo espíritu transgresor y respeto con que en su día versioneó el Agradecido de Rosendo. Chapeau a Don Tomás.

Tomasito. Foto: Javier Retamino

Pero la guinda la puso Estricnina cuando el patio del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo estaba en su apogeo, repleto de fans que, aunque su grupo se unió al cartel a última hora, no faltaron a la cita, deseosos de escuchar el invento que han ideado estos dos creadores del flamenco nuevo, con una compenetración cada vez más sólida y una banda (Los Murciélagos se hacen llamar) que no son otros que media saga Bao (Pepe y Anye), al bajo y batería, el excelente guitarrista Marcos Munné y Nacho Lesko, que maneja los teclados con gran maestría.

Estricnina. Foto: Javier Retamino

Empezando bien entrada la madrugada, nos ofrecen tanto nuevos temas, Estricnina, La serpiente de dos cabezas o los Tanguillos del canuto imposible, como temas anteriores a la fusión: Ciego mu Ciego, de Juanito Makandé o Todo me da igual de Los Delincuentes. Y, de nuevo, problemas de sonido, esta vez mucho más graves que los que sufrieron Lole o Tomasito: apagón total.

Pero el dúo demuestra desparpajo y calma las aguas, mientras los técnicos de sonido solucionan el desaguisado, y aprovechan para descansar, dejando en el escenario en un inesperado intermedio a los hermanos Bao, luciéndose con un popurrí en el que no faltaron las clásicas bulerías que se marca Pepe al bajo, demostrando su virtuosismo, acompañado magistralmente por el todo terreno Anye con su absoluto dominio de la batería: oro puro.

Tras el obligado intermedio, Juanito y Canijo atacan con su versión de Salir de Extremoduro, que sus fans, pese a que dista mucho de acercarse siquiera a la excelencia que Robe y Uoho ofrecen en directo, coreó con entusiasmo. Terminando, al grito de vivan los perros”, con Churrete y Ringo, tema que Juanito Makandé dedicó a su mascota, y tres temas del nuevo disco: Hago lo que puedo, No hay mañana en el espacio y Pedaleando, su particular homenaje a Sevilla, que su joven público celebra con una merecida ovación final, cerrando el círculo del flamenco puro, el compás genético y el nuevo rock andaluz.

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