Una autoridad del Instituto Francés de Sevilla le concedió a María González la condecoración de Chevalier de la Orden de las Artes y las Letras, en nombre del Ministerio de Cultura de Francia. Y no pudieron escoger mejor ocasión para ello, ya que fue en el Día Internacional de la Danza.
Esta gestora cultural francesa, es una figura imprescindible para comprender el desarrollo de la danza en Sevilla y Andalucía. De su trayectoria destacaría el haber sido de las principales personalidades que han impulsado al extinto Festival Internacional de Danza Contemporánea Mes de Danza (Sevilla), Bailar Mi Barrio (Sevilla), el germen de lo que es hoy el Festival Internacional Cádiz en Danza o el Festival Huellas Danza (Aracena, provincia de Huelva). De verdad, que María González es todo un referente de compromiso para con la danza; para su establecimiento en un territorio con características tan particulares como las localidades que les he enumerado; entre otras tantas cosas: Ojalá la historia de la danza andaluza resguarde su legado en lo más alto.
A continuación, se llevó a cabo la improvisación conjunta entre bailarines de la PAD (Asociación Andaluza de Profesionales de la Danza) y músicos de ASSEJAZZ (Asociación Sevillana de Jazz). Colaboración entre estas dos entidades que ya se había plateado en la edición pasada de Vertebración. Por tanto, corresponde exponer unos comentarios y parte de las reflexiones que me ha suscitado este evento, venido de la celebración de un día tan especial para el colectivo de las personas que están involucradas con este arte:
Exponer ante un público una improvisación supone que la misma debe ser anunciada en su sinopsis y ha de estar tan fundamentada y preparada como cualquier creación escénica. Y si se pretende constituir un contexto en el que apenas se rinda cuentas a la tradición que le ha dado razón de ser a la danza (incluyendo, por supuesto, a la danza contemporánea), pues, defiendo que lo mejor es que dicha improvisación se limite a ámbitos de talleres de formación o a Jam Sesions. De lo contrario, no se está asumiendo la responsabilidad que conlleva transmitir unos contenidos determinados (por más abstractos que sean) con las personas que han decidido dedicar parte de su tiempo e invertir en un evento cultural pagando una entrada.
Recuérdese que si uno se sitúa sobre un escenario es para responder a una necesidad que ha localizado a través de un contenido, como muestra de que se está al tanto de que hay herencia que ha respaldado a innumerables artistas de lo escénico durante muchísimos años. Lo demás debe de evaluarse con cuidado si exhibirlo ante un público o no. Por si queda alguna duda, es irrelevante si se actuará en el Teatro de la Maestranza, dentro de la programación del Festival de Aviñón (Francia), ante alumnos de tercero de primaria de un colegio o frente a los habitantes de un pequeño pueblo en Bután…: Todos los espectadores merecen el mismo respeto.
No se trata de juzgar qué contenidos son válidos o no, sino más bien, si se está en escena haciendo “lo que a uno le sale”, en vez de interpretar una serie pautas de improvisación o lo marcado previamente por un hipotético creador y director. Sino me pregunto: ¿Cuál es la diferencia de que esté en escena un profesional con conocimientos y experiencia, de una persona que no ha tenido hasta ahora ningún contacto con esta disciplina? Incluso las líneas de trabajo más vanguardistas y excéntricas están fundamentadas hasta sus últimas consecuencias, dejando en un segundo plano la discusión sobre si su ejecución técnica, la dramaturgia, la selección del vestuario, el diseño de iluminación, etc.…, están justificados.
Por tanto, si no se tienen presentes este tipo de cuestiones y demás cosas que han definido esta noble disciplina, no hay danza. He allí que me resultase fuera de lugar que profesionales de la música y de la danza se hayan lanzado a materializar esto ¿O será que se han contagiado los unos con los otros en un ambiente de celebración y de una mal entendida “libertad de expresión artística”? Soy consciente que estas palabras sobre esta improvisación conjunta, causarán controversias y desafecciones. Por ello, una vez más, me presto a debatir al respecto con quien esté interesado, a través de una conversación sosegada que no recurra a modelos de comunicación violentos. Con el fin de comprendernos y enriquecernos los unos a los otros, puesto que en ningún caso cabe descartar que algo se me ha escapado, y más aún, en iniciativas de esta naturaleza.