Cartas desde Marruecos
Y lo digo con todo el cariño del mundo. No somos el sur de Europa, sino el norte de África. Llevo tiempo defendiéndolo y ahora que vivo en Marruecos siento la necesidad de gritarlo para que, aunque no todo el mundo lo quiera creer, por lo menos pueda empezar a planteárselo. Cuando he estado de viaje o residiendo en cualquier país europeo, prácticamente no he visto nada que me recuerde a mi país, a mi gente. Y si hay alguna similitud es pura coincidencia. Nos intentan vender que cierta forma de vida es la correcta, la ideal. Y no es así, joder. Y si lo es, que sea porque lo hemos decidido nosotros, no porque nos lo digan ellos.
Tenemos que abrir la mente, ver las cosas por nosotros mismos, criticar, evaluar y analizar. Y a partir de ahí construir. Si no lo hacemos así, crear algo sólido y real es muy complicado.
Nuestra sangre no es europea, no somos como los demás. Somos gente abierta, expresiva, alegre, sociable y con carácter. Personas descaradas, ruidosas, que se ríen y hablan en alto. Gente cercana, familiar, que disfruta haciendo lo que sea, preferiblemente en la calle, siempre que sea con mucha gente. Nos gusta comer mucho y bien, bromear y salir hasta que salga el sol. La siesta es patrimonio nacional y la picaresca, en mayor o menor medida, es innata. Seguimos siendo un país machista y especialmente racista, y dudo mucho que dejemos de serlo algún día.
¿Dónde está el gen europeo entonces? Nos quieren hacer creer que por no tenerlo somos maleducados y vividores, y lo más triste es que estamos empezando a creerlo. Si perdemos lo que nos caracteriza y renegamos de lo que es nuestro, lo perdemos todo. Y si seguimos criticando una cultura que tiene demasiadas cosas en común con la nuestra, estaremos haciendo alarde de esa ignorancia que en ocasiones, por desgracia, también nos caracteriza.
Puedes conocer más historias de Marruecos en el blog No es Nada Personal
música cine libros series discos entrevistas | Achtung! Revista | reportajes cultura viajes tendencias arte opinión