Por Marcos Rodríguez Velo
¿Qué queda de aquel modo de entender el indie rock típico de la mitad de la década pasada? Poco o nada: los únicos que han logrado sacar sus carreras adelante son aquellos que con una mezcla de habilidad, mérito y fortuna fueron capaces de ofrecer un segundo disco alejado de las fáciles modas pasajeras. Los que, tras un debut notable, no lograron salir de las arenas movedizas de los estereotipos del género, se disolvieron sin hacer mucho ruido (The Rakes, Little Man Tate) o se autoeliminaron progresivamente del circuito mediático con lanzamientos discográficos poco menos que inútiles (The Fratellis, The Futureheads, The Enemy, The View, The Pigeon Detectives, The Automatic, The Cribs e incluso podríamos incluir a Bloc Party, aunque éstos partían de un nivel más alto).
Es por ello difícil encontrar un motivo válido para esperar con ganas los nuevos lanzamientos de The Rifles, We Are Scientists (que aún siendo americanos podemos englobarlos en aquella escena musical) o The Twang. Para Maxïmo Park el discurso es ligeramente diferente. Si bien es cierto que nunca lograron igualar tanto cuantitativamente como cualitativamente a su debut A Certain Trigger, también es verdad que entre altos (no muchos) y bajos (no muchos), hasta hoy su carrera podemos considerarla más que digna. Probablemente sólo los fans recuerdan con facilidad las canciones de los últimos discos de la banda de Paul Smith; para todos los demás Maxïmo Park es un grupo que con un trabajo honesto, crean sus canciones más o menos logradas (nunca memorables) para salir de gira y ser incluidos en los carteles de los más grandes festivales europeos. Tras casi año y medio desde el lanzamiento de National Health, la formación inglesa publica su quinto trabajo, Too Much Information, producido por Dave Okumu junto a los hermanos David y Peter Brewis.
Inicialmente pensado como un EP, Too Much Information empezó a tomar forma en el momento en el que Paul Smith y sus compañeros se dieron cuenta de que las canciones que estaban escribiendo eran lo suficientemente buenas como para no incluirlas en un disco largo y con el que publicitar el lanzamiento de su cerveza, Maxïmo no. 5, elaborada por ellos mismos. En resumen, la autoconfianza les dio el empuje definitivo y no estaban muy equivocados, ya que las letras parecen más inspiradas de lo habitual y la cantidad de canciones de buen nivel es más alta que en los dos discos anteriores. A lo largo de las once pistas no encontramos nada que nos deje con la boca abierta o que nos haga por un momento pensar en un renacimiento, pero en algunas ocasiones la escucha, más heterogénea que en el pasado, es, sino contagiosa, al menos agradable. My Bloody Mind, aunque limitada por su riff, tiene una melodía no indiferente, Leave This Island abraza con fuerza, al igual que la esquiva Brain Cells, los sonidos sintéticos de los 80 (con un pasaje à la Lana Del Rey), Lydia, the Ink Will Never Dry contiene unos giros a la altura de Johnny Marr y un texto que, entre lo irónico y lo romántico, es distinguible por su personalidad.
No faltan recuerdos al sonido de sus primeros tiempos (I Recognise the Light, Her Name Was Audre) y algunos descoloridos acercamientos al pop-rock más ordinario (Midnight On the Hill), pero en su conjunto Too Much Information es un disco con más aciertos que defectos y esto es algo que no sucedía desde hace tiempo con Maxïmo Park.
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