Noche de rock y blues y rumba que Medina Azahara, Raimundo Amador con su excelente banda y los incombustibles Gipsy Kings convirtieron en auténtica magia con esencia flamenca en la Plaza de España donde ICÓNICA Sevilla Fest desarrolla su excelente programación.
Comenzó el concierto sobre las 21:00, a penas 20 minutos más tarde de lo indicado por la organización y coincidiendo con la puesta de sol que iluminaba el escenario y quizá deslumbraba a los músicos. Pero el tiempo apremiaba porque cada banda traía preparado un repertorio largo y había que agilizar sobre todo en las transiciones, cosa que por otro lado lograron con la habitual profesionalidad en Icónica, haciendo cambios completos de instrumentación de una banda a otra con solvente agilidad.
Fueron Medina Azahara los destinados a calentar motores y empezaron con un auténtico himno generacional, que teniendo en cuenta las muy variadas edades de los asistentes parece traspasar generaciones, porque Paseando por la Mezquita fue acompañada al unísono por buena parte del público, que siguió coreando tema tras tema, entre los que destacaron Velocidad, Palabras de Libertad o Córdoba, así como las excelentes versiones de Abre la Puerta y Tu Frialdad de la añorada Triana que bordó esta imperecedera banda de Flamenco Rock Andaluz.
Demostró la banda cordobesa que están en plena forma, con un Manuel Martínez que sigue atesorando una potente voz y un inconmensurable Paco Ventura encandiló al público con su virtuosismo y dejó claro a Raimundo Amador y a Mario Reyes, guitarra solista de los Gipsy, que iban a tener que dar el todo por el todo para mantener el magnífico nivel del guitarrista cordobés.
Después llegó Raimundo Amador con su clásica Strato para los temas más bluseros y una Godin flamenca con un sospechoso golpeador casero (la original no lo tiene). Y llegó acompañado por Gino Tunessi al bajo, Melchor Jiménez Heredia, nieto del legendario guitarrista flamenco Melchor de Marchena, a la guitarra flamenca, y las percusiones de Api Vargas. para alternar clásicos como Pata Palo, Si tu te vas, Camarón o el temazo que le regaló en su día su amigo Pablo Carbonell, Hay que gustito pa mis orejas, que fue coreado por el variopinto público de principio a fin, como si de un cunilingus colectivo se tratara, obsequiándonos también tres excelentes versiones a su flamenca manera: Summertime, el clásico de Gershwin con el que comenzó el concierto, Shape of My Heart, de Sting, excelentemente interpretado por Ana Boheme Fernández, que también mostró su calidad con la versión más sorprendente, el Back to Black de Amy Winehouse: cremita de fusión flamenca.
Y, finalmente, llegaron los Reyes.
Son “sólo” una de las escisiones de la banda original, en este caso liderados por André Reyes, pero entre el bagaje de profesionalidad y la renovación de sus miembros con Canut, Jordan, Kakou, o Thomas Reyes, el espectáculo que ofrecen no desmerece para nada a los originales, porque la esencia, que son multitud de guitarras españolas con la firma de Alberto Hernández y Francisco Esteve (incluida una André Reyes signature) y una voces con esa potencia y ese agudo característico siguen teniendo la impronta de la excelente banda gitana.
Completan la banda, Mario Reyes, guitarra solista que protagonizó varios temas instrumentales, Danny Marta, al bajo, Joseph Cortés, a la batería, el percusionista brasileño Guilherme Alvés y el pianista Fred Breton.
No faltaron en el repertorio Gipsy los temas más universales de la banda como Djobi Djoba, Bamboleo o Todos Olé, ampliamente coreados por el encandilado público, pero la culminación de una noche inolvidable fue una muy reducida versión del Volare, más jazzera, más al estilo de su creador, Doménico Moduño, una versión del clásico My Way, que popularizara Sinatra, con la colaboración del cantaor Ezequiel Montoya, y un fin de fiesta con la versión Gipsy, a lo rumba catalana, del Volare terminando con una merecidísima ovación del icónico público sevillano, que presenció un espectáculo sin igual donde la fusión flamenca fue la auténtica protagonista.