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Por Álvaro Argote

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La infancia es el momento en el que el amor es puro, inocente, y aún se puede seguir soñando con las aventuras de Enid Blyton o Lewis Caroll. Porque tener 12 años, es una edad en el que la literatura puede convertirse en todo tu mundo. Crees o quieres creer que lo que lees es real.“Melody” (1971), dirigida por Waris Hussein aunque el mérito habría que concedérselo al debut como guionista de Alan Parker, es una película que parte de esta premisa narrativa: soñar despierto.

Narra la historia de dos muchachos, pertenecientes a clases sociales bien distintas. Orashaw (Jack Wild) es rudo en el uso del lenguaje  y de aspecto andrajoso. En cambio, Daniel (Mark Lester), responde al arquetipo de chico ideal: rubio, inteligente y sensible.  Personajes antitéticos, pero inevitablemente complementarios. Orashaw y Daniel son dos amigos inseparables hasta la entrada en escena de Melody (Tracy Hyde), que cambiará la vida de Daniel. Por primera vez, descubrirá el significado de la palabra amor.

“Melody” está compuesta por un sólido guión, una sobria dirección y unos actores realmente sensacionales que, pese a su juventud, no flaquean en ninguna escena. Una película muy sensible (no sensiblera), dondelo importante son los sentimientos y lo que pasa por la cabeza de los jóvenes protagonistas, a los que su entorno trata de salvajes e inadaptados. La belleza de esta cinta se encuentra en su capacidad para expresar en estado puro las pasiones más sinceras de unos jóvenes sin adulterar ¿Pero quién sabe realmente lo que piensan o reflexionan?

A través de una metáfora introspectiva,el guión de Alan Parker(“Las cenizas de Ángela”)escudriña con delicadeza el interior del alma de los espectadores yexplora la esencia de la vida, los sueños, los deseos, las frustraciones y lascrisis de identidad.Reivindica el afán de luchar y rebelarse por aquello en lo que se crea fervientemente sin importar las barreras u obstáculos que los adultos impongan en el camino personal hacia la libertad expresiva y emocional. Son adolescentes, que al igual que los adultos, son seres humanos que sienten y padecen, pero sobre todo, aman.

En ocasiones, se aproxima al emocionante y mordaz sentido de los dolores y las libertades de la juventud que captó François Truffaut en“Los 400 golpes”. Al igual que el precursor de la Nouvelle Vague, Waris Hussein imprime una prosa poética en la exposición de la infancia,escrita con ánimo de perfección de las formas, con palabras justas por su significado y sonoridad, con versos como piedras en su mensaje y un vuelo emotivo y cercano a toda experiencia humana, y ambos parecen llegar a conclusiones similares sobre un universo minúsculo sometido a las mismas experiencias de la incomprensión, el sufrimiento y la estupidez del mundo adulto.

Adultos queresponsabilizan a los jóvenes desus propios fracasos en la vida y de sus sueños frustrados, cuando en realidad es consecuencia de su ridícula inmadurez e insatisfacción personal. Así descubrimos lo difíciles que pueden ser los jóvenes, que también tienen sus sueños y todavía no han renunciado a cumplirlos, como sí han desistido algunos adultos. Y cómo los maltratos a los hijosno siempre son evidentes, ni físicos ni fáciles de detectar. Es el maltrato de una mala educación.

Todas estas escenas intemporalesy secuencias inolvidables, que marcaron un punto de inflexión en la historia del cine, están ilustradas por una banda sonora magistral del grupo inglésBeeGees. “In theMorning”, “MelodyFair”,“First of May” o “ToLoveSomebody”, entre otras, son canciones tan evocadoras que es imposible que el espectador no repare en ellas y avive sus recuerdos más nostálgicos. Quizá de su infancia.

@aargotemartinez 

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