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Melody Gardot_0045

Cualquiera que conozca a Melody Gardot sabe que la música le salvó. Pedaleaba por las calles de Filadelfia cuando un todoterreno la arrolló. Tenía 19 años y tardó meses en volver a hablar y más tiempo aún en caminar. Un neurólogo la animó a emplear la música como terapia para sus daños. Una guitarra le fue despertando poco a poco el cerebro. Es imposible separar su música de las heridas que sufrió. Quien le haya escuchado sabe que su música también salva. Salva de la indiferencia.

Alta. Pantalón, camisa, americana y gorra negra. Enormes gafas oscuras que mitigan su fotofobia. Todo en negro. Una silueta impecable que hace crecer el misterio. Así se presentó en el concierto de Noches del Botánico de Madrid. Andando firme, navegando entre aplausos desde antes de empezar su tanda de regalos que es lo que fue su concierto.
Abrió con Same to you, de su disco Currency of man. Entre latigazos eléctricos de su guitarra se adivinaba la silueta de los músicos que la acompañan. Una banda excepcional a la que la propia Gardot cedió el protagonismo varias veces durante el concierto. No era para menos. El virtuosismo de Sharef Clayton (trompeta) e Irwin Hall Jr. (saxo) lo merecían. Hall fue capaz incluso de arrancar alaridos con una extraordinaria demostración de pulmones, tocando al mismo tiempo dos saxos en She don´t know.
Melody Gardot toca bien la guitarra y mejor el piano. Se le vio disfrutar con Goodbyey deleitarse en su particular homenaje a Charles Mingus con March for Mingusen el que el contrabajo de Sam Minaire se recrea en un tema que parece no tener fin.
El “¿cómo estás?” con ligero acento portugués que dirigió al público pasados los tres primeros temas tardó en encontrar respuesta cálida. Gardot tiene una voz carnosa y sus canciones letras que piden respeto. Respeto para quien viste como quiere. Respeto al color de la piel. Respeto al sexo contrario. Respeto a la vida.
Currency of Man - Melody Gardot
Suena Bad news. Duelo de saxos al que se suma la trompeta y ella canta casi recitando. Podría ser Nueva Orleans a mediados de siglo pasado.
No le faltó detalle con quien dijo comparte la misma locura, Nina Simone. Una deliciosa y simpática versión del See line woman que contó con la participación del público.
Tardó en llegar Baby I’m A Fool de su disco May One and Only Thrill. El tema que la acompaña en todos los conciertos desde hace 7 años. Un clásico.
Es una artista total, capaz de emocionarnos rápido, frenarnos en seco, para sacudirnos sin piedad unos segundos después.
Suena Preacherman e invita al auditorio a participar de la historia de Emmet Till, un chico negro de 14 años brutalmente asesinado por dos hombres blancos en Misisipi en 1955 por haber flirteado con una mujer blanca.
La música de Gardot está reñida con las prisas y pide compañía. Ecapaz de hacer olvidar tristezas, mal de amores, accidentes e infortunios. Con tan solo 31 años es culpable de un concierto terapéutico, intenso y reparador. Capaz de curar el alma.
Texto y fotos: José Palacios
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