Seleccionar página

La fotógrafa mexicana Melina Flores González cuenta su experiencia directa en el terremoto de México. Hasta el momento se han registrado 300 víctimas mortales, edificios destruidos e infinidad de personas obligadas a abandonar sus casas.

Por fin llegue a la estación CU y de ahí salí corriendo para tomar el Bus que me deja justo enfrente de la oficina, vi mucho movimiento, más de lo normal y un tráfico igual de normal pero un poco más pesado.

Y seguía sin señal para llamadas o redes sociales, poco a poco fueron llegando mensajes y llamadas para saber como estaba. Yo sabia que estaba bien, y una vez más pensé que eran exagerados.

Llego el mensaje de mi jefe diciendo:

-Avisen que están bien, esto esta muy mal.

Pero yo seguía sin alarmarme, nos dijo que tomáramos fotos o vídeo de lo que viéramos, y yo solo hice vídeo del tráfico infernal de siempre.

En el bus solo escucha murmullos de que había temblando y que había edificios caídos, pero no quería darle importancia. Por fin llegue a la oficina, corrí para checar mi entrada, pero vi a todo afuera y los edificios que están dentro ya estaban acordonados. El Silencio se hacía presente, y yo solo quería llegar rápido

Pasaban de las 17:00 horas cuando entre a la oficina y mire las caras de Algunos de mis compañeros, solo me dijeron:

– Mel que bueno que estas bien.

Me senté y mire la televisión, y ahí fue cuando supe la magnitud de lo que había pasado, de lo que por fortuna o por casualidad no vi y no sentí.

El centro, el sur, oriente estaban colapsados, ya no solo era la tragedia lejos de mi, en Morelos, Puebla, Oaxaca, ya era en el centro de la cuidad.

Y fue ahí al ver el caos que supe que esto ya estaba mal, y no podía creer que estuviera pasando.

Ya pasadas dos horas de estar en la oficina tomamos camino a la cobertura de las zonas de desastre, tome mi cámara y fue cuando comenzó la realidad y los nervios.

A mirar los rostros parcos, el llanto, el paso acelerado, el transito vial a vuelta de rueda y en donde todos queriamos poder volar para llegar rápido.

Fue ahi cuando llegue a Peten y División del Norte y mire el primer edificio colapsado y a la gente gritando, todos acelerados, la nube de polvo, las sirenas de las ambulancias, los gritos, todos hablando por teléfono.

Fue ahí cuando mi celular vibraba por las notificaciones, pero yo ya estaba temblando con cámara en mano sin saber que hacer, si hacer foto o abalanzarme a quitar piedras como la mayoría lo hacia, me quede muda, quieta y fría.

Sabia que el dolor era colectivo, que ya no era un acto «exagerado«, sabia que algo más fuerte estaba pasando.

Y los gritos de – En la Roma, en la Narvarte, en el centro, en Xochimilco en todos lados se cayeron más edificios

–  Mi familia, mis hijos

Fue ahí cuando ya quería gritar y saber si los míos estaban bien. Pero a ratos la señal moría.

Fue ahí cuando supe que tenia que hacer lo único que se hacer, por muy doloroso que fuera, fue ahí cuando supe que tenia que mirar como siempre digo, Panorámicamente.

Abracé a algunos y el llanto me quebraba y seguía y seguía esperando que esto no fuese real.

No podía creer que 32 años después y a mis 28 años, estaba viviendo en carne propia lo que cuando era adolescente pedí sin pensar estúpidamente.

Hoy no me importa el pensar si es la mejor fotografía o no, si soy valiente o no, si mi trabajo sera reconocido o no, lo único que quiero en este momento es quitar tanto dolor que hay en mi País en estos momentos quisiera abrazar a mis hermanos y decirles lo orgullosa que estoy de ser mexicana, que es un dolor que jamás sanara y que aunque estoy acostumbrada a mirar la muerte muy de cerca, esta vez sentí ese frío que se siente en el alma y es indescriptible.

México se estremece con varios sismos – primera parte

Comparte este contenido