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Por Antonio Jesús Reyes | Fotos Juan Antonio Gámez

Miraflores durante su actuación en Nocturama

Los habíamos visto en actuar en el mismo cartel que Schwarz, un hecho significativo, como el denominarse “hijos de la Sevilla proletaria, calurosa y nocturna, que hacen del culto a las malas vibras su particular terapia expresiva. Sucios, atropellados y obsesivos”. Y ahora en Nocturama, en un espectáculo huracanado y lleno de aristas que fue del gusto del respetable. Sin embargo, necesitábamos saber más de lo que hay detrás de la música de estos rebeldes sonoros hispalenses. Su cantante Emilio Rodríguez al habla:

Revista ACHTUNG! ¿De qué tratan las canciones de Miraflores?

Emilio Rodríguez: Si te refieres a temática de las letras, no le daría tanta importancia a lo que decimos, porque es simplemente un vehículo más con el que expresarnos, como una guitarra o una batería. Nos hemos llevado una época cantando con letras inventadas, y el resultado era el mismo. Los temas son abstractos, porque así es más fácil para nosotros generar imágenes. Por ejemplo, en uno de los que tenemos grabados aparece la imagen un barco que zarpa hacia un nuevo mundo cruzando río con cadáveres que flotan. En otra canción, alguien esconde una sustancia poderosa en el bolsillo, un líquido con la fuerza de un tornado. Cuando suelto algo como «la gente busca comida, pero tú solo tienes vino y lejía», tratar de explicar qué hay detrás de esa línea no tiene mucho sentido. Creamos una atmósfera. Si la idea primigenia de la frase está basada o no en un hecho real es lo de menos. Repetimos esquemas y palabras, como un mantra. Eso ayuda a generar un ambiente obsesivo. Tenemos nuevos temas donde hay algo de mensaje, pero es circunstancial.

¿Qué teníais en mente cuando entrasteis a ensayar las primeras canciones?

ER: Javi Neria (guitarra) y yo coincidimos un día en la calle. Nos conocemos de hace mucho, y yo siempre he valorado su trabajo en Sick Buzos. Él me había visto una vez cantando con una banda, y me comentó que aquello le sonaba a Gun Club. Los dos compartimos un amor incondicional por The Scientists. Quizás por eso, tras una charla inesperada un sábado noche, surgió la idea de montar un grupo, una banda que ya estaba dando sus primeros pasos antes de que yo aterrizara, pero que acabó consolidándose con mi incorporación. Llevo muchos años vinculado a la música, como promotor y crítico. Si algo tenía claro es que debía hacer lo que me apetecía en ese momento. Casualmente, el feeling de Javi entonces tendía hacia algo sucio y oscuro, algo potente y garagero. Así surgió Miraflores, sin otra pretensión que usar la música como una suerte de terapia personal. A los 40 años no entras a un local de ensayo para comerte el mundo. Más bien lo haces con los deberes hechos y un poco descreído de todo lo que rodea a la industria de la música.

¿Cuál de vuestras canciones es la que os hace dejar más que las otras la piel en el escenario?

ER: Un concierto de Miraflores es como una maratón. No somos nada prácticos. Vamos a por todas, a nuestro pesar, porque la intensidad te pasa factura a la larga. Recuerdo decirle a Javi al principio “O me meto en un gimnasio o monto una banda, pero no puedo seguir así de anquilosado”. Bien, pues monté una banda, y lo paradójico es que voy a tener que apuntarme ahora a un gimnasio para poder aguantar el ritmo de un concierto. El tema que más nos hace sudar es “Liar”. Por eso jugamos con él cuando hacemos el set-list, para interpretarlo en un momento en el que podamos tener un respiro posterior. Tememos más a Liar que a una vara verde.

¿En qué sentido vuestra música es “rock incómodo y expresionista” ¿Qué mensaje hay?

ER: El mensaje está en la intensidad. Es pura expresión. No hay más. No existen dobles lecturas en lo que hacemos. Somos muy básicos. Y la incomodidad probablemente se encuentre en nuestra manera de escenificarlo. Saturamos el sonido y mordemos los micros. Pero simplemente porque la conjunción de los elementos que formamos Miraflores acaba arrojando ese resultado.

 Si Miraflores fuera una BSO de una película, ¿Cuál sería?

Probablemente un crossover entre Apocalipsis Now, La noche del cazador y El exorcista.

¿Hacia dónde va Miraflores?

ER:Componer, grabar y tocar.

¿Tentados en hacer música algo más comercial, y otra cosa totalmente distinta y experimental en los escenarios?

ER: No nos puede tentar nada. La experimentación está mal enfocada. Experimentas bajo unas pautas muy controladas, como hacía Stockhausen. Nosotros más bien improvisamos, no tenemos un dominio del medio como para tomarnos la música como si fuese un laboratorio. Por eso, la tentación no existe hacia ningún lado. Somos hijos de nuestras virtudes, pero también de nuestros errores. Sonamos por culpa de nuestras deficiencias, pero también gracias a nuestros aciertos, influencias e incluso conflictos internos. Somos lo que somos, sin un plan prefijado.

¿Para cuándo una sesión de fotos en Miraflores con Miraflores? [Hablamos del sanatorio mental abandonado de Sevilla]

ER: No creo que hagamos eso. El nombre surgió por casualidad durante un ensayo algo desquiciado. Porque si algo abunda en Miraflores es una cierta inestabilidad interna que a la vez que desconcierta resulta inspiradora. Es cierto que nos llamamos con un manicomio, pero también es el nombre de un barrio, o el de un pueblo de la sierra de Madrid. Nos gusta como suena. Es fresco, no tiene nada que ver con nuestro sonido. Y eso desconcierta.

Tres cosas que deberían desaparecer de la faz de la tierra

ER:Podría nombrar a tres colaboradores de Sálvame. Ese programa es diabólico, como la heroína. Sabes que es malo para tu salud moral e intelectual, pero en cuanto lo pruebas caes como un pardillo y acabas hundido en el agujero del chismorreo. Debería estar prohibido por el Ministerio de Sanidad.

Con una trayecto breve bajo este nombre (sus componentes vienen de Sick Buzos, Seór Chinarro y Salieri)en apenas más de un año, los Miraflores se están consiguiendo un buen número de seguidores, a los que les brindó en Nocturama una actuación arrebatadora. Con los ecos de The Stooges, The Cramps o Captain Beefheart, noo puede uno evitar imaginar qué pensarían los antiguos habitantes del monasterio de aquel ruido, furia, potencia y desenfreno en apariencia descontrolado y desgarrador. Actuación grande con momentos grandes como el cameo de los ZA! (que actuaron luego) “Liar”, la versión de The TelescopesTo Kill A Slow Girl Walking” o “Brand New Tornado” el tema que puede describir lo que son Miraflores, un tornado rabioso, grande y bien ruidoso, y nuevo, en un panorama de la vulgaridad con la que nos asedian los mass media. Por ahora, sólo tenemos una muestra en bandcamp de tres temas que serán parte de su primer álbum, que será de esos que o lo pones con el volumen al máximo, o lo dejas encima del mueble. Ah, y otra cosa, Miraflores no te buscarán, tendrás que ir tú a por ellos.

Aquella misma noche trajo más música; los anteriormente mencionados y casi inefables ZA! Y digo casi, porque hay quien tiene palabrasacertadas para describir lo acontecido. Juan Antonio Gámez, fotógrafo de la música (y más) que suena en Sevilla nos cuenta…

Después de su adelanto en forma de mini-jamsession con Miraflores todo el mundo estaba expectante para ver con qué nos sorprendían ZA!, y así fue de principio a fin. Ya estábamos avisados con Wanananai, publicado en abril.

Comenzó Pau Rodríguez rompiendo la cuarta pared con su trompeta en mitad de la explanada para sorpresa del público, apareciendo EduardPou en el otro extremo percusionando unas vallas metálicas que arrastraron hasta la boca del escenario, momento en que sus baquetas continuaron generando ritmos por la escalinata, el suelo, los pies de micro y todo objeto que encontraba a su paso.

ZA! se sustenta en dos pilares: guitarra y batería pero a diferencia de otros grupos su trastienda está llena de esencias musicales que utilizan sin remilgos ni vergüenza: ritmos Zeppelianos, temas fusilados directamente de Jimi Hendrix, ska, reggae, rock experimental, salsa, reggaeton, ritmos africanos, sin olvidar las trompetas de A Certain Ratio o las voces sintetizadas a lo Kraftwerk.

Con todos estos componentes son capaces de ir generando una estructura a base de samplers que van lanzado y retroalimentando una y otra vez, amplificados por el resto de instrumentos y su fuerza en cada performance, hasta conseguir una bola de nieve sónica que estalla tema a tema.

ZA! no dejan indiferente a nadie y en lugar de responder cuestiones generan preguntas entre el público: ¿lo que hemos visto va en serio o de coña?, ¿son unos visionarios o se les ha ido la pinza con las mezclas? … sólo os diré una cosa, ve a un concierto de ZA!

La semana siguiente traería sonidos más domados, pero no exentos de interés. Como en la variedad está la diversión, y la crónica sonora es impasible, os tendremos informados con letras e imágenes de lo que acontezcan en las actuaciones de The New Raemon+Maga, y al día siguiente, Martirio.

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